Es una de las figuras legendarias del Santa Rosa en su largo historial por el
fútbol huanuqueño. Mientras Walter Pérez, Alfredo Robles, Tito Gonzales
libraban duras contiendas en defensa de los colores rosados, él desde los
calichines se formaba deportivamente bajo la mirada atenta y cuidadosa de
Víctor Fernández Mazuelos, el inolvidable
“Chileno”.
Desde sus primeros
pasos como futbolista se fue moldeando con la característica propia de los
santarrosinos, dominio de recursos técnicos, fortaleza física y firmeza moral.
Manuel nos dice: “Recogimos mucho de la experiencia y los conocimientos de
“Chileno”, pero por sobre todo nos inculcó una característica que nos
identificaba: técnica, fuerza y espíritu de lucha”.
Con Mañuco crecimos en
el barrio de Huallayco, ahí donde era cuna del Prado y del Tabaco, su padre don
Manuel Espinoza Palomino había defendido al equipo de la franja, sin embargo él
había recogido en su corazón el color rosado.
Luego de haber hecho
sus aprestos en los calichines del Santa Rosa, militó un año en el Prado, en el
equipo de reserva, luego volvería al año siguiente al club de sus amores en
donde jugó desde el cincuenta y ocho hasta el setenta, año en que quiso cumplir
la promesa a su padre y defendió un año al elenco leonciopradino, para retornar
al Santa el setenta y dos hasta su retiro del fútbol.
Desde las divisiones
menores Manuel lucía gran manejo de recursos técnicos, practicaba constamente
el manejo de los dos pies, los remates de media distancia, tiros libres, golpes de cabeza dentro del
área, trabajo que realizaban con los demás integrantes del equipo, entre ellos
Piqui Malpartida, César Mercado, Manuel Murga, Juan Cabrera. Siempre fue un
convencido de que solamente la práctica constante podía permitir el dominio de
las técnicas necesarias en el campo de juego, eso había internalizado en ellos
Víctor Fernández Mazuelos.
Fue avanzando en ese
dominio y aun juvenil debutó en la primera, no había cumplido dieciocho años
cuando fue alineado al lado de los experimentados Walter Pérez y Tito Gonzales
en la delantera, allí se fogueó con los bravos de ese tiempo, enfrentando a
equipos que tenían gran fortaleza física en sus defensas como el Tarapacá donde
estaba Tomás Rozales, el Deportivo
Municipal donde figuraba Yónel “Cachicahua” Martel y Nilo Figueroa, el León de
Huánuco donde aparecía Augusto Texeira.
Fue madurando en su fútbol, contagiándose de la experiencia de los
mayores. Ahí fue ubicando su espacio en el equipo, era un futbolista sumamente
versátil, especialmente del medio campo para arriba. A veces de los tres cuartos
de cancha como hombre de segunda puntada. Pero nunca dejó de ser un jugador
importante en sus citas con la red, el manejo de los dos pies con fuerza y
precisión técnica, así como el juego aéreo hicieron de él uno de los delanteros
más importantes que tuvo nuestro fútbol durante los años sesenta. Tenía gran
potencia y fortaleza física, manejaba los dos perfiles, conducía y dirigía el
balón con precisión. El resume su fútbol en breves palabras: “Corría todo el
campo. Creaba y culminaba”.
Mañuco recuerda con
mucho afecto aquel único título que obtuvo con el Santa el año sesenta y dos.
Evoca el equipo y desfilan por su memoria la figura de Augusto Cámara en el
arco, de “Corochano” Martínez, Manuel Murga y Máximo Cortavarría en la
defensa; el fotógrafo Rodolfo Valdivia y
César Mercado en el medio campo; “Piqui” Malpartida, Lucho Malpartida, Javier
Fano, él y Juvicho Figueroa; alternaban con ellos ya marcando el retiro Walter
Pérez y Tito Gonzales. Nos dice que “este título lo tuvieron que pelear con todo,
porque era muy difícil campeonar, el León siempre fue un equipo muy influyente
y con poder en la Liga”, recordó el campeonato del año sesenta. Sin embargo los
duelos siempre fueron entre leones y santarrosinos.
Trae al recuerdo la
forma como jugaba el Santa, la salida con Murga, Mercado y él, el alargue para
el Piqui y el centro, eran con quienes mejor se comprendía nos refiere.
Era la época en que el
amor a la camiseta superaba esquemas, había un extraordinario despliegue
físico. “Tuvimos un error, nos preparábamos más para jugar con los equipos fuertes, ahí venían a veces los traspiés con
los equipos chicos”.
“Ese equipo del Santa
del sesenta y seis fue extraordinario, ese fue un gran equipo que formo el
Viejo Chileno, ese equipo estaba para hacer historia en el fútbol huanuqueño,
pero ya sabemos cómo se tenía que jugar con el León. Al final fueron siete
jugadores del Santa los que reforzaron a los cremas en la Copa Perú, ahí
estaban Murga, Afico Follegatti, Choy, Fano, Pitin Sandoval y yo.”
Recuerda su paso por la
Selección de Huánuco, desde el año sesenta y uno hasta el
sesenta y seis, año en que se jugó la última versión de los campeonatos
nacionales. Esta circunstancia le trae el recuerdo de aquel gol de antología
que anotó en la valla de Universitario de Deportes, justamente ese año El
equipo merengue había venido a Huánuco con lo mejor de su plantel, estaban Burella en el arco, en la defensa Chumpitaz,
Cuellar, José Fernández, Nicolás Fuentes, Zavala, Percy Rojas, Ríos, Percy
Vilchez y se enfrentaron al seleccionado huanuqueño.
El Estadio Leoncio
Prado colmado de espectadores. Al iniciarse el encuentro el equipo de casa
estuvo a punto de anotar, el poste salvó
a Burella de un remate de Piqui Malpartida. El primer tiempo terminaría con el
marcador en blanco, pero al iniciarse la fracción complementaria Percy Rojas se
encargó de vencer la valla de Chávez. El partido se presentaba equilibrado, el
conjunto huanuqueño se volcó sobre campo contrario. El ingreso de Mañuco fue
vital para reforzar la ofensiva huanuqueña, que hizo pasar serios apuros al
arquero visitante, que en dos oportunidades tuvo que esforzarse para sacar dos
tiros con etiqueta de gol del Cholo Fano. La línea posterior merengue tuvo que
emplear lo mejor de sus recursos para contrarrestar la delantera local. Hasta
que el partido se aproximaba a su final. Un rechazo de Limber Ventura es tomado
por José Luis en el medio campo, el servicio para Mañuco, alargue para Fano por
la derecha, desborda llevándose a Cuellar y Fuentes, sacando un centro sobre el
corazón del área a donde llegaba Mañuco, que con un salto espectacular entre
Chumpitaz y José Fernández conecto un soberbio cabezazo de arriba hacia abajo
que fue a morir en las redes del arco visitante.
La tribuna remeció con
el grito de gol, el público invadió la cancha, rescataban a Mañuco de la red
donde había concluido luego de su arremetida, se había decretado el empate y
los jugadores huanuqueños en hombros, el árbitro dio por terminado el partido.
Un desborde indescriptible de júbilo empezó a reinar en la ciudad, se hizo la
fiesta en Huánuco, se había empatado al glorioso equipo de Universitario de
Deportes. Había razón para el festejo, mientras que Mañuco era invitado al día
siguiente a conversar con los directivos de la “U”.
“La “U” me hizo la oferta para afiliarme pero
en ese momento trabajaba en el Banco Agrario, me decidí por el trabajo que
tenía en Huánuco, tenía que ver mí seguridad, aun cuando yo soy hincha crema y
me hubiera gustado vestir su camiseta”.
Cuando se retiró del
fútbol se integró a la tarea del arbitraje, habiendo sido uno de los primeros
cuatro árbitros huanuqueños que arbitraron en la profesional junto con Penshe
Belgrano, Julián Vásquez Jaramillo y Marcos Paredes. Luego ha brindado apoyo
técnico a la Comisión de Reglas de Juego y Arbitraje. Ha seguido cursos para
entrenador de fútbol y su aspiración es dirigir al Santa Rosa.
Es un convencido de que
el jugador de fútbol huanuqueño es uno de los mejores del Perú, por eso es su anhelo
de que nuestro fútbol alcance en el país el nivel de prestigio que le
corresponde.
Fue sin lugar a dudas
uno de los más importantes futbolistas de nuestro tiempo, símbolo rosado, líder
en el campo de juego, crecimos en la amistad desde niños con sólidos vínculos
raigales.
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