No sé dónde se
encuentra en este instante. Pero hace mucho tiempo que quiero escribir sobre
él, es decir hablar de él y hoy lo hago, juntándolo al recuerdo de Lolo.
El paso del tiempo me
ha permitido analizar los diferentes momentos de nuestro deporte, en este caso
específico del fútbol.
Por eso, hay cosas que
expreso en forma atrevida y rotunda, como otras en las que no oculto mis dudas.
En esta ocasión voy a hablar del futbolista cuyo
nombre escuché por primera vez la tarde en que Lolo le hizo tres goles al
Alianza y decidió decirle adiós al fútbol.
Fernando Velit fue
zaguero de Universitario de Deportes junto con el “Mariscal” Da Silva y Augusto
Gasco, también estaba Bravo, en ese equipo donde el mago de la pelota era la
“Lora” Gutierrez, pero su compadre del
alma era Alberto Terry.
De pronto el nombre del
espigado zaguero crema se dejó escuchar y una noche, cuando hablábamos de
fútbol, mencioné el nombre de Fernando Velit y el “Chalaco” Malpartida
sorprendido pregunta: “¿El “Flaco” Velit que trabaja en el Hospital de Huariaca
ha jugado por la “U”?, debe ser él le contesté, me quedó la duda, podría ser un
homónimo, felizmente no fue así, como me
lo confirmó el mismo “Chalaco”.
Hasta que un día del
cincuenta y nueve apareció en el centro de la zaga del León, cuando Eugenio
Pastrana jugaba en el mediocampo, Jorge Cabanillas ya se había pasado a los
cremas y salían José Luis, Shanti Madrid, Jaime Torres entre otros.
Cogía la pelota Velit y
salía jugando con Pastrana, entre los dos y
los delanteros se cansaban de tocarla , triangulando hasta llegar al
arco contrario, donde dejaban a tiro de
gol a los atacantes. Ese año fue goleador José “Piqui” Malpartida, segundo fue
Jorge Cabanillas.
Nos brindó una nueva
imagen del fútbol, ya no solamente era la garra, el pelotazo o la rapidez, sino
la elegancia, el buen trato a la pelota jugada a ras del suelo, el lucimiento
de los recursos técnicos, el cambio de juego, la búsqueda de los espacios
vacíos; alguna vez cogía un balón y se lanzaba hacia delante descontando
rivales, culminando en el gol para que no se olviden de él.
Luego tuve la suerte de
su amistad. Conversar de eso que nos gustaba a los dos. Grande e inmenso amigo.
Pata del alma de los veteranos de León, Santa, Tarapacá, Bielovucic, en fin
¿Quién que jugó pelota en ese tiempo no fue su amigo?
Vueltas a la Plaza de
Armas y un día se me ocurrió una pregunta: ¿Por qué no seguiste jugando en la
“U”?. Se rio de buena gana y me dijo –sabes hermano, yo entré al fútbol pero el
fútbol no entró en mí. Yo jugaba porque me gustaba hacerlo y cuando quería
hacerlo. Cuando empezaron las concentraciones, a jugar por obligación, dejé de
jugar No sé cómo siguió Terry, a él tampoco le gustaba concentrarse. Siempre
para mí el fútbol fue diversión., una razón de ser, de sentirme feliz; como me sentía jugando en el León o en la
selección de Huánuco con tan buenos amigos, así como me siento feliz en tu
tierra que es mi tierra, porque mi familia es huanuqueña.
Fue sin duda uno de los
grandes futbolistas que vimos en el Estadio “Leoncio Prado”, aun cuando no por
mucho tiempo, pero el suficiente para reconocer sus excelencias deportivas y
humanas
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