Indudablemente quienes trajeron las primeras noticias e inquietudes futbolísticas a Huánuco, fueron implícitamente los portadores de los conocimientos básicos de las reglas de juego.
Es posible, que al iniciarse los aprestos futbolísticos, quienes daban
pautas de cómo debería de jugarse eran los huanuqueños que estudiaban en Lima y
venían de vacaciones; o también quienes t5enían vinculación con Cerro de Pasco.
Ciudad a la que llegó el fútbol mucho antes que a la nuestra, como consecuencia
de la implantación de la explotación minera. Esto significa tácitamente, para
quienes cumplían esta tarea difusora, ir dando a conocer aspectos de carácter
reglamentario.
Junto a esto venía la calificación de las acciones, validez de unas o
invalidez de otras, aun cuando al comienzo solamente pelotearan o jugaran
únicamente ataque y defensa. Mientras permanecían en Huánuco esa función era
desempeñada `por ellos mismos, de ahí que se erijan en precursores de nuestro
arbitraje balompedístico.
Todo
lo fueron recogiendo los interesados en esta novedosa actividad, los primeros
en hacerlo fueron los vecinos, primero los del Parque Santo Domingo y luego los
del Parque de la Parroquia de la Virgen de las Mercedes, identificada como
Parque de “La Merced”, entre
ellos Heraclio Tapia León y Serafín
Andrade, que posiblemente estarían entre quienes oficiaron de árbitros.
Los inicios del arbitraje
A partir de 1909, en que empiezan a nacer las instituciones, surgen también las confrontaciones. Esto implicaba de hecho la existencia de un juez que dirimiera los conflictos de juego.
Entones,
como los primeros conocedores de las reglas básicas de juego eran los que lo
practicaban, fueron los jugadores de tiendas neutrales los que generalmente
asumían las funciones de jueces.
Naturalmente
escogían a las personas que mostraban más autoridad o liderazgo dentro del
grupo de participantes o de los pr8imeros espectadores.
Así
transcurrió el arbitraje hasta aproximadamente la década del cincuenta, aun
cuando en algunas circunstancias especiales se tomaban las providencias del
caso, previniéndose la responsabilidad del arbitraje. Pero lo cierto fue que
transcurrió con muchos altibajos, que llegó inclusive hasta la primera versión
de la “Copa Perú” en 1967, cuando
Nilo Orihuela Egúsquiza fue requerido por los capitanes del León de Huánuco y “Alfonso Ugarte” de Chiclín, para que dirigiera el partido que
había sido interrumpido, al haber quedado imposibilitado de hacerlo Joaquín
Gayoso, quién recibió un impacto de piedra en la cabeza.
El conocimiento de las reglas de
juego
Presumimos que este conocimiento se fue
adquiriendo a través de los mismos que promovían la actividad, así como por los
medios de comunicación social, de la lectura de los periódicos capitalinos
respecto a las competiciones futbolísticas o mediante el contacto directo e
intercambio de experiencias, que se empezaron a dar en diferentes tipos y
niveles de competencias, oficiosas al comienzo, empezando por las contiendas
interclubes, luego a niveles distrital y provincial, hasta que a fines de los
años veinte llegaron oficialmente los torneos nacionales.
En cuanto a la participación del periodismo
huanuqueño en el conocimiento de las reglas de juego, ofrezco una evidencia
rotunda.
El Diario “La
Prensa”, en su Nº 79, de fecha 12 de setiembre de 1935, efectúa la
siguiente publicación:
“DEPORTES – INSTRUCCIONES A LOS REFEREES – El referee no
permitirá que se dé el corner-kick o el gol-kick mientras algunos de los
adversarios se hallen a menos de 9.14 mts. (diez yardas) de distancia de la
pelota. El golkeaper no puede pasearse haciendo saltar la pelota en la mano.
Después del segundo paso se le aplicará la pena. El golkeaper no puede manotear
la pelota fuera del área penal. Haciéndolo infringe la regla 9. Por llevar la
pelota la pena es un free-kick.- Es lícito atropellar de atrás cuando el
jugador intencionalmente impide o un adversario, sea abriendo los brazos o
poniéndose de cara para su gol, pero la atropellada no debe ser en ningún caso
violenta o peligrosa.- Se tomará muy buena nota de que vale un gol directo
(toque o no toque la pelota a cualquiera de los jugadores de uno u otro bando),
de un corner-kick o cuando el free-kick ha sido concedido por infracción a la
Regla 9)”.
Esta
información hace mucho más encomiable el esfuerzo periodístico de la época,
pese a las distancias y la limitada tecnología existente.
Quienes eran los árbitros
Las
personas escogidas por los capitanes, como expresé en líneas anteriores, éstas
tenían que reunir ciertas características, siendo las principales la condición
de neutrales en relación a los contendientes, conocimiento de las reglas de
juego, personalidad para ejercer autoridad; aunque es necesario anotar que
antes como ahora los jugadores e hinchas fueron difíciles de satisfacer y
controlar.
Pero eso no
era todo, quienes asumían la función de jueces lo hacían frecuentemente y de
buen grado, por lo que podríamos decir que sentían una escondida vocación por
este ejercicio, unido a un indiscutido espíritu deportivo.
Los
árbitros así comprometidos en las tribunas no actuaban con jueces de línea, a
veces cuando el partido se presentaba difícil se requería el concurso de dos
aficionados, que por banderín usaban un pañuelo y que generalmente eran
escogidos por cada uno de los capitanes, cuando no por el mismo árbitro.
También adolecían de resguardo policial,
no había malla olímpica, el público podía invadir en cualquier momento el
terreno de juego, lo cual era normal en la ejecución de un tiro de penal. Los
árbitros de ese tiempo tenían como escudo la honestidad de su arbitraje y su
personalidad.
Voy a
tratar de hacer una relación cronológica de quienes arbitraron en los albores
de nuestro fútbol, naturalmente tiene un carácter referencial. Es producto de
los documentos y fuentes periodísticas que hemos tenido a la mano, no omitimos
ningún nombre de los que pudiéramos haber hallado. La ausencia de la cita de
otras personas, es debido a que en muy pocas crónicas deportivas mencionan a
los jueces de los partidos.
En la década del veinte figuran los
siguientes:
Augusto
Vásquez Lira, toda una personalidad en la época, no sólo un calificado
deportista.
El Capitán
Eduardo Hurtado, persona que imponía energía y autoridad, apoyó la práctica
deportiva durante su permanencia en nuestra localidad.
Heraclio
Tapia León, promotor deportivo y persona permanentemente ligada a las
actividades deportivas.
En la ciudad
de Cerro de Pasco, quien asumía los arbitrajes importantes era Pedro Otayza
Puente, el popular “Pavo”, quien
después en Huánuco defendió las divisas del “Leoncio
Prado” y Minería, y siguió colaborando como juez.
Luego en la
década del treinta surge el nombre de Baltasar Herrera, de quien no he podido
obtener ninguna información.
En esa
misma época era requerido constantemente para dirigir Alberto Vélez de Villa
Lázaro, back del Tarapacá, integrante de la recordada selección del 36,
Presidente de los verdinegros de Rumichaca y de la Liga de Fútbol. Tuvo un
recordado arbitraje entre las selecciones de Huánuco y Jauja, la Liga jaujina
lo distinguió con un diploma, pese a haber perdido el partido.
Pablo
Salgado, recio back del “Leoncio Prado”.
Era de los que imponía respeto en la zaga y en sus decisiones arbitrales,
integró la selección del 36.
En los años
cuarenta continuó Pablo Salgado y surgieron en la tarea de jueces Víctor “Chileno” Fernández, Marcial Zevallos, Teófilo
Chussing, el “Zorro” Juan Bedoya y Alejandro Chávez, los últimos
continuaron dirigiendo en los años cincuenta, especialmente en partidos
considerados de mayor importancia.
Desde que
empecé a asistir al estadio en 1953, he visto desfilar un sin número de
árbitros, naturalmente me acuerdo de aquellos a quienes más constantemente veía
dirigir, ello no constituye una omisión deliberada de las personas cuyos
nombres no aparezcan, ni tampoco los que figuren hayan sido los únicos.
Así tenemos
que durante este lapso arbitraban Jesús Pedraza Sarmiento, Joaquín Gayoso
Berrospi, Julio Santa María Soto; de la nueva ornada Oswaldo Gallardo Bonani,
Mario Mayorga, Augusto “Pachochín”
Berrospi, Máximo Noda Bravo, Dimas Garay Nalvarte, Víctor Gonzales Aparicio,
Angel Llanos Morales.
A fines de
esta década apareció el primer árbitro uniformado de negro, se trataba de un
señor apellidado Zolezzi. Era un tipo alto, grueso y colorado, la tribuna lo
bautizó con el apelativo de “Puca Pavo”
–pavo colorado-.
Posteriormente
se establecería por un tiempo en nuestra ciudad el cerreño Sixto Travesaño, en
Cerro de Pasco ya había Escuela de Árbitros, también dirigía uniformado.
Las primeras organizaciones de
árbitros
Considero
que la presencia del italiano Diego D’Leo fue una de las más fructíferas para
el arbitraje nacional. No porque antes no hubiéramos tenido árbitros
capacitados o personas que no se preocuparan porque esto mejorara, sino
sencillamente porque el peninsular se proyectó a formar escuela, en crear
conciencia de la capacitación permanente del árbitro, en modernizar el
arbitraje, el mantenerlo actualizado. Producto de este trabajo está la figura
de Arturo Yamasaki, con presencia en los
mundiales de 1962 en Chile, de 1966 en Inglaterra y de 1970 en Méjico, donde
fue distinguido con el “Silbato de Plata”.
El
arbitraje fue mirándose como una actividad interesante. Los jueces de fútbol en
nuestro medio se dieron cuenta que deberían agruparse y formar una Escuela de
Árbitros. De esta manera no actuarían dentro de un marco de informalidad, sino
mas bien ingresarían al círculo oficial de la organización deportiva, hecho que
significaba un avance dentro del desarrollo de nuestro balompié
Uno de los
más importantes gestores de esta organización, hay que decirlo con mayúsculas,
fue Julio César Santamaría Soto, de ahí que le dediquemos un espacio en
singular.
“Don Julio”, como solíamos
llamarlo afectivamente, cuando empezaban los años setenta, con la participación
de personas como Jesús Pedraza Sarmiento,
Nicolás Miller Figueroa, Ángel Llanos Morales, Pastor Hidalgo, Josué
Malpartida, Demetrio Berrospi, Bernabé Cercedo y Moisés Cercedo fue posible la
formación de la Escuela de Árbitros “Heraclio
Tapia León”. Dentro de esta organización incorporaron a muchos que sentían
vocación por el arbitraje, entre ellos estaba el citado Sixto Travesaño, uno de
los más eficientes del grupo. La afición lo bautizó con el apelativo de árbitro
“Dos botes”, porque toda falta
producto de jugada dividida la solucionaba con el “suelte neutral”.
Lamentablemente
no faltaron problemas y la organización
no pudo seguir adelante. Hubieron nuevos intentos de reagrupamiento, como la
Asociación Departamental de Árbitros de Fútbol con Alejandro Chávez y Celso
Briceño, que nuevamente fueron quedando
en el camino.
Otra vez volvió la informalidad. Eran
requeridos para dirigir partidos don Julio Santamaría, los hermanos Nilo y Hugo
Orihuela, Víctor Gonzales Aparicio, Alejandro Vía, Joaquín Gayoso, Vidal Malpartida, Raúl
Carrasco, Moisés Cercedo, David Príncipe, Alejandro Vía en la primera división;
en la segunda era habitual la presencia de Cipriano Oceda y Juan Gastope,
muchos de ellos actuaban uniformados.
Esta
situación se hizo crítica cuando se dio el el problema que referimos, con
ocasión de la primera versión de la “Copa
Perú” en 1967, en el partido entre el León de Huánuco con el “Alfonso Ugarte” de Chiclín.
Estas
personas, a las que se sumó Jorge Ingunza Chiriboga, que retornaba de Lima y
que había seguido un curso de arbitraje en la Federación Peruana de Fútbol,
formaron una nueva versión de la Escuela de Árbitros, que serviría de base para
consolidar la institucionalidad de los jueces de fútbol.
Titulación y profesionalización de
los árbitros: la Primera Promoción
El Consejo Departamental de Ligas, que ahora
es la Federación Departamental de Fútbol, presidido en ese entonces por el Dr.
Mario Galarza Palacios, realizó un curso oficial, para cuyo efecto la
Federación envió al Instructor Manuel Villanueva.
Se realizó en 1967 (¿), en la “Casa del Deporte”, ubicada entonces en
los altos de un inmueble situado en el jirón Abato, a pocos metros de la
intersección con el jirón General Prado.
Esta fue la Primera Promoción de Árbitros de Fútbol de Huánuco, en ella se
titularon Víctor Gonzales Aparicio, Jorge Ingunza Chiriboga, Vidal Malpartida
Echevarría, Nilo Orihuela Egúsquiza, Hugo Orihuela Egúsquiza, Raúl Carrasco
Espinoza, Marino Meza Rozales, Elmer Astuquipán Jurado, Elmer Llanos Flores,
Roberto Zevallos Silvestre; además participaron Alejandro Vía y David Príncipe.
Ellos constituyeron la primera Asociación
Departamental de Árbitros de Fútbol de Huánuco, con diploma, carné e insignia
oficial otorgada por la Federación Peruana de Fútbol luego de una exigente
evaluación, en la que participó el Instructor apellidado Rabina, enviado
especialmente por el organismo rector del balomopié nacional. Fue elegido
presidente Víctor Gonzales Aparicio, que a partir de esa fecha se constituyó en
un preocupado y diligente instructor de sus compañeros, tarea en la que no cejó
con ninguna de las promociones posteriores y que la ejercitó hasta el día de su
partida final, situación que lo distingue de una manera muy especial, siendo
merecedor junto a Julio C. Santamaría de un pedestal muy importante en el
desarrollo del arbitraje departamental.
De esta manera el cobro de honorarios quedaba
oficializado y formaba parte del pliego de egresos del presupuesto de las
competencias futbolísticas, había terminado la época del arbitraje aficionado.
Este grupo humano tuvo la virtud de elevar el
nivel del arbitraje en nuestro medio. Hubieron elementos calificados, capaces
de dirigir en todo lugar y nivel, con
vocación y conocimiento de su ejercicio, mostraban seriedad profesional
y ética en la función asumida.
A ellos les tocó dirigir en el campeonato de
la Liga y en partidos de la “Copa Perú”
a nivel provincial y departamental, pues en ese entonces recién empezaban a
constituirse las ligas distritales y los partidos a nivel regional los dirigían
jueces de Lima. En ese sentido no tuvieron la oportunidad que reclamaban y bien
merecían.
Los jueces más importantes de esta promoción
fueron Jorge Ingunza Chiriboga, Víctor Gonzales Aparicio, Nilo Orihuela
Egúsquiza y Vidal Malpartida Echevarría. Cada uno de ellos con sus virtudes,
todos tenían un excelente manejo del reglamento y criterio para aplicar las
reglas de juego, además de autoridad para hacer respetar sus decisiones.
En Tingo María el arbitraje empezaba a tomar
forma, surgiendo la presencia de Walter Cáceres Calero, Rubén Benítez Clement y Luis Sin Lao.
En
Ambo, ya se insinuaba la presencia de Gerardo Bravo Fretel.
Surgieron problemas con la Liga. El afán
preeminente de algunas instituciones y/o dirigentes desencadenó la crisis, que
trajo como consecuencia que los árbitros mencionados dejaran el silbato y se
retiraran.
Cuando se tenía que definir el campeonato
entre el “Juan Bielovucic” y el Santa
Rosa, el año 1972, no habían árbitros. Entonces surgió la figura de Hebert
Castañeda, que ya venía dirigiendo algunos cotejos, lo hacía con energía aun
cuando no con mucho conocimiento. Logró sacar adelante el partido que ganó el
Bielovucic por la vía de los penales, tomando cuerpo la presencia de este nuevo
árbitro.
La Segunda Promoción
En el verano de 1974 se realizó el Campeonato Interbarrios de Fútbol de “La
Prensa”. Fue ésta su única versión nacional y obviamente también se realizó
en Huánuco. Colaboraron en el arbitraje, además de los jueces mencionados,
futbolistas que estaban en su transición del alejamiento de los campos, como
Spencer Belgrano, Marcos Paredes, Manuel Espinoza.
Pero ante la carencia de árbitros oficiales
que asumieran la conducción de las competencias futbolísticas, la Comisión
Departamental de Ligas de Fútbol, que en ese entonces presidía, organizó el
Segundo Curso para Árbitros de Fútbol, que fue dictado por el entonces Instructor
de Árbitros de la Federación nuestro paisano Antonio Contreras Palomino.
Este evento tuvo lugar el año 1975 (¿), se
titularon Spencer Belgrano Ramos, Manuel Espinoza Fernández, Julián Vásquez
Jaramillo, Marcos Paredes Calderón, Manuel Fuster Berrospi, Manuel Lucas,
Manuel Palacios; Rubén Benítez Clement de Tingo María, Gerardo Bravo Fretel de
Ambo. La convocatoria tuvo carácter departamental, también participaron Jesús
Obregón, Ulises Vásquez Poma, Alejandro Vía y David Príncipe.
Rindieron examen tanto teórico como práctico,
la prueba vino de Lima en sobre lacrado y devuelta conteniendo las
evaluaciones, retornando con los correspondientes títulos para los aprobados.
Constituida la Asociación Departamental de
Árbitros de Fútbol de Huánuco, la presidencia recayó en Spencer Belgrano Ramos.
El caudillo de los campos se convirtió en líder de la organización de jueces.
A ellos se sumó la participación de Inocencio
Alonso, quien en un principio vino como árbitro de la Liga Distrital de “Juan José Crespo y Castillo” –
Aucayacu, era titulado y había actuado en la división profesional.
Ellos tuvieron un mayor ámbito de acción, no
sólo el local, sino las etapas provincial, departamental y regional de la “Copa
Perú”, llegando a actuar como jueces de línea en los partidos oficiales del
Campeonato Descentralizado. Para este efecto fueron acreditados los más
calificados, Spencer Belgrano Ramos, Julián Vásquez Jaramillo, Manuel Espinoza
Fernández, Marcos Paredes Calderón y el tíngales Rubén Benítez Clement, quien
luego desistió.
Estos árbitros actuaban como jueces de línea
en los partidos que el León jugaba como local, alternando de esta manera con
los jueces capitalinos que dirigían los partidos de la división profesional.
Fue una época de apogeo del arbitraje peruano, estaban en pleno ejercicio
Ëdison Pérez Núñez, quien dirigió en el Mundial de 1974 en Alemania; César
Orozco, que dirigió en el Mundial de 1978 en Argentina y Enrique Labó Revoredo,
presente en el Mundial de 1982 en España y en torneos olímpicos. Además estaban
Erasmo Mondoñedo, Enrique Montes y surgían los serían nuevos jueces FIFA Carlos
Montalbán, César Pagano, además de Alfonso Postigo y el trágicamente
desaparecido Samuel Alarcón, que hacía sus pìninos.
Estos jueces, especialmente Edison Pérez y
Erasmo Mondoñedo, no escatimaban esfuerzos para trasmitir sus conocimientos y
experiencias, dictaban charlas los días sábados, contaban sus experiencias,
mantenían fraternalmente actualizados y capacitados a los jueces de Huánuco.
Belgrano, Vásquez y Espinoza llegaron a
arbitrar partidos de competencia profesional fuera de Huánuco, especialmente en
las localidades de Huancayo y Tarma, haciéndolo con solvencia y reconocida
calidad.
Ësta con la primera fueron promociones de
gran jerarquía, correspondiendo a la segunda la época más importante del
arbitraje del fútbol peruano, que nunca como en este período estuvo tan bien
representado y con gran prestigio a nivel internacional.
En este nuevo grupo, a las condiciones que
había que tener para ser buen juez se sumaba el roce a que hice referencia, el
conocimiento de las reglas de juego y su permanente actualización, todos ellos
fueron futbolistas, caudillos en sus respectivos equipos. Eran toda una
autoridad, sin que ello signifique necesariamente que para ser buen árbitro hay
que haber sido buen futbolista.
Las nuevas promociones
Desintegrado el grupo anterior, también por
desavenencias con la Liga de Fútbol, asumieron la responsabilidad de la
dirección de las competencias algunos de los árbitros de la anterior agrupación,
entre ellos Nilo Orihuela y Vidal Malpartida.
En 1981 (¿) se realizó un curso dictado por
Belisario Calle, árbitro retirado e Instructor de la Federación. En esta
promoción se titularon Ulises Vásquez Poma, Hebert Castañeda, Freddy Cruz
Castañeda, Fidel Morales Rojas, Samuel Malpartida Älvarez, David Cabrera
Aguirre, Isidoro Verde, Fidencio Mallqui. A ellos se sumaron Benigno Vera
Orihuela, titulado en Huancavelica; William Manrique, titulado en Cerro de
Pasco; y Alberto Tello.
Esta promoción se caracterizó por su
permanente deseo de superación, aparte de que existía mucha solidaridad.
Considero que ellos alcanzaron un importante nivel institucional y gremial. Era
un grupo fraterno, activo y preocupado. El inefable Hebert Castañeda era el más
representativo de ellos, junto con Freddy Cruz, Fidel Morales y Benigno Vera,
un juez solvente con mucha vocación.
Ellos tuvieron oportunidad de dirigir no
solamente a nivel de “Copa Perú”,
sino en la etapa regional del torneo descentralizado, alternando frecuentemente
con árbitros capitalinos, entre ellos el huanuqueño Santiago Lazo Figueroa,
quien en más de una oportunidad actuó en nuestro estadio.
La historia continúa
Hemos tratado de realizar una síntesis lo más
cercana a la realidad. Considero que nuestro arbitraje logró alcanzar un
prestigio que debe tratar de mantenerlo. Si bien es cierto se quebraron muchas
organizaciones, impidiendo la secuencialidad con las nuevas, estimo que se
fueron recogiendo las experiencias.
Los momentos de apogeo como de crisis de
diferente índole, no fueron extraños al arbitraje nacional como local.
Nuestros árbitros huanuqueños ya están
insertados en el concenso del arbitraje nacional, como tal participan en las
diferentes competencias, tanto a nivel local como en las etapas departamentales
y regionales de la “Copa Perú”, y han
tenido presencia en el torneo descentralizado cuando el León de Huánuco
participaba en este evento.
Es necesario remarcar que el arbitraje ha
estado siempre en un proceso de evolución, el mismo que se hizo más evidente a
partir del setenta con la aparición de las tarjetas, luego siguió mucho más
aceleradamente, pero para facilitar su asimilación siempre ha sido necesaria la existencia de
una organización institucional que los representara localmente.
Así, cuando la Internacional Board, organismo
rector de la FIFA en materia de arbitraje, dictaba nuevas normas, la
actualización y aplicación de estas innovaciones fue más inmediata y eficiente.
La institucionalidad ha sido uno de los más importantes aportes del arbitraje
al desarrollo del balompié huanuqueño.
Para todo árbitro el partido no termina a los
noventa minutos. Es necesario evaluarlo, analizar los errores para corregirlos
y mejorar los aspectos positivos. Pero,
junto al conocimiento teórico, la aplicación del reglamento, la
preparación físico debe estar la ética profesional, como soporte fundamental
del ejercicio arbitral.
En una oportunidad me decía Antonio Contreras
en los pasillos del Estadio Nacional: “No hay árbitro
bueno ni malo, el único árbitro bueno es el que no arbitra ...”.
A esto me permito agregar, que el error es
una condición natural del ser humano y como tal lo es en el arbitraje, pero lo
que no es aceptable de manera alguna es
la intencionalidad de cometerlo.
El
arbitraje es una tarea hermosa, es un ejercicio de autoridad para hacer
justicia.
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