lunes, 6 de abril de 2015

LOS JUECES EN EL FÚTBOL


   

Indudablemente   quienes trajeron las primeras noticias e inquietudes futbolísticas a Huánuco, fueron implícitamente los portadores de los conocimientos básicos de las reglas de juego.

Es posible, que al iniciarse los aprestos futbolísticos, quienes daban pautas de cómo debería de jugarse eran los huanuqueños que estudiaban en Lima y venían de vacaciones; o también quienes t5enían vinculación con Cerro de Pasco. Ciudad a la que llegó el fútbol mucho antes que a la nuestra, como consecuencia de la implantación de la explotación minera. Esto significa tácitamente, para quienes cumplían esta tarea difusora, ir dando a conocer aspectos de carácter reglamentario.
Junto a esto venía la calificación de las acciones, validez de unas o invalidez de otras, aun cuando al comienzo solamente pelotearan o jugaran únicamente ataque y defensa. Mientras permanecían en Huánuco esa función era desempeñada `por ellos mismos, de ahí que se erijan en precursores de nuestro arbitraje balompedístico.
Todo lo fueron recogiendo los interesados en esta novedosa actividad, los primeros en hacerlo fueron los vecinos, primero los del Parque Santo Domingo y luego los del Parque de la Parroquia de la Virgen de las Mercedes, identificada como Parque de “La Merced”, entre ellos  Heraclio Tapia León y Serafín Andrade, que posiblemente estarían entre quienes oficiaron de árbitros.

 Los inicios del arbitraje

 A partir de 1909, en que empiezan a nacer las instituciones, surgen también las confrontaciones. Esto implicaba de hecho la existencia de un juez que dirimiera los conflictos de juego.

Entones, como los primeros conocedores de las reglas básicas de juego eran los que lo practicaban, fueron los jugadores de tiendas neutrales los que generalmente asumían las funciones de jueces.
Naturalmente escogían a las personas que mostraban más autoridad o liderazgo dentro del grupo de participantes o de los pr8imeros espectadores.
Así transcurrió el arbitraje hasta aproximadamente la década del cincuenta, aun cuando en algunas circunstancias especiales se tomaban las providencias del caso, previniéndose la responsabilidad del arbitraje. Pero lo cierto fue que transcurrió con muchos altibajos, que llegó inclusive hasta la primera versión de la “Copa Perú” en 1967, cuando Nilo Orihuela Egúsquiza fue requerido por los capitanes del León de Huánuco y “Alfonso Ugarte”  de Chiclín, para que dirigiera el partido que había sido interrumpido, al haber quedado imposibilitado de hacerlo Joaquín Gayoso, quién recibió un impacto de piedra en la cabeza.

El conocimiento de las reglas de juego

Presumimos que este conocimiento se fue adquiriendo a través de los mismos que promovían la actividad, así como por los medios de comunicación social, de la lectura de los periódicos capitalinos respecto a las competiciones futbolísticas o mediante el contacto directo e intercambio de experiencias, que se empezaron a dar en diferentes tipos y niveles de competencias, oficiosas al comienzo, empezando por las contiendas interclubes, luego a niveles distrital y provincial, hasta que a fines de los años veinte llegaron oficialmente los torneos nacionales.
En cuanto a la participación del periodismo huanuqueño en el conocimiento de las reglas de juego, ofrezco una evidencia rotunda.
El Diario “La Prensa”, en su Nº 79, de fecha 12 de setiembre de 1935, efectúa la siguiente publicación:

“DEPORTES – INSTRUCCIONES A LOS REFEREES – El referee no permitirá que se dé el corner-kick o el gol-kick mientras algunos de los adversarios se hallen a menos de 9.14 mts. (diez yardas) de distancia de la pelota. El golkeaper no puede pasearse haciendo saltar la pelota en la mano. Después del segundo paso se le aplicará la pena. El golkeaper no puede manotear la pelota fuera del área penal. Haciéndolo infringe la regla 9. Por llevar la pelota la pena es un free-kick.- Es lícito atropellar de atrás cuando el jugador intencionalmente impide o un adversario, sea abriendo los brazos o poniéndose de cara para su gol, pero la atropellada no debe ser en ningún caso violenta o peligrosa.- Se tomará muy buena nota de que vale un gol directo (toque o no toque la pelota a cualquiera de los jugadores de uno u otro bando), de un corner-kick o cuando el free-kick ha sido concedido por infracción a la Regla 9)”.
Esta información hace mucho más encomiable el esfuerzo periodístico de la época, pese a las distancias y la limitada tecnología existente.
Quienes eran los árbitros           
Las personas escogidas por los capitanes, como expresé en líneas anteriores, éstas tenían que reunir ciertas características, siendo las principales la condición de neutrales en relación a los contendientes, conocimiento de las reglas de juego, personalidad para ejercer autoridad; aunque es necesario anotar que antes como ahora los jugadores e hinchas fueron difíciles de satisfacer y controlar.
Pero eso no era todo, quienes asumían la función de jueces lo hacían frecuentemente y de buen grado, por lo que podríamos decir que sentían una escondida vocación por este ejercicio, unido a un indiscutido espíritu deportivo.
Los árbitros así comprometidos en las tribunas no actuaban con jueces de línea, a veces cuando el partido se presentaba difícil se requería el concurso de dos aficionados, que por banderín usaban un pañuelo y que generalmente eran escogidos por cada uno de los capitanes, cuando no por el mismo árbitro. También adolecían de  resguardo policial, no había malla olímpica, el público podía invadir en cualquier momento el terreno de juego, lo cual era normal en la ejecución de un tiro de penal. Los árbitros de ese tiempo tenían como escudo la honestidad de su arbitraje y su personalidad.
Voy a tratar de hacer una relación cronológica de quienes arbitraron en los albores de nuestro fútbol, naturalmente tiene un carácter referencial. Es producto de los documentos y fuentes periodísticas que hemos tenido a la mano, no omitimos ningún nombre de los que pudiéramos haber hallado. La ausencia de la cita de otras personas, es debido a que en muy pocas crónicas deportivas mencionan a los jueces de los partidos.
En la década del veinte figuran los siguientes:
Augusto Vásquez Lira, toda una personalidad en la época, no sólo un calificado deportista.
El Capitán Eduardo Hurtado, persona que imponía energía y autoridad, apoyó la práctica deportiva durante su permanencia en nuestra localidad.
Heraclio Tapia León, promotor deportivo y persona permanentemente ligada a las actividades deportivas.
En la ciudad de Cerro de Pasco, quien asumía los arbitrajes importantes era Pedro Otayza Puente, el popular “Pavo”, quien después en Huánuco defendió las divisas del “Leoncio Prado”  y Minería, y siguió colaborando como juez.
Luego en la década del treinta surge el nombre de Baltasar Herrera, de quien no he podido obtener ninguna información.
En esa misma época era requerido constantemente para dirigir Alberto Vélez de Villa Lázaro, back del Tarapacá, integrante de la recordada selección del 36, Presidente de los verdinegros de Rumichaca y de la Liga de Fútbol. Tuvo un recordado arbitraje entre las selecciones de Huánuco y Jauja, la Liga jaujina lo distinguió con un diploma, pese a haber perdido el partido.
Pablo Salgado, recio back del “Leoncio Prado”. Era de los que imponía respeto en la zaga y en sus decisiones arbitrales, integró la selección del 36.
En los años cuarenta continuó Pablo Salgado y surgieron en la tarea de jueces Víctor “Chileno”  Fernández, Marcial Zevallos, Teófilo Chussing, el “Zorro”  Juan Bedoya y Alejandro Chávez, los últimos continuaron dirigiendo en los años cincuenta, especialmente en partidos considerados de mayor importancia.
Desde que empecé a asistir al estadio en 1953, he visto desfilar un sin número de árbitros, naturalmente me acuerdo de aquellos a quienes más constantemente veía dirigir, ello no constituye una omisión deliberada de las personas cuyos nombres no aparezcan, ni tampoco los que figuren hayan sido los únicos.
Así tenemos que durante este lapso arbitraban Jesús Pedraza Sarmiento, Joaquín Gayoso Berrospi, Julio Santa María Soto; de la nueva ornada Oswaldo Gallardo Bonani, Mario Mayorga, Augusto “Pachochín” Berrospi, Máximo Noda Bravo, Dimas Garay Nalvarte, Víctor Gonzales Aparicio, Angel Llanos Morales.
A fines de esta década apareció el primer árbitro uniformado de negro, se trataba de un señor apellidado Zolezzi. Era un tipo alto, grueso y colorado, la tribuna lo bautizó con el apelativo de “Puca Pavo” –pavo colorado-.

Posteriormente se establecería por un tiempo en nuestra ciudad el cerreño Sixto Travesaño, en Cerro de Pasco ya había Escuela de Árbitros, también dirigía uniformado.
Las primeras organizaciones de árbitros
Considero que la presencia del italiano Diego D’Leo fue una de las más fructíferas para el arbitraje nacional. No porque antes no hubiéramos tenido árbitros capacitados o personas que no se preocuparan porque esto mejorara, sino sencillamente porque el peninsular se proyectó a formar escuela, en crear conciencia de la capacitación permanente del árbitro, en modernizar el arbitraje, el mantenerlo actualizado. Producto de este trabajo está la figura de Arturo Yamasaki,  con presencia en los mundiales de 1962 en Chile, de 1966 en Inglaterra y de 1970 en Méjico, donde fue distinguido con  el “Silbato de Plata”.
El arbitraje fue mirándose como una actividad interesante. Los jueces de fútbol en nuestro medio se dieron cuenta que deberían agruparse y formar una Escuela de Árbitros. De esta manera no actuarían dentro de un marco de informalidad, sino mas bien ingresarían al círculo oficial de la organización deportiva, hecho que significaba un avance dentro del desarrollo de nuestro balompié
Uno de los más importantes gestores de esta organización, hay que decirlo con mayúsculas, fue Julio César Santamaría Soto, de ahí que le dediquemos un espacio en singular.
“Don Julio”, como solíamos llamarlo afectivamente, cuando empezaban los años setenta, con la participación de personas como Jesús Pedraza Sarmiento,  Nicolás Miller Figueroa, Ángel Llanos Morales, Pastor Hidalgo, Josué Malpartida, Demetrio Berrospi, Bernabé Cercedo y Moisés Cercedo fue posible la formación de la Escuela de Árbitros “Heraclio Tapia León”. Dentro de esta organización incorporaron a muchos que sentían vocación por el arbitraje, entre ellos estaba el citado Sixto Travesaño, uno de los más eficientes del grupo. La afición lo bautizó con el apelativo de árbitro “Dos botes”, porque toda falta producto de jugada dividida la solucionaba con el “suelte neutral”.
Lamentablemente no  faltaron problemas y la organización no pudo seguir adelante. Hubieron nuevos intentos de reagrupamiento, como la Asociación Departamental de Árbitros de Fútbol con Alejandro Chávez y Celso Briceño,  que nuevamente fueron quedando en el camino.
Otra vez volvió la informalidad. Eran requeridos para dirigir partidos don Julio Santamaría, los hermanos Nilo y Hugo Orihuela, Víctor Gonzales Aparicio, Alejandro Vía,  Joaquín Gayoso, Vidal Malpartida, Raúl Carrasco, Moisés Cercedo, David Príncipe, Alejandro Vía en la primera división; en la segunda era habitual la presencia de Cipriano Oceda y Juan Gastope, muchos de ellos actuaban uniformados.
Esta situación se hizo crítica cuando se dio el el problema que referimos, con ocasión de la primera versión de la “Copa Perú” en 1967, en el partido entre el León de Huánuco con el “Alfonso Ugarte”  de Chiclín.
Estas personas, a las que se sumó Jorge Ingunza Chiriboga, que retornaba de Lima y que había seguido un curso de arbitraje en la Federación Peruana de Fútbol, formaron una nueva versión de la Escuela de Árbitros, que serviría de base para consolidar la institucionalidad de los jueces de fútbol.
Titulación y profesionalización de los árbitros: la Primera Promoción
El Consejo Departamental de Ligas, que ahora es la Federación Departamental de Fútbol, presidido en ese entonces por el Dr. Mario Galarza Palacios, realizó un curso oficial, para cuyo efecto la Federación envió al Instructor Manuel Villanueva.
Se realizó en 1967 (¿), en la “Casa del Deporte”, ubicada entonces en los altos de un inmueble situado en el jirón Abato, a pocos metros de la intersección con el jirón General Prado.
Esta fue la Primera Promoción de Árbitros de Fútbol de Huánuco, en ella se titularon Víctor Gonzales Aparicio, Jorge Ingunza Chiriboga, Vidal Malpartida Echevarría, Nilo Orihuela Egúsquiza, Hugo Orihuela Egúsquiza, Raúl Carrasco Espinoza, Marino Meza Rozales, Elmer Astuquipán Jurado, Elmer Llanos Flores, Roberto Zevallos Silvestre; además participaron Alejandro Vía y David Príncipe.
Ellos constituyeron la primera Asociación Departamental de Árbitros de Fútbol de Huánuco, con diploma, carné e insignia oficial otorgada por la Federación Peruana de Fútbol luego de una exigente evaluación, en la que participó el Instructor apellidado Rabina, enviado especialmente por el organismo rector del balomopié nacional. Fue elegido presidente Víctor Gonzales Aparicio, que a partir de esa fecha se constituyó en un preocupado y diligente instructor de sus compañeros, tarea en la que no cejó con ninguna de las promociones posteriores y que la ejercitó hasta el día de su partida final, situación que lo distingue de una manera muy especial, siendo merecedor junto a Julio C. Santamaría de un pedestal muy importante en el desarrollo del arbitraje departamental.
De esta manera el cobro de honorarios quedaba oficializado y formaba parte del pliego de egresos del presupuesto de las competencias futbolísticas, había terminado la época del arbitraje aficionado.
Este grupo humano tuvo la virtud de elevar el nivel del arbitraje en nuestro medio. Hubieron elementos calificados, capaces de dirigir en todo lugar y nivel, con  vocación y conocimiento de su ejercicio, mostraban seriedad profesional y ética en la función asumida.
A ellos les tocó dirigir en el campeonato de la Liga y en partidos de la “Copa Perú” a nivel provincial y departamental, pues en ese entonces recién empezaban a constituirse las ligas distritales y los partidos a nivel regional los dirigían jueces de Lima. En ese sentido no tuvieron la oportunidad que reclamaban y bien merecían.
Los jueces más importantes de esta promoción fueron Jorge Ingunza Chiriboga, Víctor Gonzales Aparicio, Nilo Orihuela Egúsquiza y Vidal Malpartida Echevarría. Cada uno de ellos con sus virtudes, todos tenían un excelente manejo del reglamento y criterio para aplicar las reglas de juego, además de autoridad para hacer respetar sus decisiones.
En Tingo María el arbitraje empezaba a tomar forma, surgiendo la presencia de Walter Cáceres Calero, Rubén Benítez  Clement y Luis Sin Lao.
En Ambo, ya se insinuaba la presencia de Gerardo Bravo Fretel.
Surgieron problemas con la Liga. El afán preeminente de algunas instituciones y/o dirigentes desencadenó la crisis, que trajo como consecuencia que los árbitros mencionados dejaran el silbato y se retiraran.
Cuando se tenía que definir el campeonato entre el “Juan Bielovucic” y el Santa Rosa, el año 1972, no habían árbitros. Entonces surgió la figura de Hebert Castañeda, que ya venía dirigiendo algunos cotejos, lo hacía con energía aun cuando no con mucho conocimiento. Logró sacar adelante el partido que ganó el Bielovucic por la vía de los penales, tomando cuerpo la presencia de este nuevo árbitro.
La Segunda Promoción
En el verano de 1974 se realizó el Campeonato Interbarrios de Fútbol de “La Prensa”. Fue ésta su única versión nacional y obviamente también se realizó en Huánuco. Colaboraron en el arbitraje, además de los jueces mencionados, futbolistas que estaban en su transición del alejamiento de los campos, como Spencer Belgrano, Marcos Paredes, Manuel Espinoza.
Pero ante la carencia de árbitros oficiales que asumieran la conducción de las competencias futbolísticas, la Comisión Departamental de Ligas de Fútbol, que en ese entonces presidía, organizó el Segundo Curso para Árbitros de Fútbol, que fue dictado por el entonces Instructor de Árbitros de la Federación nuestro paisano Antonio Contreras Palomino.
Este evento tuvo lugar el año 1975 (¿), se titularon Spencer Belgrano Ramos, Manuel Espinoza Fernández, Julián Vásquez Jaramillo, Marcos Paredes Calderón, Manuel Fuster Berrospi, Manuel Lucas, Manuel Palacios; Rubén Benítez Clement de Tingo María, Gerardo Bravo Fretel de Ambo. La convocatoria tuvo carácter departamental, también participaron Jesús Obregón, Ulises Vásquez Poma, Alejandro Vía y David Príncipe.
Rindieron examen tanto teórico como práctico, la prueba vino de Lima en sobre lacrado y devuelta conteniendo las evaluaciones, retornando con los correspondientes títulos para los aprobados.

Constituida la Asociación Departamental de Árbitros de Fútbol de Huánuco, la presidencia recayó en Spencer Belgrano Ramos. El caudillo de los campos se convirtió en líder de la organización de jueces.
A ellos se sumó la participación de Inocencio Alonso, quien en un principio vino como árbitro de la Liga Distrital de “Juan José Crespo y Castillo” – Aucayacu, era titulado y había actuado en la división profesional.
Ellos tuvieron un mayor ámbito de acción, no sólo el local, sino las etapas provincial, departamental y regional de la  “Copa Perú”, llegando a actuar como jueces de línea en los partidos oficiales del Campeonato Descentralizado. Para este efecto fueron acreditados los más calificados, Spencer Belgrano Ramos, Julián Vásquez Jaramillo, Manuel Espinoza Fernández, Marcos Paredes Calderón y el tíngales Rubén Benítez Clement, quien luego desistió.
Estos árbitros actuaban como jueces de línea en los partidos que el León jugaba como local, alternando de esta manera con los jueces capitalinos que dirigían los partidos de la división profesional. Fue una época de apogeo del arbitraje peruano, estaban en pleno ejercicio Ëdison Pérez Núñez, quien dirigió en el Mundial de 1974 en Alemania; César Orozco, que dirigió en el Mundial de 1978 en Argentina y Enrique Labó Revoredo, presente en el Mundial de 1982 en España y en torneos olímpicos. Además estaban Erasmo Mondoñedo, Enrique Montes y surgían los serían nuevos jueces FIFA Carlos Montalbán, César Pagano, además de Alfonso Postigo y el trágicamente desaparecido Samuel Alarcón, que hacía sus pìninos.
Estos jueces, especialmente Edison Pérez y Erasmo Mondoñedo, no escatimaban esfuerzos para trasmitir sus conocimientos y experiencias, dictaban charlas los días sábados, contaban sus experiencias, mantenían fraternalmente actualizados y capacitados a los jueces de Huánuco.
Belgrano, Vásquez y Espinoza llegaron a arbitrar partidos de competencia profesional fuera de Huánuco, especialmente en las localidades de Huancayo y Tarma, haciéndolo con solvencia y reconocida calidad.
Ësta con la primera fueron promociones de gran jerarquía, correspondiendo a la segunda la época más importante del arbitraje del fútbol peruano, que nunca como en este período estuvo tan bien representado y con gran prestigio a nivel internacional.
En este nuevo grupo, a las condiciones que había que tener para ser buen juez se sumaba el roce a que hice referencia, el conocimiento de las reglas de juego y su permanente actualización, todos ellos fueron futbolistas, caudillos en sus respectivos equipos. Eran toda una autoridad, sin que ello signifique necesariamente que para ser buen árbitro hay que haber sido buen futbolista.
Las nuevas promociones
Desintegrado el grupo anterior, también por desavenencias con la Liga de Fútbol, asumieron la responsabilidad de la dirección de las competencias algunos de los árbitros de la anterior agrupación, entre ellos Nilo Orihuela y Vidal Malpartida.
En 1981 (¿) se realizó un curso dictado por Belisario Calle, árbitro retirado e Instructor de la Federación. En esta promoción se titularon Ulises Vásquez Poma, Hebert Castañeda, Freddy Cruz Castañeda, Fidel Morales Rojas, Samuel Malpartida Älvarez, David Cabrera Aguirre, Isidoro Verde, Fidencio Mallqui. A ellos se sumaron Benigno Vera Orihuela, titulado en Huancavelica; William Manrique, titulado en Cerro de Pasco; y Alberto Tello.
Esta promoción se caracterizó por su permanente deseo de superación, aparte de que existía mucha solidaridad. Considero que ellos alcanzaron un importante nivel institucional y gremial. Era un grupo fraterno, activo y preocupado. El inefable Hebert Castañeda era el más representativo de ellos, junto con Freddy Cruz, Fidel Morales y Benigno Vera, un juez solvente con mucha vocación.
Ellos tuvieron oportunidad de dirigir no solamente a nivel de “Copa Perú”, sino en la etapa regional del torneo descentralizado, alternando frecuentemente con árbitros capitalinos, entre ellos el huanuqueño Santiago Lazo Figueroa, quien en más de una oportunidad actuó en nuestro estadio.
La historia continúa
Hemos tratado de realizar una síntesis lo más cercana a la realidad. Considero que nuestro arbitraje logró alcanzar un prestigio que debe tratar de mantenerlo. Si bien es cierto se quebraron muchas organizaciones, impidiendo la secuencialidad con las nuevas, estimo que se fueron recogiendo las experiencias.
Los momentos de apogeo como de crisis de diferente índole, no fueron extraños al arbitraje nacional como local.
Nuestros árbitros huanuqueños ya están insertados en el concenso del arbitraje nacional, como tal participan en las diferentes competencias, tanto a nivel local como en las etapas departamentales y regionales de la “Copa Perú”, y han tenido presencia en el torneo descentralizado cuando el León de Huánuco participaba en este evento.
Es necesario remarcar que el arbitraje ha estado siempre en un proceso de evolución, el mismo que se hizo más evidente a partir del setenta con la aparición de las tarjetas, luego siguió mucho más aceleradamente, pero para facilitar su asimilación  siempre ha sido necesaria la existencia de una organización institucional que los representara localmente.
Así, cuando la Internacional Board, organismo rector de la FIFA en materia de arbitraje, dictaba nuevas normas, la actualización y aplicación de estas innovaciones fue más inmediata y eficiente. La institucionalidad ha sido uno de los más importantes aportes del arbitraje al desarrollo del balompié huanuqueño.
Para todo árbitro el partido no termina a los noventa minutos. Es necesario evaluarlo, analizar los errores para corregirlos y mejorar los aspectos positivos. Pero,  junto al conocimiento teórico, la aplicación del reglamento, la preparación físico debe estar la ética profesional, como soporte fundamental del ejercicio arbitral.
En una oportunidad me decía Antonio Contreras en los pasillos del Estadio Nacional: “No hay árbitro bueno ni malo, el único árbitro bueno es el que no arbitra ...”.
A esto me permito agregar, que el error es una condición natural del ser humano y como tal lo es en el arbitraje, pero lo que no es aceptable de manera alguna es  la intencionalidad de cometerlo.
El arbitraje es una tarea hermosa, es un ejercicio de autoridad para hacer justicia.


























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