domingo, 5 de abril de 2015

LOS CHATOS GRANDES DEL BÁSQUETBOL HUANUQUEÑO



Es muy usual el comentario de que el básquetbol es un deporte para personas altas. Indudablemente que lo es, desde que sus gigantescos inventores colocaron el cesto para marcar puntos a 3.05 mts. del suelo, obligando a que el balón tenga un mayor control en las alturas, es que nació en Estados Unidos de Norteamérica, en un Colegio de Springfield, James Naisminth lo creo y lo reglamentó.
Por eso vemos normal que los equipos de básquetbol en el mundo entero estén conformados por jugadores de gran estatura.
Asimismo, el equipo peruano que alcanzó mayor figuración internacional, cuarto en las Olimpiadas de Tokio de 1964, fue posiblemente el de más talla en nuestra historia, donde el gigante Ricardo Duarte fue el mayor anotador de este torneo.
En una oportunidad un entrenador norteamericano que vino al Perú salió a pasear por Lima, proponiendo a los jóvenes de tamaño no peruano que practiquen el básquetbol.
Sin embargo, el deporte de la canasta es una práctica que ha alcanzado difusión mundial y todos los escenarios están poblados de gigantes aunque fueran importados, como sucede en el Perú donde la talla promedio es mediana.
Entonces, en un deporte idealizado para grandes, resulta como un capricho de la vida que destaquen en él los pequeños, los más chicos y en Huánuco nuestros suchos.
Esta realidad en el Perú en Huánuco debe verse como una cosa normal, real. Porque los peruanos no somos un país de altos, tampoco los huanuqueños, pero sí tenemos derecho a jugar básquetbol utilizando los recursos que tenemos para hacerlo.
Por eso en esta oportunidad, he decidido hablar de algunos de los grandes chatos que tuvo nuestro básquetbol. No voy a pretender establecer quien destacó más, no, esa no es mi intención. Quiero hablar de ellos, de sus características más saltantes, de aquello que nos dieron con su básquet.
Al primero de ellos no lo vi jugar,  he visto fotografías,  escuché hablar y conversé con él. Me refiero a Andrés Quintana Gurt Sara, a quien después deportivamente lo identificáramos como “Tarzán” en su función de delegado del León, equipo que justamente defendió como basquetbolista en los años cuarenta.
También lo hizo por el colegio en los campeonatos internos donde empezó a destacar y en la selección del plantel.
Antonio Franciscovich Rojas me refirió una vez que recordaba a Andrés como un efectivo lanzador, muy rápido. En otra ocasión el destacado intelectual huanuqueño Carlos Castillo Ríos, en un artículo de carácter político, inicia una referencia de Andrés Quintana recordándolo como un basquetbolista oportuno, que esperaba la pelota en el campo contrario y la recibía para encestar, “era un lauchero” manifestaba satíricamente.
Conversando con Andrés sobre el particular, él muy sonriente, con singular socarronería me dijo “al comienzo nadie me daba importancia entonces no me marcaban y me dejaban solo, recibía el pase cerca del tablero contrario y generalmente convertía. Pero después me empezaron a cuidar, entonces tenía que escurrirme y anotar. Aunque no todo era colarme al fondo, sino también saber lanzar entonces practiqué mucho lanzamiento, de ahí que siempre fui score del equipo”.
Continuando la secuencia cronológica damos un salto a la década del sesenta, encontramos al que más conozco pues pertenece a mi época estudiantil. Se trata de Javier Tello Figueroa, más conocido como “Huash”  Tello. Concluyó secundaria en 1960, jugaba básquet desde primaria, no desperdiciaba las horas de recreo ni las madrugadas de estudio.
Desde tercer año de secundaria integraba la selección del colegio, en la que se encontraban Pancho Robles, Ethel Espinoza, Rafael “Palito” Fernández, Augusto Figueroa, Carlos Chávez; no era titular pero ya alternaba con ellos, muchos le decían que era la mascota.
De andar desgarbado, fácilmente engañaba a los rivales que no lo conocían y también a los que lo conocían. Gustaba jugar por el centro. Dueño de una gran habilidad para el dribling con las dos manos, sobre todo sus amagues y salidas por los costados. Su juego burlón trayendo su marca a la línea, para proyectarse en doble ritmo o probar de media distancia.
Era un espectáculo cuando se enfrentaba a los norteamericanos del Corsarios entre los años 1959 y 1963, especialmente a Samuel Wilson, un gringo de casi de dos metros. Lo amagaba, le pasaba la pelota entre las piernas y salía jugando, el colorado zapateaba de rabia y el público gozaba. A veces lo llamaba al mano a mano y el público que incitaba, por no decir metía carbón, para ver el duelo.
En la Liga jugó al comienzo por el Exalumnos, en ese entonces equipo del profesor Shiggio, docente de Educación Física del colegio, luego con la partida de éste el club se convirtió en Daniel Carpio en 1961, pero duró poco tiempo. No recuerdo si llegó a jugar por el León, pero si estoy seguro que lo hizo por la Selección de Huánuco.
También en el colegio se fueron los mayores, hasta que él tomó la posta de Pancho Robles y asumió la capitanía de la selección. Junto a él Renée Loyola, Carlos Maynetto, Fernando Barrenechea, Mainardo Guillermo, Edgardo Huamán y Santiago Lazo.
Cuando “Huash” , con su andar despreocupado partió hacia otras tierras para no volver a dejarse ver, creo que se fue a Iquitos, ya hacía su aparición otro pequeño y gran basquetbolista el “Chato” César Vélez de Villa Figueroa, atlético, de fuerte contextura, dribling rápido. No le corría al choque, jugaba con fuerza y a eso sumaba su extraordinaria agilidad en el rebote.
Jugó en el León al  lado de Acucho Figueroa, Carlos Chávez, Adolfo Valdivia, el profesor Eugenio Pastrana, extraordinario armador, que tampoco es para contarlo entre los altos. También estuvo una temporada en el Círculo San Pedro, entre los años 65 y 67, en que campeonó con “Dombi” Gómez en uno de sus mejores años, no recuerdo haberlo visto en otro quinteto, lo cierto es que integró la selección del colegio y de Huánuco.
Viene un período de receso de nuestro baloncesto, hasta que llegan los años setenta, caracterizados por el apogeo de Agro Ríos, que durante varios años campeonó en infantiles, juveniles, damas y mayores.
El equipo auriverde era auspiciado por ese gordo bueno que era Raúl Ríos Chacón y estaba dirigido por Oscar Beteta Lazo.  Hasta que llegó un momento en que este equipo se convirtió en el Deportivo “La Perla”, que luego de un breve tiempo se constituyó en el “Acuarius” que tuvo una importante permanencia, siempre dirigido por el mismo técnico.
En esta institución vimos a José Delgado Manzano, identificado con el “Sucho”, otro chato excepcional para el deporte de los gigantes. Gran habilidad para el manejo de la pelota también para la marca de jugadores de mayor talla, pero destacaba en él su capacidad de conductor del equipo, corría incansablemente todo el campo, jugaba con mucho sentido táctico. Lideraba el equipo que también integraban su hermano Ricardo, los hermanos Court, Miraval, el “Chino” Sánchez.
En esa época un rival de competencia del Agro Ríos era el Juan Bielovucic que tenía elementos de mucha calidad, pero el que más destacaba y causaba dolores de cabeza a sus adversarios era el más pequeño, Edgard “Cañón” Ramírez, calificado en más de una temporada como el basquetbolista del año. Tenía un juego muy pícaro, una alegría extraordinaria que contagiaba a la tribuna, vivía con contento el partido sin perder la seriedad en la búsqueda del resultado. Armador, muy inteligente para buscar espacios pequeños y con un tiro muy peligroso de toda distancia, aparecía por donde nadie lo pensaba. Superaba fácilmente las marcas individuales.
Con frecuencia era víctima del juego fuerte, pero su sonrisa pícara y siempre bonachona era la respuesta. Me parece que nunca dejó el Juan Bielovucic y jugó en los II Juegos Centro Peruanos por la Selección de Huánuco.
En ese mismo tiempo había otro jugador de baja estatura que daba que hablar, era la “Bruja” Serna del Sherekhan , su principal arma era su efectividad en los tiros de media distancia, desde donde era una verdadera amenaza para las defensas rivales de las que se desmarcaba con mucha facilidad, pues sabía jugar muy bien sin pelota, aparte de que por momentos asumía el armado del equipo junto con el “Chino” Guillermo Gonzales.
Como les referí han habido también otros jugadores de baja estatura en el básquetbol huanuqueño. Los que he citado son aquellos a los que he conocido. Ustedes revisen el archivo de sus nostalgias y encontraran multitud de basquetbolistas chatos en los equipos de nuestra tierra, todos ellos con lo suyo rompiendo la regla de que el básquetbol es para los altos. Pero si hay altos que no quieren jugar o lo juegan mal, en el básquetbol del pillco habrá por mucho tiempo lugar para los suchos.




















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