lunes, 6 de abril de 2015

COPA PERÚ 1994 - Unheval no pasó a la final y el Atlántida llegó al Nacional




Ingresé al Nacional. Terminaba el primer tiempo del partido en  que el equipo de la Universidad “Hermilio Valdizán” –Unheval - perdía con el Hidro de La Oroya, partido  que culminó con la derrota y eliminación del equipo huanuqueño, en la etapa semifinal de la “Copa Perú”; de pronto un grito del centro de la cancha y alguien que corre a mi gritando ¡Profe! ¡Profe!.

Vestido con el uniforme de Unheval . Era Quevedo. Su nombre José Luis Grados. Nos estrechamos en un abrazo suscrito con fuerza y el inevitable humedecerse de los ojos. Después de tantos años. Ahí sobre el verde tapiz del primer escenario deportivo del Perú, donde se gradúan los futbolistas ante un severo jurado de cincuenta mil almas. Tantos niños sueñan con pisarlo y los más no llegan. Estaba ahí como cuando corría con su cajón de lustrabotas en la Plaza de Armas. Con su risa entera, su alegría de vivir, su vibración optimista antes de cada jornada.

Este no es Quevedo el palomilla, a quien muchos conocen. No, es José Luis Grados también lustrabotas y uno de los grandes capitanes del Atlántida. Sí, los equipos chicos, también los equipos de niños, también los equipos de niños pobres tienen también sus grandes capitanes.

Y en el Mundialito de Mardonio hay diferentes grupos de niños, los del Atlántida son los lustrabotas. Un equipo de niños humildes, de niños trabajadores, de los que juegan todos los días un partido a la vida y se le enfrentan cara a cara, sin correrle, con la sonrisa en los labios y la fuerza de un corazón indoblegable. Y tuvo también sus grandes capitanes.

En él veía dibujada la figura de todos y cada uno de los chiquillos, muchos de ellos fueron haciéndose mayores ante mis ojos. Cruzaron mis retinas como en una película sin final de sucesión terriblemente rápida Meraca, Lucho Reyes, Jinete, Hildebrando, Chiquitín, los Gil Jurado, Tanchi, Amancio, los hermanos Felipe y el Mono Flores, el “Poderoso” Bartolo, los Cori, Toñito, la preocupación de Shinto, los gritos de Raulín, el mirar de Gallada, el cariño que les prodigaba Manuel “Juanjui” Rodríguez.

Todo pasó en un momento, le empecé a preguntar y él me fue respondiendo con entusiasmo: “Siempre voy a la plaza, me estoy parando Profe, tengo ya mi moto taxi, cuando tenga algún billetito voy a estudiar.”

Estaba ahí, uno de los grandes capitanes de los niños humildes, símbolo de garra y bravura en la defensa, porque ellos también saben dar grandes partidos, tal vez con el pecho más caliente, expresan mejor el ejercicio lúdico del deporte y el drama existencial
que esta en su esencia. Ahí en el campo, sobre el que se cruzan invisibles los millones de miradas que dirigieron los espectadores desde hace más de cincuenta años. Estaba sobre el escenario que pisaron los consagrados, donde corrieron y jugaron Maradona, Pelé y D’Stéfano, como también lo hicieron Lolo, Chumpitaz, Benítez, Joya, Terry, Sotil, en fin tantos y tantos.

Pero era él, no me importaba más que eso, José Luis Grados “Quevedo”, el gran capitán de Atléntida, hincha y jugador del San Cristóbal, ahora con la divisa de Unheval, viniendo como refuerzo para defender a su pueblo, a su Huánuco, a su Llicua, a su barrio, representando al Atlántida. José Luis hacía realidad el sueño de los lustrabotas huanuqueños de pisar el nacional, buscando un lugar para el fútbol de su pueblo, en nombre de los más nobles: Los niños humildes y trabajadores del Perú.

Gracias José Luis, por haberme permitido abrazar y sentir a todos. Porque no fuiste tú solo José Luis, fueron todos los que vistieron la casaquilla del Atlántida en el Mundialito, al final todos los niños trabajadores de la Plaza de Armas y de nuestro pueblo, que también tienen derecho a soñar y hacer realidad sus sueños.

Unheval  perdió el partido y el reclamo ante la Comisión de Justicia, por la inscripción irregular de un jugador del Hidro, Delfino Presidente de la Federación dio la orden de que las cosas quedaran como están.

Mientras tú José Luis, con tu presencia hiciste que todos ganaran Hiciste realidad nuestro sueño: el Atlántida llegó al Nacional.

























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