Había fútbol en él y el
deseo de seguir jugando, estaba a término su compromiso con el “Juan Aurich” y
decidió por incorporarse al León de Huánuco, club del cual tenía buen
referente.
Así, sin otro
requerimiento que la voluntad de las partes, contrato suscrito y Julio Meléndez
Calderón, el “Negro el 2” de la zaga boquense se incorporaba al León de
Huánuco, con toda su trayectoria de lucido futbolista, aplaudido zaguero de la
defensa azul y oro, dueño de una técnica y finura extraordinarias que hacían
del fútbol un ballet, se incorporaba al balompié huanuqueño con la misma
sencillez que empezó a jugarlo cuando niño, allá en el puerto del Callao.
Había tenido la suerte
de verlo jugar en la zaga del Defensor Arica en un partido frente al Sporting
Cristal que concluyeron empatados, ahí pude apreciar los atributos técnicos de
este excepcional futbolista, que fácil le era jugar, siempre bien ubicado,
reduciendo espacios, anticipándose a la jugada, el indiscreto toque de pelota
cuando la llevaba el adversario, para suya hacerla y salirla jugando con
elegancia, luego de hacer un amague y abandonar su área para iniciar un ataque.
Pero juntos a esos
aplaudidos derroches, hay otros atributos en Julio Meléndez Calderón que han
lucido más allá de la cancha, es su caballerosidad, su don de gentes, la
simpleza de un hombre que por sus calidades no necesitaba nunca de fuegos
artificiales para ser identificado, siempre la sonrisa y el saludo amable,
cualquier lugar siempre fue bueno para hablar con don Julio.
Ese ídolo grande de una
de las hinchadas más grandes de un club de fútbol en el mundo, una de las más
apasionadas, exigentes, de aquellas que juegan en las tribunas a rabiar durante
los noventa minutos y juega toda la semana cerca de sus jugadores, exigiéndoles
ganar hasta la salida al campo, decidiendo el destino de éstos si fallan en
una, pero poniéndoselo en el corazón si hacen la imposible, una de esfuerzo
extraordinario o de lucida elegancia. Ese grande entre los grandes se hizo
huanuqueño por el fútbol y nos dio sin regateos sus experiencias y calidades,
para bañarse de aplausos en cada una de esas salidas jugando de adentro, tras
haber hecho un paseo del balón en su área.
Así nos brindó su
fútbol don Julio Meléndez Calderón, queda en nosotros la evocación de su gran
capacidad técnica, esa facilidad para jugar el fútbol en la zona más peligrosa
de su equipo, su personalidad para pararse en el centro de su área, su
capacidad para terminar con las angustias de un ataque adversario, identificado
con la divisa crema concluyó su carrera en 1979, como jugador entrenador del
equipo huanuqueño.
Esa gloria del fútbol
peruano nos dejó el privilegio de haber vivido su fútbol, sus calidades, sus excelencias
futbolísticas, de porque tan fácilmente ingresa al corazón de la hinchada y
permanece en el recuerdo, gracias Don Julio por el fútbol que nos brindó, no sé
si esta crónica sea suficiente.
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