lunes, 6 de abril de 2015

EL SANTA GANÓ A BATA SOL EN LIMA - Pasó a la final



La campaña del Santa concitó especial expectativa. Luego de empatar en Pucallpa frente el Sport Loreto y la goleada al A.D.T. de Tarma, los aficionados volcaron su interés por lo que hicieran los rosados mientras que el León luchaba por aferrarse a la categoría.
Luego vino un nuevo empate, esta vez de local frente al Bata Sol, seguidamente goleamos al Sport Loreto por cuatro a uno y caímos estrepitosamente de visitantes frente al A.D.T. por cinco a uno.
Con estos resultados llegábamos de copunteros a la fecha final, con seis unidades al igual que nuestro rival de turno el Bata Sol, con quien nos  tendríamos que enfrentar en el estadio “San Martín de Porras”.
A.D.T. con cinco puntos confiaba ganar a Loreto, como así fue, y que empataran los otros rivales, para ver que pasaba con el asunto de los goles.
En Huánuco, jugaba en el Estadio Modelo el León que andaba en problemas, tenía que imponerse al Grau de Piura.
Había que ganar jugando contra todo
En Lima, los santarrosinos estaban a un paso de la final, pero tendrían que vencer al Bata Sol, favorito de la prensa capitalina que lo promocionó al extremo. Además les preocupaba  que el Santa pasara porque de repente Huánuco podría tener dos equipos en la profesional. ¡Cuidado! Había que jugar contra todo. Una vez escuche decir a Víctor Fernández Mazuelos cuando en un entrenamiento César Mercado le reclamó ¿por qué le cobraba todo a los titulares? a lo que le respondió que un equipo bueno debería estar capacitado para jugar contra sus once adversarios, contra el público, contra el árbitro y contra lo que se venga “por eso a ustedes los tengo que preparar para todo”.
Esa mística heredada llevaba el Santa. Hoy seis de setiembre había que jugar lejos del terruño. Mas allá del cerro Visacaca, lejos del río Higueras. Sin los patas que esperan a la salida del partido en los eucaliptos. Con árbitros que no tienen corazón y que a veces actúan como verdaderos jueces, frente a intereses dirigenciales que van más allá de lo legal y deportivo, contra una prensa motivada no siempre por lo positivo y que por lo demás no gusta mucho de la participación provinciana.
Así entraba Santa Rosa a la cancha y tenía que ganar, para demostrar a propios y extraños que la “Copa Perú” era para los provincianos, no para que sirva de refugio a la mediocridad capitalina; para dar la razón a Rodolfo Espinar cuando inspiró este torneo, y sobre todo para decir sí a la apasionada y hermosa terquedad de su presidente, entrenador, preparador físico, delegado y no sé que más Jorge Espinoza Egoàvil, que se podía llegar con un equipo auténticamente huanuqueño.
Y de paso se confirmaría lo que siempre pregonábamos, que en nuestra tierra se podía jugar un buen fútbol, porque siempre hubo gente con capacidad para jugarlo bien.
Por eso y porque en toda competencia deportiva es necesario ganar para demostrar ser mejores, máxime si de por medio está el nombre de la patria chica, de ese Huánuco que esperaba los resultados por la información radial, con fe unos otros con la escondida esperanza de una sorpresa y los restantes pensando que sería difícil ganar al Bata Sol que  iba a jugar con todo, y que además no se le había podido superar en jugando de locales.
Los gallos se ven en la cancha
Eran once contra once, los rosados se motivaron frente a las contingencias que pudieran resultarles adversas y empezaron ganando el partido con anotación de Maco Cardich, luego vendría el empate limeño. Partido tenso y equilibrado, con momentos de angustia para ambos arcos. Cisneros demostrando porque se le considera como uno de los mejores arqueros que ha dado Huánuco. Carlos “Huaquero” Diaz con fuerza y temperamento, “Ñumi” Cardich con su gran clase para defender el área, Peli Arauco con su toque desconcertante, Humberto Benancio ponía orden jugando con toda su experiencia, su trajín en tantas versiones de la “Copa Perú” al lado de José Luis Cabanillas, Remigio Quijano exigiendo los desbordes y la diagonal de Lucho Torres o las salidas de Maco Cardich o del “Chileno” José Fernández.
El partido avanzaba. Ya teníamos noticias de que el A.D.T. ganaba fácil al Loreto. El empate podría ser negativo por el asunto de la diferencia de goles. El Bata Sol se iba encima con un árbitro consentidor como se suponía. Hasta que llegó el minuto 23’ del segundo tiempo, una fuga de Maco Cardich, es barrido en el área, el señor de negro no tuvo otra alternativa que sancionar la pena  máxima.
Todo desde los doce pasos
Ya se habían jugado las tres cuartas partes del partido. En Huánuco, en el Modelo todos se olvidan de lo que podía suceder al León y pendientes en sus receptores. Ya imaginaban a “Pajarito” Benancio frente al balón, manos en la cintura, sonriente, pie derecho adelante, imperturbable. Arquero que se mueve de un lado a otro y juega al boquillazo. Indicaciones del árbitro. El “Pajarito” siempre risueño. Cualquier cosa podría pasar. Nunca vimos perder un penal a Humberto ¿Por qué podría ser hoy? Los grandes también perdieron penales. Suspenso. Silencio en el “San Martín de Porras”. Jorge Espinoza sereno, con la mirada fija en la jugada. Silencio en el Modelo de Huánuco.
Sonó el silbato, tres pasos rápidos de “Pajarito”, la toca de derecha, como siempre, con la cara interna del pie sobre la mitad de la bola, rasante sobre el palo izquierdo del portero que se tira a ese lado pero no llega. La número cinco descansaba en la red. En el “San Martín” todos sobre Benancio,  mientras que en el Modelo el público acompañaba en el grito de gol al locutor que desde Lima trasmitía, empezando  la angustia porque en Lima el partido termine de una vez.
Humberto tenía que ser, no podía fallar, menos ahora cuando como nunca tenía que ser gol. Se impuso su clase y en ese disparo demostró que ese Santa podía y estaba dispuesto a jugar contra todo.
Y llegamos a la final
Y siguió el partido, el árbitro todo cobraba para adentro. Fue una defensa heroica la de los rosados. No es posible decir quien dio más de sí, todos se prodigaron hasta la última energía.
Fue un final dramático, Cisneros ahogó a las finales un grito de gol arrojándose sobre el palo derecho ante un tiro rasante desde dentro de su área.
Se había llegado a la final, luego vendría el Estadio Nacional, ya fue otra historia.
El Santa y otros equipos pueden y han jugado extraordinarios partidos, pero éste tiene un significado especial. Llegar a la final de la “Copa Perú” jugando contra todo y sólo con jugadores huanuqueños, con todo huanuqueño, demostrando lo que se podía con esfuerzo, mística y amor al terruño.
Por eso en esta crónica pongo mucho de mi alma. No es posible la neutralidad cuando se tiene que tratar de traducir la emoción que sentimos los huanuqueños esa tarde, olvidándonos del León que  había salvado la categoría.








No hay comentarios:

Publicar un comentario