domingo, 5 de abril de 2015

LUCHO SOBERO



Cuando hacía mis pininos como aficionado  conocí a Lucho Sobero haciendo movimientos acrobáticos en  un campo de fútbol, elevándose  de espaldas al suelo  y meciendo las piernas en el aire tocar con un pie la pelota para ponerla en el fondo del arco adversario.
Para luego levantarse de un salto y levantar los brazos mirando el infinito ofrendando el gol a las alturas.
Mas de una vez vimos esta escena. Nos deleitaba la magia que había en este maravilloso jugador para desafiar la ley de la gravedad, dominar en el aire su cuerpo y la técnica para tocar la pelota con tal exactitud que le permitía colocarla lejos del alcance del arquero, estando de espaldas al arco.
Pero no sólo era un recurso para el gol,  también lo hacía en medio campo o para evitarlo, cuando el peligro se aproximaba sobre su arco surgía  su figura para con un espectacular caracol alejar el peligro, sino recurir a la palomita en la que aparecía cortando el aire como un misil para cazar el balón a media altura y conectarlo de cabeza. También cuantos goles de palomita lo vimos conquistar.
Así empecé a ver el fútbol mágico de Soberito en el León de Huánuco la década del cincuenta. Muchos consideran que él con el Zurdo Ordoñez fueron los dos más grandes de la primera mitad de esta década.
Vi a Lucho jugando en diferentes puestos de la delantera, también como medio campista. Dueño de un manejo excepcional de la pelota, una gran capacidad para desbordar por las bandas a despecho de su talla, una gran disposición para jugar de pared y sobre todo,  estar siempre preciso en el lugar que la pelota le raclamaba para anotar el gol; tenía un gran sentido del desmarque. Esas virtudes no sólo lo hicieron un futbolista espectáculo sino goleador de varios torneos, son varios los campeonatos que le debe el León a los goles de Soberito.
A esto habría que sumar la gran disposición que tenía para la ejecución de los tiros libres y su seguridad en la ejecución de los tiros de penal, a los que siempre iba como él decía: “sereno y el gol viene solo”.
Y pensar que ahora las pantallas de televisión se agotan pasando inúmeras veces un gol de caracol, con mayor razón si es en un partido internacional y poniéndolo como un prodigio a aquel que realizó tal hazaña… sin embargo nosotros íbamos al estadio los domingos para ver los caracoles de Sobero. No pudimos ver los de Villanueva como los de la generación presente no verán los de Lucho Sobero, a quien le agradecemos por la magia de su fútbol;  por haber hecho del balompié una obra de arte,  un ballet sobre el césped, de la misma manera  recordamos y aplaudimos sus goles, sobre todo aquellos que marcaba cuando el partido anunciaba su término.

Leonidas Sobero Herrera, Lucho Sobero o Soberito,  fue uno de los grandes futbolistas que tuvo Huánuco y que tiene un pedestal en el recuerdo.

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