Nos remitimos a los orígenes
de la civilización occidental y encontramos el culto al desarrollo físico.
Unida a esa permanente
actitud vendrá como consecuencia la medición de la fuerza física, no sólo en
dimensiones de presencia, sino de energía y potencia, de habilidad y destreza,
para superar a un adversario.
Así nació la lucha
libre, que en el mundo fue tomando diferentes formas y expresiones, así como
diversas denominaciones como catchascan, pero siempre surgió como consecuencia
de un adecuado e indispensable desarrollo físico, llevado a niveles de
competencia.
El Perú fue en las
décadas del cuarenta y cincuenta una plaza importante para esta práctica
deportiva, concurrían luchadores europeos y de otros lugares de América,
ocupando primeros planos en las páginas deportivas de los diarios. Los
luchadores eran deportistas que gozaban de
gran popularidad.
Y Huánuco estuvo
presente en este escenario, con un huanuqueño de ancestro y nacimiento: Jónel
Meza Taboada. Desde su adolescencia mostraba atributos para la práctica de
deportes que conducían al desarrollo físico y la lucha.
Hizo su educación
primaria y secundaria en Huánuco, en sus épocas de estudiante siempre más allá
de los cuadernos y el cartabón le interesaba trepar ágilmente los árboles,
trajinar con dinamismo los campos, trepar los cerros, correr por las paredes,
saltar y lanzar gritos estentóreos que llenaban el ambiente de energía y
vitalidad; así empezaba a crecer la figura de un nuevo Tarzán en su propia
tierra.
Los años fueron pasando
y empezó a desarrollar su masa muscular al descubrir las bondades de la
gimnasia y de las pesas, un buen día se marchó y todos los extrañaron, su
figura bien dotada físicamente causaba admiración, especialmente entre los
jóvenes.
Hasta que un día
produjo una grata sorpresa cuando su nombre y su figura apareció en los
periódicos, anunciando su participación en competencias de catchascan que se
efectuaban en Lima, bajo la carpa del Coliseo ubicado en la Av. Colonial.
Ahí fue visto por el
maestro y luchador francés Charles Ulsemer, quien lo convenció para llevar su
carrera, fue presentado en Quito y Guayaquil impresionando al público y
asombrando a su maestro, quien se veía sorprendido que en tan sólo tres meses
hubiera podido desarrollar tanta capacidad de lucha, siendo capaz de vencer a figuras
como Pastegas, Novina, Olson o Briones.
Así surgió al escenario
deportivo nacional el “Tarzán Serrano”, fueron los años 1943 y 1944 los más
importantes en su carrera de luchador, paseó su imagen victoriosa, su recia
contextura física, por varios países de Sudamérica, habiendo combatido
exitosamente en el Luna Park de Buenos Aires.
Los periódicos del
extranjero, los capitalinos, especialmente “El Comercio”, y los huanuqueños
reportaban sus presentaciones, así Huánuco fue enterado cuando en Chile en 1944
venció al yugoslavo Stribus, luego cuando en mayo en Arequipa superó al
checoeslovaco José Aborda por K.O.
Mas el triunfo de mayor
resonancia lo obtuvo cuando en junio de ese mismo año venció al italiano “Nene”
Pastegas.
Luego de su retiro
retornó a su tierra, donde siempre lució junto a su lenguaje amable y directo,
con marcado acento huanuqueño, la estampa que le ganó el respeto a sus
adversarios y la simpatía de los aficionados de su tiempo, habiendo sido una de
las más importantes figuras del catchascan nacional.
Tenía muy clara su
identidad, ni el Tarzán de Hollywood se la iba a quitar, al contrario a Tarzán
lo sacó de la selva de celuloide y lo volvió serrano, tanto que no quiso ser
doble del actor norteamericano John Wayne.
Fue uno de los
deportistas que Huánuco recuerda con cariño, por su calidad de persona, por su
presencia internacional, por la identidad con su tierra, más allá de lo
controversial que pueda ser la práctica de este deporte, lució los atributos
suficientes para recordarlo con especial afecto.
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