Ya se jugaba el
descentralizado de la “Copa Perú” de 1976, una especie de semifinal. El Santa
Rosa de Huánuco y el A.D.T. de Tarma habían conseguido dejar en el camino al
UNAS de Tingo María, Unión Deportivo Social de Oxapampa, Unión Minas de
Atacocha y Deportivo Municipal de Huancayo.
Ahora la contienda era
con equipos de mayor envergadura, muchos augures decían “hasta aquí no más”.
Los rosados tendrían que enfrentarse nuevamente al A.D.T., donde figuraban
“Coco” Ramírez hermano de “Cachito” traído del Boys, Gavidia otro de la
profesional, así a mucha gente de oficio futbolistas. También enfrentarían al
Sport Loreto que llevó de entrenador a Juan Valdivieso Padilla que en el año
1955 y en años anteriores dirigió a la selección peruana, al Alianza Lima y al
Deportivo Municipal, habían también en sus filas muchos “charapas” victorianos
y de otras latitudes. Y también figuraba
entre los cuatro el favorito Bata Sol, equipo engreído de la Federación y el
más promocionado, la prensa limeña hacía mucho que anunciaba su presencia en la
profesional.
Arrancamos con un
empate a uno gol en Pucallpa, con el Sport Loreto, mientras que A.D.T. superaba
al Bata Sol en Tarma por tres a uno.
Vino la segunda fecha,
había que enfrentar al ganador celeste de la “Perla de los Andes”, que venía
embalado, en la fase anterior ganamos un partido y empatamos otro.
Tarde del ocho de
agosto, Huánuco con olor a fiesta de Puelles, a los 8’ el extremo izquierdo
Gavidia pone en ventaja a los tarmeños, un zurdazo cruzado derrotó a Cisneros.
Era un golpe duro, pero recién empezaba el partido, se confiaba en la
recuperación del equipo, habíamos empatado de visitantes con los pucallpinos.
Pero otra vez como para quebrar el alma, para hacer trizas la esperanza, a los
16’ Rojas ponía el dos a cero en una acción de contrataque cuando buscábamos el
empate. Ahora sí, para muchos la suerte estaba echada, rostros de resignación y
pesadumbre en las tribunas. En el fútbol como en la vida nada está dicho sino
suena el pitazo final, en la cancha surge el señorío rosado, el maestrito Peli
Arauco empieza a tocar pelota, triangula con Ñumi, arrancan los desbordes del
“Cupetero” Torres y rota el frente de ataque con José Fernández, Remigio
Quijano metiendo el pelotazo largo, “Huaquero” Diaz guapeando desde atrás y
Cisneros gritando tranquilidad. Aparecía el Santa como el Carmelo de
Valdelomar, “en medio del dolor de la caída” surgió la garra y con ella la
técnica, la habilidad puesta al servicio de un trabajo táctico concebido antes.
Surge en el campo la clase rosada, fusión de garra y técnica. Ahí está.
Llegan los 35’, se
arranca por la derecha Luis “Chupetero” Torres, combinación con Peli,
devolución de éste, se lleva a su marcador y cuando salía al achique el arquero
Ayala sale el tiro fuerte y cruzado que infla las redes del arco norte del
Modelo. El público reacciona, se daba el dos a uno y se sentía venir el empate.
Con ese marcador van a
los camarines. Preocupación, marcha silenciosa y esperanzada de los locales,
con Jorge Espinoza llamando a la tranquilidad. Milera, entrenador de Tarma,
conturbado y enrojecido no se cansa de recriminar a su marcador de punta.
La
tarde se vuelve rosada. El golazo de Peli Arauco
Cumplido el descanso
sigue el asedio local, el Santa manda en el campo, pero los goles no llegan. El
reloj marcha lento para los celestes de la visita y muy rápido para los de
casa. Cinco, diez, quince, veinte minutos. Cisneros salva a su portería hasta
en dos oportunidades de peligrosos contraataques. El arco tarmeño se defiende
hasta con los parantes en dos ocasiones. Llega el minuto 24’, Peli Arauco sobre
su campo la recibe de Ñumi Cardich, avanza raudo y sereno, maniobra sobre el
círculo central poblado de adversarios y por ahí entra, no busca la salida por
los costados ni el pase a un compañero, ahí se la juega entero, hace la del
crack la más difícil, sobre la zona de nadie descuenta uno, dos, tres hombres y
avanza con clase, sonriente y seguro, sobrio, lo persiguen los adversarios,
Ayala abandona desesperadamente su arco y se encuentran en las proximidades del
límite del área, Peli amaga hacia la izquierda y la toca suavemente al ras del
suelo sobre el lado derecho, el balón con la felicidad de haber sido tratado
con el pincel de un artista plácidamente va a reposar al fondo de las redes. El
grito en las tribunas, los abrazos en el campo. El empate se había dado. ¡Basta
maestro! alcanzó a decir el mismísimo Abelardo.
El
gol se llama “Chupetero” Torres
Ya habíamos empatado,
como estábamos jugando ganaríamos el partido, nos fuimos con todo, los tarmeños
trataban de mantener el empate. Nosotros ¿Por qué? Y a los 32’ Remigio cambia
de juego con una pelota al vacío, corre en diagonal el “Chupetero” Torres y el
derechazo se hunde en los cáñamos del A.D.T. Ya habíamos volteado el partido.
Ahora los tarmeños trataban de nivelar la situación. Arauco y Quijano, con Benancio
ponen orden en el medio campo. La clase del “Pajarito” se impone sobre la
rudeza y provocación, y es él quien a los 41’ le toca la pelota a “Chupetero”
Torres, se lleva a dos jugadores, le sale el arquero, lo descuenta y el cuatro
a dos llegaba. Ya no había nada que hacer.
El partido estaba
virtualmente ganado. Pero el “Chupetero” Torres, ese chico grande del Pueblo
Joven “Aparicio Pomares”, quería cortar
esa tarde oreja y rabo. No quiso saber con nadie, cogió una pelota de atrás, su
desborde espectacular, con movimientos de cuerpo a la carrera al estilo
Jarzinho, que era lo que le caracterizaba, se llevó a cuanto adversario le
salió al paso y con una sonrisa grande fusiló al arquero. El quinto del Santa,
el cuarto de él.
Empezamos a pensar que
llegaríamos a la final. Los huanuqueños habíamos demostrado no sólo entusiasmo
sino garra, calidad y clase. Habían trabajado en todos los niveles, los
resultados deportivos son consecuencia del esfuerzo dirigencial, técnico,
físico y económico. Y se había ganado y bien. Luego vendrían otros partidos. La
temperatura emocional subiría, la expectativa se haría cada vez mayor.
Este Santa esta para grande.
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