Le contaron que
ganó su equipo y partió rumbo al cielo, fue a vestir de celeste su albirrojo
corazón.
Marchó sereno, sin
el intenso e incesante trajín que mostraba en su co9ntinuo dar de vueltas el
campo donde jugaba el Bielo.
Se llevó muchas
tardes de gloria y su sincero corazón bielista calló para siempre las emociones
de un partido de fútbol.
Los arcos también
callan, ellos dejaron paso al efusivo volcán de su alegría y otras veces le
negaron el grito de gol que nacía en su garganta.
Mashico, viejo
bueno, te veo vestido de corto en horas que no he conocido. En mi infancia está
el recuerdo de tu alegría dirigencial al retorno del Bielo a la primera.
Archivaron los oídos amicales tu preocupación por el resultado de un nuevo
cotejo.
Ahora, conversando
con don Pedro Andrade, le habrás contado que el sábado golearon al Crespo, los
dos han sonreído.
Ya no más vueltas
al campo Mashico. Ya no llevarás las naranjas de otro tiempo, pero extrañaras
mucho a tus muchachos, a los de hoy y a los de ayer. Cuanto fútbol se llevaron
tus ojos, cuanto Bielo se llevó tu corazón.
Mashico, tú ya
tienes un palco en el cielo, frente a ese campo inmenso con arcos escondidos en
el tiempo. Desde ahí viejo porfiado querrás bajar, allá no hay policía que te
impida, pero el partido lo verás de la
tribuna.
Mientras … aquí en la tierra, una lágrima de
fútbol color Bielo.
(*) 28
de Mayo de 1974.
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