Corría el mes de agosto
del año cuarenta y cuatro. Estaban aún latentes los resquemores de la
eliminación del Campeonato Nacional, cuando se presentó en nuestra ciudad el
equipo capitalino del Sporting Tabaco, que no es otro que el actual Sporting
Cristal.
En el primer partido se
enfrentó al club “Juan Bielovucic”, que acababa de clasificarse campeón del
torneo relámpago, jugado entre los equipos locales, imponiéndose fácilmente.
En el segundo match
cotejó con el equipo del “Juan José Crespo y Castillo”, quién ofreció
resistencia durante los treinta minutos del primer tiempo, pero luego fue
superado por la oncena rimense, que lo derrotó por dos goles a cero.
El último partido, el
de despedida, estaba programado con la Selección de Huánuco. Los que
consideraban que la participación en la etapa eliminatoria del campeonato
nacional había sido buena, veían con optimismo y espíritu deportivo el
encuentro; mientras que los detractores esperaban la goleada, tanto que
recibieron a los equipistas con pifias e insultos.
La respuesta vendría en
la cancha. Fue ahí donde salió a relucir la calidad de los equipistas
huanuqueños, para imponerse a un equipo en la lógica superior y con antecedentes
nada favorables los de casa.
El cronista que firmaba
con el seudónimo de “Penal”*, hace un interesante análisis individual de la
actuación de cada uno de los jugadores.
Iniciando por el
arquero nos habla de Todaro. Este fue un argentino que llegó a Huánuco y estuvo
unos meses en nuestra tierra. Me contaba “Coqui” Villar, con quién jugó en el
Bielovucic, que detenía disparos violentos con una sola mano, rechazaba los
remates con golpes de antebrazo hasta
fuera del área, es decir era un fuera de serie.
Volviendo al partido
diremos que la crónica entre otras cosas dice de él que “... se le vio actuar,
con una seguridad de manos que rayó en lo increíble”.
Luego se refiere a la
defensa, al “Pañaco” Rodríguez, a quién calificó como un verdadero maestro
“haciendo recordar a ese famoso jugador Saldarriaga” (integrante de los
seleccionados nacionales). Don Hipólito Salazar nos dio la versión de que David
“Pañaco” Rodríguez cuando empezó a jugar
en Huánuco, ya había jugado en el Centro Iqueño en Lima, para él no era cosa
nueva enfrentarse a los elencos de ese nivel.
De Jorge Villar, que
fue compañero de línea, expresa que estuvo muy seguro, valiente y efectivo.
Comentando sobre el
mediocampo nos refiere el duelo entre Víctor Fernández Mazuelos, el popular
“Chileno” a quién lo identificaba por su apellido materno, con el tabacalero
Cancino, habiendo “demostrado el local una mejor colocación, que le valió
muchos aplausos del público, este jugador es el mejor centro medio del momento,
muy activo y eficaz en el pase”. De Tucho Montes dice que “a pesar de estar
subido de peso fue un excelente complemento”.
En la delantera comenta
la actuación de Sixto Martínez, Federico Meza, pero por sobre todo escribe con
deslumbramiento la jornada de Rubén “Sampacho” Caldas y Julio Jump, de quienes
nos dice “hacer un elogio por separado sería obrar con injusticia, ambos son
maravillosos, eficaces de una astucia a toda prueba, si ganó la selección, fue
gran parte del triunfo debido a estos cracks”. Continúa aludiendo la forma como
marcaron a Amacho Dávila, recurriendo al juego vedado para evitar que llegara a
la línea de fondo o vulnerara su arco. También hace referencia al “Zorro” Juan
Bedoya y a Teófilo Chussing.
El público ingresó al
terreno de juego, alzó en hombros a sus ídolos. El fútbol había vuelto a ser
fiesta. “Sampacho” Caldas y Julio Jump hicieron zapatear huayno a los limeños.
Otra vez la afición veleidosa caminaba por las calles ufana comentando la
victoria sobre el Sporting Tabaco. El próximo domingo de nuevo a las tribunas y
el balón seguiría rodando con alegría en tierra huanuqueña...
Pero ¿ por cuánto ganó
la selección?. No podría decirles, la crónica no lo dice. Lo cierto fue que
nuestra selección ganó al Tabaco.
* Diario “El Progreso” del 8 de agosto de 1944. Pág.
3.
No hay comentarios:
Publicar un comentario