domingo, 5 de abril de 2015

GOLEAMOS AL TABACO A RITMO DE HUAYNO - Gran actuación de Rubén Sampacho Caldas y Llampita Julio Jump



Corría el mes de agosto del año cuarenta y cuatro. Estaban aún latentes los resquemores de la eliminación del Campeonato Nacional, cuando se presentó en nuestra ciudad el equipo capitalino del Sporting Tabaco, que no es otro que el actual Sporting Cristal.
En el primer partido se enfrentó al club “Juan Bielovucic”, que acababa de clasificarse campeón del torneo relámpago, jugado entre los equipos locales, imponiéndose fácilmente.
En el segundo match cotejó con el equipo del “Juan José Crespo y Castillo”, quién ofreció resistencia durante los treinta minutos del primer tiempo, pero luego fue superado por la oncena rimense, que lo derrotó por dos goles a cero.
El último partido, el de despedida, estaba programado con la Selección de Huánuco. Los que consideraban que la participación en la etapa eliminatoria del campeonato nacional había sido buena, veían con optimismo y espíritu deportivo el encuentro; mientras que los detractores esperaban la goleada, tanto que recibieron a los equipistas con pifias e insultos.
La respuesta vendría en la cancha. Fue ahí donde salió a relucir la calidad de los equipistas huanuqueños, para imponerse a un equipo en la lógica superior y con antecedentes nada favorables los de casa.
El cronista que firmaba con el seudónimo de “Penal”*, hace un interesante análisis individual de la actuación de cada uno de los jugadores.
Iniciando por el arquero nos habla de Todaro. Este fue un argentino que llegó a Huánuco y estuvo unos meses en nuestra tierra. Me contaba “Coqui” Villar, con quién jugó en el Bielovucic, que detenía disparos violentos con una sola mano, rechazaba los remates con golpes de  antebrazo hasta fuera del área, es decir era un fuera de serie.
Volviendo al partido diremos que la crónica entre otras cosas dice de él que “... se le vio actuar, con una seguridad de manos que rayó en lo increíble”.
Luego se refiere a la defensa, al “Pañaco” Rodríguez, a quién calificó como un verdadero maestro “haciendo recordar a ese famoso jugador Saldarriaga” (integrante de los seleccionados nacionales). Don Hipólito Salazar nos dio la versión de que David “Pañaco” Rodríguez cuando  empezó a jugar en Huánuco, ya había jugado en el Centro Iqueño en Lima, para él no era cosa nueva enfrentarse a los elencos de ese nivel.
De Jorge Villar, que fue compañero de línea, expresa que estuvo muy seguro, valiente y efectivo.
Comentando sobre el mediocampo nos refiere el duelo entre Víctor Fernández Mazuelos, el popular “Chileno” a quién lo identificaba por su apellido materno, con el tabacalero Cancino, habiendo “demostrado el local una mejor colocación, que le valió muchos aplausos del público, este jugador es el mejor centro medio del momento, muy activo y eficaz en el pase”. De Tucho Montes dice que “a pesar de estar subido de peso fue un excelente complemento”.
En la delantera comenta la actuación de Sixto Martínez, Federico Meza, pero por sobre todo escribe con deslumbramiento la jornada de Rubén “Sampacho” Caldas y Julio Jump, de quienes nos dice “hacer un elogio por separado sería obrar con injusticia, ambos son maravillosos, eficaces de una astucia a toda prueba, si ganó la selección, fue gran parte del triunfo debido a estos cracks”. Continúa aludiendo la forma como marcaron a Amacho Dávila, recurriendo al juego vedado para evitar que llegara a la línea de fondo o vulnerara su arco. También hace referencia al “Zorro” Juan Bedoya y a Teófilo Chussing.
El público ingresó al terreno de juego, alzó en hombros a sus ídolos. El fútbol había vuelto a ser fiesta. “Sampacho” Caldas y Julio Jump hicieron zapatear huayno a los limeños. Otra vez la afición veleidosa caminaba por las calles ufana comentando la victoria sobre el Sporting Tabaco. El próximo domingo de nuevo a las tribunas y el balón seguiría rodando con alegría en tierra huanuqueña...
Pero ¿ por cuánto ganó la selección?. No podría decirles, la crónica no lo dice. Lo cierto fue que nuestra selección ganó al Tabaco.

* Diario “El Progreso” del 8 de agosto de 1944. Pág. 3.









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