Y ayer
vimos, nuevamente vestidos de corto, con diferente apariencia a muchos de los
cracks triunfadores de la Bombonera. Vimos al público de su generación que
buscaba reencontrarse con ellos; los de una edad intermedia a analizar sus
acciones dentro del terreno de juego, para tratar de rescatar de sus
intervenciones aquellas que el tiempo no les ha podido quitar; y los más
pequeños, tras el autógrafo y la fotografía.
Los
mismos ídolos, agrupados por la leyenda. Hicieron cosas. Un “chumpigolazo”, una
descolgada y un plangeón de Rubiños, una palomita del “Chito” La Torre, una
barrida de Eloy Campos, una salida de Nico Fuentes después de hacer la
“cuchara” en el quite, tres o cuatro metidas de pelota de Roberto Challe, dos
jugadas espectaculares de Cubillas una que culminó en gol y otra que no fue,
quiso cortar orejas y rabo y al descontar al arquero se quedó sin ángulo. Y el
público ingresó a abrazarlo y a abrazar a todos porque ahí terminó el partido.
Gente que decía que Bebeto ni Romario. Y salieron, se fueron en olor de
multitud delirante, Chumpi con su sencillez embravecida en el campo de
juego,Cubillas con su sonrisa de niño grande, Challe con su mirada de zorro
avieso, Nico con su humildad escondiéndose del aplauso, cada uno con lo suyo.
No hay
duda que esta selección ya es legendaria, dijo alguien. Se metió en el corazón
del pueblo porque por primera vez se logró una clasificación en el campo de
juego, pero a la vez por la calidad y humanidad de quienes la conformaban. El
treinta fuimos invitados al primer mundial realizado en Uruguay, perdimos por
uno a cero en la inauguración del Estadio “Centenario”, con el famoso “medio
gol” que le hizo el uruguayo Castro a Pardón. El treinta y cuatro y el treinta
y ocho no participamos, a pesar que teníamos un equipo de calidad, lo habíamos
demostrado en Berlín. En el cincuenta por estar en la serie eliminatoria
Ecuador, se desistió de la participación por razones políticas. En el cincuenta
y cuatro no se registró la participación a tiempo y no intervenimos. En el
cincuenta y ocho nos tocó eliminarnos con Brasil, empatamos en Lima con gol de
Terry y perdimos en el Maracaná con gol de Didí, donde Asca fue calificado como
el “melhoir goleiro do mundo” por un titular brasileño. En el sesenta y dos nos
sacó de carrera Colombia, derrota en Bogotá por uno a cero y empate en Lima con
gol de penal del “Chino” Faustino Delgado. En el sesenta y seis Uruguay nos
elimina, ganaron en Lima por uno a cero
con gol de Urruzmendi, en el Centenario nos vencieron 4 a 2 pese a la gran
actuación cumplida por Rodolfo Bazán en el arco peruano.
Para
el setenta una nueva generación de futbolistas. Pero con ella se trabajó en
serio, se preparó el equipo con meses de anticipación, se jugaron 52 partidos
previos en el Estadio Nacional y también fuera. Se fueron integrando las
potencialidades humanas y técnicas de los jugadores, para que estos fueran
verdaderos equipistas, constituyeran un todo para lograr un objetivo.
Junto
a ella la afición estuvo cerca, porque se buscó que aproximar al aficionado, no
alejarlo. Surgía la televisión, los otros medios también podían estar más próximos, jugadores e hinchas
estaban identificados.
Y
ellos lograron lo que parecía imposible, lo que conmocionó al escenario
futbolístico mundial, aun cuando hasta ese entonces Argentina no había obtenido
un título mundial los albicelestes lucían esplendorosos pergaminos. Con aporte
de los “oriundi”, argentinos nacionalizados italianos, Italia fue campeón en
1934 y 1938, futbolistas de la talla de D’Stéfano, Sivori, Pedernera eran admirados a nivel global, lucían como
hasta ahora el mayor número de títulos sudamericanos, ya Estudiantes de La
Plata había sido Campeón Mundial Interclubs, toda una tradición legendaria del
palmarés futbolístico los convertía en una atracción para la final del mundial,
pero quedó en el camino y el que se clasificó fue Perú.
Se
recuerda, se podrá decir que sacamos viviendo de los recuerdos. Pero no sólo
recordar es volver a vivir porque cuando el recuerdo va unido al análisis del
contexto de la realidad en que se dio un hecho como éste, recordar es hacer
historia. Y la historia es necesaria para superar los errores y perfeccionar
los aciertos. Sopesar el momento que se vivió, como se dirigió la selección,
cuan cercana estuvo a la circunstancia política de la hora.
Lo
importante es que al pensar en el futuro se extraigan las experiencias de lo
que se logró en Méjico 70, lo acontecido en Argentina 78 y en España 82, y lo
que viene sucediendo hasta ahora, cuando han pasado más de veinte años y no
hemos vuelto a la final del torneo mundial de fútbol, las personas menores de
treinta años no tienen el recuerdo de la participación de un equipo peruano en
este evento.
Entonces,
cuando con conciencia y honestidad se proyecte y realice un trabajo que busque
superar al de Méjico 70, dejando mezquindades e intereses de grupo y sintiendo
con sinceridad al país, podremos pensar
en nuevos logros, no para olvidarnos de esa clasificación, sino para tenerla
como una conquista que marcó época y como tal tiene un merecido lugar en los
hechos importantes de nuestra historia deportiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario