domingo, 5 de abril de 2015

LA FIESTA QUEDÓ EN HUÁNUCO - Empatamos con el Muni



Fiestas  Patrias de 1957, ya había pasado el furor del Sudamericano de Lima, también el de las eliminatorias para el mundial de Suecia, Brasil se clasificó y a la postre sería el campeón del mundo el año siguiente.
El Deportivo Municipal venía jugando el torneo apertura, en esos años este campeonato se circunscribía a los cuatro primeros equipos del campeonato profesional del año anterior.
En el mes de marzo habíamos tenido la visita del Mariscal Sucre, que goleó al León y a los sampedrinos del Deportivo Municipal.
Ahora, el equipo de la franja, el tercer equipo más popular de entonces, traía como figura estelar a Tito Drago y a los seleccionados Willy Fleming, Manuel Rivera y Juan Seminario.
Esa vez, eran tres días de feriado por fiestas patrias. Habría fútbol grande todos los días. La empresa había sido hecha por Manuel Obregón Valverde.
El primer día, el 28, el Deportivo Municipal se enfrentó al Leoncio Prado. Equipo que lucía uniforme similar que el de la comuna, camiseta blanca con franja roja cruzada en el pecho. El once huanuqueño salió a la cancha con su indumentaria habitual, capitaneados por Angel Llanos Morales, mientras que el Municipal lo hacía teniendo al frente al caballeroso marcador de punta César Brush.
Luego el equipo huanuqueño se cambió de camisetas por unas rosadas, con las que jugaron el partido.
El equipo visitante presentó la siguiente conformación inicial: Heráclio Paredes en el pórtico; Willy Fleming, Lelo Fernández y César Brush en la línea defensiva; Luján y Castilla en el medio terreno; David Franco, Alberto Vega, Manuel Rivera, Tito Drago y Juan Seminario en el ataque; alternaban en el transcurso del partido Germán Colunga, Manuel Arce, César Peralta, Oscar Montalvo y José Carrasco. El Director Técnico era Juan Valdiviezo Padilla.
Por su parte el Leoncio Prado alineó con Rodolfo Olivares en el arco; Wilfredo Lombardi, Tomás Rozales y Heraclio Barrueta en la defensa; Jorge Lombardi y Angel Llanos en el medio campo; Rodolfo Lombardi, Roque Quiñónez, Víctor Quiñónez, Jorge Cabanillas y Guido Ronquillo en la delantera.
En el primer tiempo a los 20’ abrió la cuenta Arce, que había ingresado por Rivera, en la segunda etapa a los 19’ anotó Seminario y Víctor Quiñónez descontó a los 26’.
Al final la jornada terminó con el triunfo de los capitalinos por dos a uno, brindando un buen espectáculo frente al aguerrido equipo local, donde destacaron Angel Llanos y Roque Quiñónez.
El segundo encuentro fue con el representativo de Huarón, que traía en sus filas al insider Jorge Vásquez, que había jugado por el Tabaco en Huanuco; después de dejar el asiento minero se incorporó a las filas del Sporting Cristal e integró la selección peruana amateur, también la de mayores en el sudamericano de Cochabamba, Bolivia en 1963.
Por el equipo cerreño también jugaban los huanuqueños Víctor Jump y Rubén Caldas.
El partido fue sumamente animado, vimos a un Municipal más resuelto a mostrar superioridad, mientras que el equipo minero también trataba de ofrecer lo suyo, especialmente el arquero Saavedra, que provocativamente le entregaba la pelota a Seminario para que rematara, hasta que en una de esas oportunidades, a los 42’ del segundo tiempo el extremo izquierdo de la franja lo hundió en su arco, quedando el partido definido por dos a uno, Vásquez hizo el gol minero.
El tercer match fue frente a la selección de Huánuco. Ese año la división se había oxigenado con la presencia del Defensor Huallaga, que venía de la segunda con nuevos elementos.
El equipo huanuqueño saltó al campo vistiendo uniforme celeste, con la siguiente alineación: Rodolfo Olivares al gol; Heraclio Barrueta, Augusto Texeira y Augusto Mercado en la defensa; Dicce Rojas y Emilio Mendoza en la medular; Raúl Rodríguez, Miguel Mory, Jorge Cabanillas, Jorge Vásquez y Víctor Gonzales en la delantera.
El equipo de la comuna mantenía la conformación inicial de las jornadas anteriores.
La noche anterior había llovido. Durante la mañana realizaron el arreglo del campo, especialmente la zona del arco que daba al jirón Mayro, donde se hecho material grueso.
El equipo huanuqueño al iniciar ocupaba el campo que daba al jirón Ayancocha, obviamente el otro correspondía a la visita.
Se inició el encuentro, le correspondió salir al equipo de casa, Cabanillas toca corto a Vásquez y éste alarga un servicio hacia la izquierda donde Tito Gonzalez coge el balón, supera ene velocidad a Luján y saca de zurda un centro pegado al primer palo de Paredes que salía, en momentos que corrido desde el otro extremo Raúl “Pasha” Rodríguez se arrojó en palomita entre Fleming y Paredes, conectando el balón que ingresó entre el parante y la sorpresa del arquero.
Una explosión de júbilo se produjo en el estadio, todos sobre el autor de la conquista, que se levantó con el rostro ensangrentado producto de la caída sobre el material con que se arregló el campo; fue reemplazado por Afranio Figueroa.
El partido alcanzó un nivel emotivo especial, el Municipal que trataba de empatar y los locales que hacían todo lo posible por evitarlo, además de que salían también para comprometer la portería rival, especialmente Vásquez que buscaba constamente a Cabanillas.
Juan Seminario era el hombre encargado de los desbordes, pero durante todo el partido tuvo la marca implacable de Heraclio Barrueta, que se convirtió en el mejor hombre del campo, terminando con una impresionante herida en la cabeza y la camiseta cubierta de sangre, producto de un choque casual con el extremo izquierdo edil.
Manuel Rivera no encontraba forma de superar a Augusto Texeira hasta que fue cambiado por Peralta, que a los 38’ de la complementaria puso el tanto de empate.
El equipo huanuqueño salió en busca de romper la paridad, Dicce Rojas estuvo a punto de lograrlo cuando cogió un rechazo de Lelo Fernández y desde el borde del área lanzó un zurdazo a media altura, que obligó al “Cholo” Paredes a realizar un plangeón espectacular para enviar la pelota al corner.
Fue un partido intensamente jugado, con mucha fibra, lleno de acciones emotivas; ambos equipos pugnaban por hacerse de la victoria, Huánuco lucía una defensa aguerrida y una ofensiva que  había perdido el miedo, olvidándose de los pergaminos de los visitantes.
Queríamos que terminará pronto, pero también deseábamos ver más fútbol, estaba en el campo un equipo como el Municipal de esa época, con importantes individualidades y una sólida estructura de conjunto, dando todo de sí para sacar el encuentro adelante; al frente tenía un rival que no se achicó en ningún momento y desde el toque inicial salió resuelto a luchar el partido, poniendo fuerza  y  calidad en los momentos difíciles; Olivares jugó un partido extraordinario en el arco huanuqueño.
Al final el empate fue un triunfo, el público se lanzó al campo de juego, se olvidó de los visitantes que habían sido asediados por los hinchas los días anteriores, y fueron en busca de los suyos, alzaron en hombre a Heraclio Barrueta y así lo llevaron hasta su San Juan querido.
Era el símbolo victorioso de un resultado y una actuación tal vez inesperados, pero que tenían la virtud de dar un aliento de optimismo al fútbol huanuqueño, quedándose entre nosotros la imagen de ese gol de antología de Raúl “Pasha” Rodríguez.  

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