sábado, 10 de mayo de 2014

ANTONIO SARA LAFOSSE



El Primer Campeón Nacional Huanuqueño

Se vivía la primera década del siglo. Nuestras calles empedradas dejaban por el medio el curso de una acequia. Cuadras más allá de la Plaza de Armas aparecían áreas libres, que empezaban a ser utilizadas por los jóvenes inquietos en la naciente práctica del fútbol
Las fachadas de las casas se iluminaban con velas colocadas en botellas adosadas a las paredes, cuando todavía no aparecían los faroles que con diferentes colores dieron una señal de progreso.
Los señores solían salir elegantemente vestidos desde la almidonada  Izcuchaca, en sus vespertinos paseos por Calicanto y la Plaza de Armas.
Los barrios tradicionales aun no se integraban a la rutina citadina y vivían en su propio medio, saliendo de él  cuándo les era absolutamente necesario..
Todavía el viaje a Cerro de Pasco tenía que hacerse a caballo, de la ciudad minera se tomaba el tren con destino a Lima. Por ese medio llego  a Huánuco la noticia de que  Antonio Sara Lafosse había obtenido el título de campeón nacional de tiro, habiéndose hecho acreedor a la Cruz de Malta.
El periódico “El Huallaga”” en su  N° 223 del 7 de octubre de 1908 dio cuenta de la llegada del campeón a Huánuco, informando que fue recibido casi a dos leguas de la ciudad por una comitiva de más de treinta notables a caballo, entre los que se encontraba el Alcalde don Teobaldo J. Pinzas, quien a su vez era presidente del Club Central, institución a la que pertenecía Antonio Sara.
Fue homenajeado por su institución, así como por el Club Unión, presidido por don Pedro J. Figueroa, ambas tenían como actividad deportiva el tiro.
Tal parece que el pueblo no tuvo mayor participación en los actos de homenaje, toda vez que la práctica del tiro estaba librada a las clases pudientes, que por disposiciones especiales provenientes de la época de la guerra con Chile tenían libertad para usar armas.
Lo mas significativo de este hecho fue que un huanuqueño se había clasificado campeón nacional, constituyéndose en el primero de nuestro historial deportivo en obtener tan importante triunfo.






ALBORES DEL FÚTBOL HUANUQUEÑO

El fútbol llegó a nuestras costas en los barcos de la armada británica, en los pies de los marineros, en la época Victoriana, cuando los de la Rubia Albión eran los dueños del mundo.
Ellos vinieron con la finalidad de explotar el guano, el salitre, los minerales y construir ferrocarriles, formando compañías como la Gube Croweel & Co., Peruvian Corporation, Thowsen Boward, Graham Row, Duncan Fox, Lobitos Oil Company, Cerro de Pasco Cooper entre otras; pero además trajeron su soccer, cuyo reglamento había sido aprobado en 1863 en la Taberna de los Francmasones de Queen Street.
Los marinos ingleses en todo puerto al que arribaban jugaban un partido de fútbol, convocando la curiosidad y el interés de los vecinos, quienes se fueron incorporando paulatinamente a su práctica.
El balón de esta manera empezó a rodar sobre la caliente arena y paulatinamente esta práctica  fue expandiéndose por el litoral, llevado por los empresarios ingleses que llegaron al Perú a fines del siglo XIX, para explotar nuestros recursos.
Al  lugar donde se instalaba un enclave económico llegaba el fútbol, así ingresó a cambio del algodón en la costa norte y en los asientos mineros como Cerro de Pasco, donde lo cambiaron por oro y plata.
Los hacendados criollos encontraron una forma de canalizar las inquietudes de los trabajadores y propiciaron la difusión de este nuevo deporte, que ganaba cada vez más adeptos, por la facilidad que ofrecía para su práctica y por la satisfacción que genera el golpear y hacer rodar una esfera o dirigirla a un lugar determinado o tenerla segura entre las manos, sintiendo que  es como tener el mundo rodando a nuestra disposición.
Y de pronto cualquier terreno baldío o espacio disponible en Lima o en otras ciudades, se fue convirtiendo en campo de fútbol, en el lugar propicio para la práctica del balompié y cualquier objeto esférico se convirtió en el instrumento que se tenía que patear para adelante, hasta que se dieron cuenta que su manejo implicaba el descubrimiento de una serie de secretos, que con el correr de los años han venido a constituir las técnicas.
Así también ingresó a los claustros educativos y la universidad fue un centro propicio para la naciente actividad futbolística.
A comienzos del siglo veinte,  el viaje de Huánuco a Lima o viceversa era una tarea de titanes, tenía que hacerse a pie o a caballo, hasta que en 1906, fue culminado el ferrocarril central que llegaba hasta Cerro de Pasco, entonces la ruta se hacía menos dura y más factible.
La llegada del fútbol a Huánuco sugiere dos hipótesis no excluyentes, pudo haber sido traído por los estudiantes huanuqueños residentes en la capital en los períodos vacacionales de sus estudios universitarios o llegó desde el Cerro de Pasco, a través de los huanuqueños  que accedieron a trabajar en las minas o por los empresarios o mineros que venían a nuestra ciudad en busca de descanso.
Bien pudieron haberse dado las dos situaciones o quizás otras que no preciso. En cuanto a la primera vamos a encontrar una referencia de don Heraclio Tapia León en un artículo publicado en la revista “Perú al Día” de febrero de 1945, así como en “Valoración” de 1949, en el sentido de que don Pedro Figueroa San Miguel le relató en una conversación realizada en Lima en 1936, con ocasión del III Campeonato Nacional de Fútbol, la circunstancia en que llegó a Huánuco la que podría ser la primera pelota de fútbol que rodó en nuestros predios.
Indica que fue traída en la segunda quincena de agosto de 1899 por el entonces Diputado por Huánuco Baldomero Fernández Maldonado, habiendo sido shoteada en el ahora atrio de la Parroquia de “Nuestra Señora del Patrocinio” con Antonio Sara, Adolfo Matos y Pedro Roque Vargas, esta es una de las muchas circunstancias que se pudieron dar del arribo del balón a nuestra tierra.
En cuanto a la segunda referencia existen testimonios periodísticos de que en Cerro de Pasco se habría jugado el primer partido de fútbol internacional oficioso, entre los trabajadores mineros y los empresarios de las minas.
Así el fútbol fue entrando en Huánuco junto con el nuevo siglo. En cada período vacacional los estudiantes huanuqueños residentes en Lima, que también trajeron su pelota, hacían sus aprestos futboleros en cualquier lugar abierto que permitía su práctica, principalmente en la conocida como la Plazuela de “La Merced”, que existía en forma contigua al hoy Mercado Antiguo. Ahí participaban los estudiantes y vecinos de la zona, entre los que figuraban Andrés Quintana Gurt, Albino Benedetti, Gregorio Sara, Enrique Lafosse, Luis Debarbieri, Germán Pozo, los hermanos Maximiliano, Adolfo y Elías Cavalié. Heraclio Tapia León entre muchos.
Gozaban de esta novedad por períodos cortos, hasta que después se fueron haciendo menos distanciados, llegando a ser permanentes por la inquietud de los huanuqueños de la época.
El afán de organizarse fue haciéndose creciente hasta que en 1909, los estudiantes huanuqueños residentes en Lima, unidos con los entonces alumnos del Colegio de Minería y jóvenes de la ciudad, fundaron en 1909 la que podría haber sido la primera organización deportiva de Huánuco, con el nombre de Leoncio Prado, que no guardaría relación alguna con el Club Leoncio Prado, que se fundó en 1917 en el barrio de Huallayco.
La naciente institución estaba constituida por Teobaldo Pinzas, Germán Pflucker, Juan Sheput, Juan Ruiz, Mario A.Oneeglio, Benedicto Reyes, Germán Pozo; Adolfo, Elías y Maximiliano Cavalié, Manuel Taboada, N. Taylor, Albino Benedetti, Prospero Ríos, Isaac Miranda, Miguel Cáriga, Juan Gallardo, Ramón Matos, Abraham Caballero.
La directiva estuvo conformada por Teobaldo J. Pinzas, Presidente; Germán Pflucker, Fiscal; Mario Oneeglio, Secretario; Benedicto Rojas, Tesorero; Juan Sheput, Capitán.
Lamentablemente no tuvo mucha vigencia y al poco tiempo de fundada desapareció.
La práctica del fútbol seguía siendo espontánea y cada vez más creciente en cualquier espacio abierto, especialmente en la Plazuela de “La Merced”, que sólo dejaba un espacio para jugar, porque el resto del área era un hacinamiento de tierra y desperdicios del mercado. Para patear no era necesaria la pelota, si ésta había bien, sino también era factible shotear una vejiga inflada, una naranja, una pelota de trapo; así fue haciéndose el fútbol en el valle del pillco.
“Jesego” , seudónimo con el que suscribe sus acuciosas crónicas Jorge Espinoza Egoávil, hace una importante referencia que entre en los años 1915 y 1917 se habría realizado el pudiera haber sido el primer encuentro oficioso de fútbol en Huánuco, entre los equipos “Rojo” y “Azul”, la  fotografía de los contendientes podíamos verla en el local del Instituto Peruano del Deporte.
Ésta ya fue una clara señal de organización para la práctica del fútbol, fueron varias las veces que se enfrentaron estos equipos en el campo de la Plazuela de “La Merced”, luego muchos de sus integrantes conformarían las instituciones que nacieron en 1917.
Pero esta fase auroral no termina acá, aún va a continuar con el nacimiento de organizaciones deportivas de corta existencia, así nos refiere el mismo Heraclio Tapia León, que en 1916 bajo su presidencia nació el “Asociación 28 de Julio” y con la batuta de Amadeo Lambruschini el “Sport Huánuco”, estos equipos se enfrentaron en dos oportunidades, en 1916 empataron y en 1918 ganó el Asociación por uno a cero.
Ambos clubes desaparecieron al cabo de dos años, siendo absorbidos por el “Alfonso Ugarte”, que a la postre también se disolvió.
El año 1917 sería trascendental para el fútbol huanuqueño, pues se produjo el nacimiento de tres de las instituciones de más dilatada vigencia en la historia del deporte huanuqueño, el “Juan Bielovucic”; el “Sport Progreso”, cuya actual denominación es Centro Cultural Deportivo “Tarapacá”,  hasta ahora los decanos de nuestro deporte, y el “Leoncio Prado”, que se disolvió después de más de sesenta años de existencia.
 Reitero, estos equipos registran en sus filas a muchos de los integrantes de los equipos “Rojo” y “Azul”, como es el caso de Encarnación Isán Fernández Olórtegui en el Tarapacá y Fausto Castro Garcés en el “Leoncio Prado”.
Este año es sumamente importante en el desarrollo de la práctica del balompié en nuestra tierra, pues termina la fase auroral y empieza una nueva etapa, la de la institucionalidad duradera y consolidada, de ahí que tenga especial significación en la historia de nuestro fútbol.
Así llegó el fútbol a nuestro país, ingresó por los puertos que iban surgiendo en el litoral peruano, el primero fue el Callao, luego en los lugares donde los ingleses habían establecido enclaves económicos, como en  el norte de donde extraían algodón para su floreciente industria textil y también Arequipa de paso al altiplano, así como los asientos mineros.
Si bien las instituciones eran constituidas por los sectores sociales altos, la práctica y la afición habían prendido en los estratos sociales populares, quienes fueron los que hicieron el verdadero efecto multiplicador de la práctica de este deporte.
El balón empezó a correr en la arena, siguió rodando desde la playa hasta las gélidas punas y encontró un espacio en medio del verdor amazónico, por eso es fácil encontrar en el Perú un campo de fútbol en los lugares más remotos de nuestro territorio









PRESENTACIÓN




Las crónicas integradas en este volumen  bajo el título de El deporte  que vivimos  son una expresión de vida, es el relato de hechos relevantes del deporte huanuqueño que nos tocó vivir  y   de aquellos  cuyo conocimiento ha sido  recogido de los actores o aficionados mayores, así como de periódicos y revistas huanuqueñas y nacionales. 
Sé perfectamente que no todos los sucesos deportivos importantes están presentes en este contenido, de la misma manera   estoy seguro que los que ahí aparecen tienen significación deportiva y social, al haber conmocionado en su momento al pueblo de Huánuco, alcanzando trascendencia hasta el presente.
Estas crónicas constituyen  solamente una parte del total  que conservo en archivos, las mismas que por razones de carácter editorial no es posible publicarlas  en un solo volumen,  por lo cual me he visto precisado a  realizar una  selección tomando en consideración la significación social de su contenido.  Ellas  guardan independencia temática  pero están ordenadas cronológicamente,  brindándonos una visión integral del deporte huanuqueño a través del tiempo.
Comprenden desde la primera década del siglo XX con los inicios de la práctica deportiva en Huánuco, del fútbol, voleibol y basquetbol, del nacimiento de las primeras instituciones y de las primeras competencias, así como de los procesos de institucionalización de las competencias deportivas hasta los significativos acontecimientos del presente como son  la obtención del subcampeonato de fútbol profesional por el León de Huánuco y su consecuente participación en la Copa Libertadores de América.
Dentro de ellas aparece el nacimiento de clubes como el Juan Bielovucic, Cultural Tarapacá y Leoncio Prado, los decanos del deporte huanuqueño, también del Alianza Huánuco, Santa Rosa, León de Huánuco, Crespo Castillo,  y se registran acontecimientos deportivos como la gloriosa campaña de la selección de fútbol que participó en el Campeonato Nacional de 1936, la rutilante trayectoria del legendario automovilista Juan Perrys Álvarez, las espectaculares performances del Club Sporting Tabaco la década de los cuarentas, la destacada actuación del equipo femenino de basquetbol del Club León de Huánuco en 1954 en Lima, la participación del León de Huánuco en la Copa Perú y su ingreso a la profesional, la notable actuación de Guido Ronquillo Cornelio en el Concurso Nacional de Tiro Gildemeister, los triunfos de los ciclistas Pablo Cajas y Vicente Pérez, el título de Campeón Nacional de Voleibol Interbarrios obtenido por Huánuco en 1966., los campeonatos regionales del Sport Sherekhan el título nacional de bochas logrado  por Lucho Sara, entre muchos otros logros felices de nuestro deporte.
Asimismo aparecen destacados exponentes de los diferentes deportes practicados en Huánuco a través de los tiempos  como Samuel Ratto, Amacho Dávila, Shanti Lazo, Walter Pérez,  Julio Jump, Rubén Caldas,  Jorge Cabanillas, Lucho Sobero ,Ledda Ponce,  Zurdo Ordóñez, Elena Pérez, Pancho Robles,  Bertha Fano, Javier Fano, Rosa Flores, Fernando Velit, Carlos Chávez, Edgardo Ramírez, Pitin Sandoval, Mañuco Espinoza, Jaime Torres, el Gato Chacón,  entre los muchos que dieron renombre a nuestra tierra.
Quienes asumimos la tarea periodística deportiva lo hicimos fundamentalmente llevados por nuestra afición al deporte y naturalmente, por nuestra vocación de comunicadores sociales. En el ejercicio sincrético de esta actividad nos fuimos nutriendo de conocimientos e informaciones que fueron a constituir el soporte de nuestro ejercicio, a la vez que proveyéndonos de importantes aspectos teóricos y técnicos relacionados con la acción comunicacional.
El deporte llego a mí vestido de fútbol, en forma de juego infantil, posiblemente antes que brotara en mí la luz de la razón y tal vez mucho antes de que mi madre me regalara una pelota de jebe, con la cual correr en el patio de mi casa en La Esperanza.
Después jugaría con mis primeros amigos, los chicos de la Escuela 4092 en el patio grande o en la carretera, que esa vez corría generosa por el pueblo con destino a Pucallpa. Pasábamos tiempo interminable con el “Pargasho”, “Picacho” Morales, Mercurio Noblejas, Pedro, Cesar, Augusto y  Goyo Chocano,  Lucho Alomía, cuidándonos de rato en rato de los carros que estaban en la ruta.
Así, fue convirtiéndose en un elemento de socialización, hasta que un día fui a Huánuco cuando por  radio trasmitían un partido de fútbol, jugaba la “U” con el Alianza, fue esa tarde en la que Lolo marco tres goles y  me hice hincha de los cremas.
A los dos días, cuando recién llegaban los periódicos , vi la figura del cañonero rematando al arco y batiendo a Paredes, luego en  los brazos de sus compañeros con el gesto de emoción y en hombros del publico diciendo adiós con humildad, recibiendo y agradeciendo los aplausos, no pidiéndolos, a pesar de lo mucho que había dado.
Luego, días después fuimos al estadio. Era agosto de 1953, se jugaba el Campeonato del Centenario del nacimiento de Leoncio Prado, se estaban enfrentando las selecciones de Huánuco y Tingo María.  Lo primero que vi fue un tiro de penal. Ingresé cuando el público que colmaba el Estadio “Leoncio Prado”, coreaba: - ¡Que lo tire Zurdo! – ¡Que lo tire Walter!.
Fue Walter, a quien aún no conocía,  quien se puso frente a la pelota para convertir la ejecución en gol. Años después con el Cholo Walter haríamos una gran amistad.
Luego, dejar La Esperanza, los libros de la naturaleza, esos de páginas verdes iluminadas con rayos de sol. Ahí no se necesita preguntar por los colores del arco iris, porque aquel que creció bajo ese cielo jamás pensara en claroscuro.
En la ciudad fui al “San Luis Gonzaga”, tenía dos patios grandes, donde podíamos jugar pelota, ella siguió en nuestra ruta de vida por el Centro Escolar “Hermilio Valdizán” hasta llegar al claustro leonciopradino,  mientras que en nuestro barrio de Huallayco nos organizamos primero en el Club Rodillo Negro y luego en el Defensor Huallayco.
Mis cuadernos: el curso en las primeras páginas. Las restantes: los resultados del campeonato profesional, los de la Liga, la lista del equipo del salón, el fixture del intersecciones.  Había sido elegido Delegado del Primero “A”, nuestro Auxiliar era el Zurdo Ordóñez.
 Gustaba de escribir comentarios sobre el campeonato interno, uno de esos fue visto por el profesor Augusto Shiggio, lo leyó y me dio la responsabilidad de hacerlo todas las semanas para ser publicado en el periódico mural.
Discurrí con mis primeras notas en los eventuales medios de prensa que surgieron en nuestra ciudad, como Semana y  Pillco, donde escribía con el seudónimo de El Hincha. Luego, allá por el año 1964 cuando surge “Antorcha Deportiva” bajo la dirección de Pepe Reyes Céspedes, en Radio “Ondas del Huallaga”, teniendo la compañía de Roque Visag, Alfredo Omonte y Hamilton Zevallos, formaría parte de este plantel  por breve tiempo.
“Antorcha Deportiva” dejó Radio “Ondas del Huallaga” y con Jando Amayo, Lucio Pastrana, Eugenio Pastrana y Eduardo Figueroa, alentados por el entusiasmo de Róger Rondón constituimos “Ecos del Deporte” en 1967, que se irradió por esta misma emisora.
Posteriormente, pero en el mismo año, se integraron Walter Pérez, Dimas Garay, Carlos Andrade y Oscar Beteta. Con el paso de los años se incorporaron  Roque Visag y José Marín, Luis La Rosa Higa, también  fugazmente Alberto Vélez de Villa Figueroa.
Nosotros dejamos el éter tras haber cumplido más de veinte años en el hermoso trajinar periodístico deportivo, donde acumulamos experiencias, pero por sobre todo grandes emociones, que no tienen por qué quedarse en el tintero sino que deben llegar a ustedes, a quienes les entrego como un testimonio de gratitud y de homenaje, que alcanza también a quienes fueron los actores.
El deporte y el periodismo crecieron en mí desde mi primera infancia. Por eso considero que este trabajo  es la síntesis  de mi quehacer periodístico deportivo, tarea que compartí con mis colegas periodistas, dirigentes y deportistas, fundamentalmente con los aficionados con quienes estuvimos en permanente comunicación y que quiero prolongar a través de esta entrega.
Sé que no todo lo que me dio el deporte en vivencias está reproducido. También soy consciente que el pueblo y los deportistas merecen mucho más,  queda aún material en archivo para una nueva publicación y muchas cosas en el tintero,  teniendo conciencia que Huánuco, el periodismo, el deporte y  la afición tienen una  importancia especial  en mi vida.
A ustedes les pertenece.


























































Dedico:
                                   
                                    A los niños de mi tierra, inventores del viento y la sonrisa,
                       que siguen haciendo del deporte una sinfonía de juegos infantiles
           y a  todos los que fueron actores de los sucesos que aquí se relatan  
           y  a los que hicieron del deporte una razón de vida …




Edmundo Panay Lazo









EL DEPORTE QUE VIVIMOS…
CRÓNICA DEL DEPORTE HUANUQUEÑO