domingo, 5 de abril de 2015

EN LA ALAMEDA Y PUELLES RUGIERON LOS MOTORES




Habían pasado muchos años, desde que la bravura de Juan Perrys cubrió el cielo del deporte peruano con el nombre de “Leòn de Huanuco”.

El “Cholo” Perrys, como cariñosamente lo llamaban, fue en su época uno de los mejores pilotos del país, junto a Arnaldo Alvarado y su legendario “Ladrillo”, Lizardo de las Casas y su “Liebre”, Henry Bradley y su “Avispón Verde”, entre muchos otros grandes de esa generación romántica del automovilismo nacional.

En Huánuco siempre hubo una afición nata por el deporte de los fierros. Tal vez porque el huanuqueño sea uno de los mejores ruteros del Perú, forjado como trochero en la ruta a Pucallpa y en la entonces agreste carretera a Lima; pero también habían de los otros, aquellos que hacían sus aprestos de corredores en las calles de la ciudad.

Lo cierto fue que se realizó una carrera de automóviles en la ciudad de Huánuco. Para decir verdad no recuerdo exactamente la fecha ni quién la organizó, la ubico en los últimos años de la década del cincuenta, pero sí tengo presente las principales incidencias de la competencia.

El circuito tenía el desarrollo siguiente: la Alameda de la República, Malecón Centenario “Leoncio Prado”, Avenida de Circunvalación, cruzando la carretera al aeropuerto en la altura de Las Moras, subida a Puelles, bajada de Puelles hasta Patrocinio y nuevamente a la Alameda. La curva más peligrosa era aquella donde termina la bajada de Puelles y para ingresar a la Alameda hay que hacer una ese.

La prueba fue en la mañana. Gran cantidad de público se arremolinó en diferentes partes del circuito, la explanada donde se ubica ahora el atrio de la Parroquia de Nuestra Señora del Patrocinio era un lugar estratégico, desde ahí presencié la prueba. La Alameda estaba totalmente flanqueada de espectadores.

Los preparativos se venían dando desde días antes y los corredores preparaban sus carros en diferentes talleres. Casi todos ellos eran ruteros, conductores de omnibuses o camiones, o choferes de servicio público urbano.

Hubieron dos pruebas, la primera fue la llamada carrera de carcochas, la prueba fue ganada por Lucho Alvarado, conduciendo un automóvil coupé con techo de lona, siendo el más aplaudido a cada paso. Fueron también grandes animadores de esta categoría Pepe Márquez que llevó como copiloto a Pacho Orizano y Víctor de la Puente.

Luego vino la segunda carrera, desde el inicio empezó punteando la competencia  el cusqueño Clímaco Tupayachi, conduciendo un Ford del año, llamado “Semilla de Maldad”. En la segunda vuelta hubo un momento de tensión cuando Carlos Lasteros La Madrid con un Ford negro, se cruzó en forma transversal en la pista casi a la mitad de la Alameda, se le salió una llanta, pero el piloto logró controlar el coche que llevaba el nombre de “Condor de Pasco”.

Pero el que se ganó al público y estableció el record de vuelta fue el coche de Eleazar Tello “Cruz de Puelles”, conducido por Augusto Ramírez Deza, hizo gala de gran seguridad y temple en el manejo, gozando del aliento permanente del público; era quizás el más joven de los participantes, pero su experiencia en las rutas ya lo presentaba como un competidor serio, al final llegó tercero.

Fue un éxito el evento, por el entusiasmo y la pericia conductiva que mostraron los pilotos. Aquí empezaba a poner de manifiesto su vocación y capacidad de piloto de competencia Augusto Ramírez, quién participó en varias competencias de los “Caminos del Inca” y otras pruebas del calendario automotor nacional. Al final fue alzado en hombros junto con el ganador Clímaco Tupayachi y el segundo Lorenzo Rodríguez.

Los sabedores de estas cosas veían en Ramírez al futuro representante huanuqueño en el automovilismo nacional y no se equivocaron.


























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