1952, agosto, mes de
aniversario de nuestra tierra, estaba programada la carrera Lima-Paracas-Lima,
denominada “Prueba de Alta Velocidad Generalísimo José de San Martín”.
Venía de rugir en el
“Premio Presidente de la República” el 1 de mayo, en la ruta
Lima-Chiclayo-Lima, en la que entró segundo en dura lucha con Arnaldo Alvarado.
Esta iba a ser su
quinta competencia. Decidió su participación y veinte días antes empezó la
preparación de su carro, en la factoría A y M Miloslavic, que estaba ubicada en
la cuadra diez del jirón Veintiocho de Julio. Ahí junto con Factor López
empezaron a hacer sus trabajos de acondicionamiento al Ford modelo 1939 de
siempre, carro que tenía estabilidad adaptada de modelo 1948. Pusieron en juego
todos sus conocimientos y experiencias de mecánicos, además del bagaje de
rutero que lucía Juan Perrys con orgullo.
El 8 de agosto se
apersonó a las oficinas del Automóvil Club Peruano, constituyéndose en el
primer inscrito en la prueba, al salir responde una interrogación periodística:
“Si he de correr para que esperar el último momento...”.
Al cierre de las
inscripciones había treinta y uno coches registrados, diecisiete en fuerza
libre y catorce en standard, En la primera además de Juan Perrys figuraban
“Chachi” Dibós, Arnaldo Alvarado, Lizardo de las Casas, Román Balta, Henry
Bradley Bartett, “Chachi” Dibós declara antes de la competencia “... va a ser
una prueba de gran velocidad, el que corre a menos de 130 por hora no gana”.
El 20 de agosto en la
línea de partida para cubrir la primera etapa de 267 Kms. hasta Paracas,
pasando por los puntos de Chorrillos, Pucusana, Chilca, Mala, Cañete, Chincha,
Pisco hasta llegar a la histórica bahía.
Huánuco estaba
pendiente de la participación de su bravo representante, siguiendo las
incidencias a través de Radio “Colonial”, en la voz de Humberto Martínez
Morosini, que acababa de ser incorporado al plantel que dirigía Juan Sedó, del
que formaban parte también Eduardo Mecklenburg y Eduardo San Román.
La pugna por el primer
lugar se dio desde la salida, a los 5 Kms. Perrys pasó a Arnaldo, en el Km. 40
a Dibós, en el Km. 90 Arnaldo recuperó la punta, fue entonces cuando emergió la
lucha denodada del huanuqueño por recuperarla y arribó a Paracas librando un
duelo rueda a rueda con Alvarado y Bradley.
El ganador de la
primera etapa fue Alvarado con 2 horas 4’ 12”, segundo Henry Bradley con 2
horas 05’ 8”, tercero Juan Perrys con 2 horas
5’ 52” y cuarto Eduardo “Chachi” Dibós con 2 horas 13’ 4”. Perrys estaba
a 1’ 42” del puntero.
De retorno la lucha
continuó, Entre Cañete y Chincha, en un lugar denominado Burro Salado el carro
de Perrys saltó más de cinco metros saliendo de la pista, recuperado del trance
siguió en carrera forzando en dura lucha a Alvarado, que fundió motor en Mala.
En Chilca un señor
Gonzales le facilitó tres galones de gasolina, con lo que pudo llegar a Lurín y
abastecerse para continuar en competencia, en la que por momentos llegó a pisar
a “ciento ochenta kilómetros a la hora”.
Ya en la línea de
llegada se esperaban a los primeros coches, por la narración del último paso se
sabía que Perrys venía adelante, en Huánuco se empezaba a vivir una emoción
indescriptible, desde el treinta y seis no sabíamos de una victoria de
significación nacional y la nueva generación no había vivido ninguna.
Cuando al promediar el
mediodía le bajaron a Perrys la bandera a cuadros, empezó un desborde de
alegría popular en nuestra ciudad. Huánuco ocupaba el primer lugar, que venía
luchando el “Cholo” con pasión y tenacidad, seguro de su calidad deseaba
brindarle una victoria a su tierra.
Perrys registró en la
segunda etapa 2 horas 9’ 28”, el segundo Juno Mannarelli 2 horas 12’ 38”; con
lo que acumularon en la general Perrys 4
horas 15’, Mannarelli 4 horas 48”, Otto Zoeger 4 horas 34’.
Mientras nuestra ciudad
vibraba de alegría en el diario “La Crónica” del día siguiente, aparecía el
siguiente comentario:
“Juan Perrys ha sabido
al fin de la satisfacción de sentirse vencedor. Fue el primero. Satisface el
triunfo de este muchacho. Satisface porque es de los que arriesgan, es de los
que corren buscando el triunfo, con el pie pegado a la tabla. Si no se ha
producido más alto promedio, es sencillamente porque su máquina no da para más.
Pero si a su reclamo la velocidad hubiera aumentado Juan Perrys el “León de
Huánuco”, seguramente hubiera producido algo mejor que aquél 125 Kms por hora.
Ha corrido ayer a lo que daba la máquina y con inteligencia”.
Orgulloso de su tierra,
cuyo nombre lució en su carro desde la primera participación, declaraba a la
prensa limeña: “Soy de Huánuco, tengo 35 años. Con esta son cinco carreras que
he hecho. Intervine en 1946 en el circuito de Atocongo y cogí el quinto puesto.
Luego repetí la prueba de las 500 millas en el mismo escenario y volví a salir
quinto. Más tarde en mi primera ruta Aguas Verdes-Lima llegué sexto, pero de
Chiclayo-Lima llegué segundo. Ahora avancé he sido el primero”.
Aquí el “León de
Huánuco” empezó a entrar en la leyenda. Ya estaba en el corazón de sus amigos y
compañeros de la difícil ruta Lima-Huánuco-Pucallpa. Su participación en las
pruebas nacionales de automovilismo era la expresión emotiva de la presencia de
nuestro pueblo, que conforme transcurrían iban teniendo mayor significación por
la calidad que demostraba. Hasta que llegó ese día en que fue primero y ese día
todos fueron primeros.
A su retorno una
caravana de carros, el pueblo en camiones fue a darle la bienvenida hasta San
Rafael donde lo esperaron y desde ahí, de vehículo en vehículo hasta llegar a
Huánuco, donde él y su copiloto Factor López fueron ingresados en hombros del
pueblo desde el puente de Tingo hasta la Plaza de Armas.
Hubo recepción oficial,
las autoridades se pusieron en primera línea. En la noche castillo de fuegos
artificiales, derroche general, Huánuco vivía una de sus más grandes alegrías,
que la había dado el valor y capacidad de alguien que llevaba como emblema el
demostrar la calidad del hombre de esta tierra.
Después de ésta
seguirían muchas competencias más, en todas ellas demostró su calidad
reconocida internacionalmente, que lo llevó a estar considerado como uno de los
mejores volantes peruanos de todos los tiempos, perteneciente a la época
legendaria.
El triunfo de esa oportunidad, produjo una
eclosión popular que los que la vivieron no deben haberla olvidado nunca,
porque así me lo relataron, como me lo relató también el “Cholo” Juan.
Nosotros nos integramos
a aquellas horas de júbilo sincero, con una expresión plena de identidad
huanuqueñista, sintiendo el bordón del banyo de Víctor Gonzales Carazas el
“Plebeyo” y entonando los versos del valse:
Que viva, que viva Juan Perrys
Juan Perrys fue un gran campeón,
con su copiloto Factor López
de Lima Paracas Lima
entre los ases supo triunfar.
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