Huánuco ya era una
presencia importante en los torneos nacionales de bochas, en los que
participaba desde 1971, hasta que en breve tiempo, merced al esfuerzo de sus dirigentes y el entusiasmo de sus equipistas, nuestra ciudad fue sede
del torneo nacional de 1974.
Entonces la hegemonía
de las bochas en el país la tenían las Ligas de Lima, Callao y Balnearios.
De esta manera se
dieron cita lo mejor de la bocha
nacional, en individuales el Callao traía a Nicolás Sam, quince veces campeón
nacional; Lima tenía la presencia de Luis Santos Navarro, bautizado en Argentina como el Pelé de las bochas, juntos habían ocupado el segundo lugar en la
modalidad de parejas en el torneo sudamericano. Entre los otros oponentes
figuraban de la Liga de Balnearios Gilberto Torres, campeón nacional del año anterior, y Alejandro
Santamaría, quien lucía en su palmarés
haberse clasificado campeón sudamericano
juvenil.
Se programaron las
competencias en las modalidades de individual y parejas.
Para la competencia
de individuales nuestro representante
era Lucho Sara, quien había ingresado a la cofradía mingo hacía cuatro años, en
el mundo de las bochas sus rivales lo miraban como falto de experiencia. Sin
embargo llevaba consigo su firmeza, su confianza en sí mismo, la certeza de su
mano al impulsar la bola hasta acercarla en actitud confidente con el mingo y
la precisión en el bochazo que arranque los afanes rivales.
En el primer partido,
jugado en la mañana del 29 de agosto en la cancha del Lawn Tenis, Lucho hizo frente a Gilberto Torres, conocido
de la afición futbolística nacional por haber alternado en Universitario de
Deportes y la Selección Nacional con Lolo Fernández, esta vez vestía de blanco y jugaba en una cancha de
bochas. Lucho, demostrando que podía dar mucho más lo venció por dieciocho
puntos a seis.
En la noche le tocó
enfrentar en el Club Central a Nicolás Sam, quien en la mañana había ganado a
Luis Santos Navarro. El visitante empezó imponiendo condiciones poniéndose en
ventaja de doce a seis, sin embargo Lucho, demostrando un gran poder de
recuperación, remontó ese marcador y logró imponerse por dieciocho a trece
llenando de algarabía a la numerosa hinchada que se había dado cita. Demostró
en este cotejo una gran capacidad para convertir en una importante victoria lo
que parecía ser una inminente derrota.
Al día siguiente, el
escenario retornó al Club Central. El rival era ahora Luis Santos Navarro.
Nuevamente se dio lo del partido anterior, el visitante adelantó en puntaje llegando
a ponerse doce a siete, pero pareciera que este marcador tenía un efecto cabalístico para Lucho, pues a partir de este
momento operó la reacción que esperaban
los aficionados y demostrando nuevamente poder de recuperación y una gran clase
ganó el partido por dieciocho a doce.
Y así fue consolidándose
en cada encuentro, cada vez más firme y seguro, creciendo conforme avanzaba el
campeonato, dejando en el camino a sus contendientes, así llegó a la noche
del 30 de agosto, en la que jugaría la final. Era el momento de pensar en el título, los que asistieron esa noche a la cancha de
bochas del Club Central sentían que podrían salir gritando el título nacional y Lucho también lo sintió así.
Tenía al frente al Flaco Alejandro Santamaría, quien lucía muy confiado. En la
salida primero el visitante, que al término de la jugada consigue arrancar los
puntos iniciales, así avanzó hasta ponerse diez a dos en el marcador. Silencio
en las tribunas.
Según las bases de
acuerdo al puntaje acumulado a Lucho le bastaría llegar a diez puntos, ahora
como en los partidos anteriores también
tenía el marcador en contra. Fue el momento en que empezó a remontar, sereno, la mirada
fija, concentrado en el juego, Tensión
en la cancha y en las tribunas.
El partido transcurría
parejo, los puntos se conseguían por precisión en las jugadas, por momentos los
bochazos vibraban en los pechos de los aficionados cuando eran ejecutados por
Lucho. En la cancha las bochas corrían
en busca del mingo que les dé puntos. Lucho se acercaba a los diez y Santamaría trataba de evitarlo y avanzar en busca de los
dieciocho.
Así llegaron los diez
puntos para Lucho, en ese momento los jueces le dijeron que tenía que llegar a
los doce, el marcador estaba dieciséis a diez, los dos contendores a dos puntos
del campeonato.
Era hora de poner toda
la sapiencia en el juego, encontrar el más breve espacio para entrar en busca
de los puntos que lo separaban del título y fue así, una falla de su adversario,
una bola semi chanta que le permite a Lucho conseguir los dos puntos y el
estallido de la tribuna con el grito de ¡Huánuco Campeón!
En esa jugada Lucho
demostró toda su clase.
La partida siguió y
empezó a darle brillo a su título remontando el marcador e imponiéndose por
dieciocho a dieciséis.
Era el premio a la perseverancia, al trabajo constante, a
la confianza en sus facultades técnicas y físicas, a la clase con que afrontó
cada uno de los compromisos llegando a la final con un gesto premonitorio de triunfador.
Así fue aquella noche en que Huánuco se vistió de gloria.
Luego Lucho Sara se
consagró campeón del bochazo en Trujillo en 1988, tres veces se clasificó
campeón nacional en la modalidad de parejas en Arequipa, Chincha, Lima y
Trujillo.
En tres oportunidades fue subcampeón del bochazo n
Arequipa, Huánuco y Lima.
Conformando equipo con sus hermanos fue dos veces subcampeón
nacional en tercetos y Copa Perú.
Participó desde 1971 en
más de treinta torneos nacionales, habiendo llegado en múltiples oportunidades
hasta cuartos de final, siendo posible que tenga el record de asistencia a
estos torneos.
Ha sido técnico del
Centro Naval del Perú y participa en los torneos nacionales como integrante de
la Liga de Bochas de Huánuco.
Lucho Sara Ratto es una figura emblemática,
orgullo de nuestra tierra como bochista, maestro y amigo.
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