Cuando corrían los años
cincuenta y se daban los duelos entre el Ex Alumnos y el León, Banco de Crédito
y Banco Popular, y fulguraban los hermanos Orlando y Mirko Cuculiza, Guido
Ronquillo, Gilberto Bermúdez, Manuel Cornejo, entre otros, en la reserva del
Santa Rosa surgía un adolescente espigado y con evidentes cualidades técnicas
que lo hacían destacar, era Francisco Robles Gallardo, afectuosamente llamado Pancho
y para los amigos de siempre “Chapana” Robles.
Los aficionados veían
en él a un basquetbolista con futuro, los mayores, entre los que estaban Tito Gonzales y Walter
Pérez, lo hacían alternar en el primer equipo, mientras que en el colegio daba
rienda suelta a su inquietud en las clases de Educación Física, bajo la mirada
de los profesores Augusto Espinoza o Ulises Calderón, o en la hora de recreo
donde se convertía en la estrella del patio con sus veloces y precisas
incursiones bajo el tablero del court interno.
Hubo un largo receso de
la actividad basquetbolística, la misma que reapareció años después, casi a
postrimerías de la década, así fue como en 1958 bajo la presidencia de Alberto
Vélez de Villa Lázaro surge el equipo del Corsarios, uniforme negro con una
calavera blanca en el pecho. Integraban aquel conjunto Francisco Robles, Lindao
Fernández, Fausto Lazo, Juvenal Figueroa, José “Palacho” Cabrera, la cabeza
visible de este grupo era Pancho Robles, en el primer campeonato llegaron a
terceros.
Luego vendrían los años
de apogeo cuando al equipo corsario se
incorporaron los norteamericanos Samuel Wilson y Richard Enlow, cercanos a los
dos metros de estatura, este último había
sido integrante de la Selección de Costa Rica, eran pastores de la Iglesia
Alianza Cristiana Misionera, hecho que atrajo al equipo a Raúl Diaz; también se
integraría Nolberto Montellanos.
A partir de este
momento el Corsarios asumió el liderazgo del baloncesto huanuqueño, donde junto
al aporte yanqui estaba la presencia destacada de Francisco, que además era
capitán y figura importante de la selección del colegio, sucediendo a la
generación de Carlos Chávez, Acucho
Figueroa, Rafael “Palito” Fernández.
Luego vino el nuevo
receso y con él también la desaparición de muchos equipos, entre ellos el
Corsarios, quedando entre los añejos el Banco Popular, mientras surgían otros
como el Círculo San Pedro, Sherekhan;
retornaban el Bielovucic y el Lawn Tenis, Pancho se puso la divisa del
Cristal que presidía Serafín Cornejo.
Siguió por varios años,
inclusive integrando y capitaneando el seleccionado huanuqueño, vino un nuevo
receso, mas él nunca dejó la práctica de su deporte preferido en el que era
figura visible e importante en todo equipo que integraba.
Inclusive estuvo a
punto de jugar en la División Superior del Básquetbol capitalino con la divisa
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el cariño al terruño pudo más y
prefirió seguirnos regalando con su juego vigoroso y con su efectivo
lanzamiento.
Así llegamos a los años
ochenta y vimos a Pancho Robles con la divisa verde y blanca del Picapiedra,
habían pasado más de treinta años y él seguía vigente en el escenario
basquetbolístico huanuqueño.
Fue con este equipo que
lograría la canasta más espectacular que se recuerde en nuestros escenarios,
con un lanzamiento desde la línea de fondo de su campo.
Agregaría un título regional a su palmarés, el
campeonato en la ciudad de Tarma en 1965 capitaneando el equipo que integraban
con Adolfo Goliat Valdivia, Jorge Jara, Augusto Figueroa, Juan Sánchez Salmón,
teniendo como entrenador al Prof.
Gilberto Bermúdez.
Hemos querido hacer una
crónica sobre Francisco Robles o Pancho Robles como queramos llamarlo, y
solamente nos hemos referido a su paso por los diferentes equipos en los que
militó, pero considero necesario remarcar las virtudes que lo hicieron
destacar, era un jugador espigado bien dotado físicamente para el deporte de la
canasta, dueño de buen dribling, rápido, excelente servicio, pero por sobre
todo una gran potencia para la penetración unida a un efectivo lanzamiento;
estos atributos se potenciaban con el gran temperamento que siempre lució , era
de los jugadores que daban todo en el partido, sus arremetidas casi siempre
terminaban en el aro rival.
Así jugaba Pancho
Robles, así jugó por más de treinta años, manteniendo su calidad, liderando su
equipo, siendo figura , luciendo como arma fundamental su temperamento y gran
efectividad, fue un caso único en nuestro básquetbol, alternó con varias
generaciones de todas aprendió y a todas enseñó.
Por eso a su retiro
silencioso de los campos se le recuerda como la figura legendaria del
básquetbol huanuqueño, con un lugar prominente en la historia de este deporte.
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