domingo, 5 de abril de 2015

EL ETERNO PANCHO ROBLES



Cuando corrían los años cincuenta y se daban los duelos entre el Ex Alumnos y el León, Banco de Crédito y Banco Popular, y fulguraban los hermanos Orlando y Mirko Cuculiza, Guido Ronquillo, Gilberto Bermúdez, Manuel Cornejo, entre otros, en la reserva del Santa Rosa surgía un adolescente espigado y con evidentes cualidades técnicas que lo hacían destacar, era Francisco Robles Gallardo, afectuosamente llamado Pancho y para los amigos de siempre “Chapana” Robles.
Los aficionados veían en él a un basquetbolista con futuro, los mayores,  entre los que estaban Tito Gonzales y Walter Pérez, lo hacían alternar en el primer equipo, mientras que en el colegio daba rienda suelta a su inquietud en las clases de Educación Física, bajo la mirada de los profesores Augusto Espinoza o Ulises Calderón, o en la hora de recreo donde se convertía en la estrella del patio con sus veloces y precisas incursiones bajo el tablero del court interno.
Hubo un largo receso de la actividad basquetbolística, la misma que reapareció años después, casi a postrimerías de la década, así fue como en 1958 bajo la presidencia de Alberto Vélez de Villa Lázaro surge el equipo del Corsarios, uniforme negro con una calavera blanca en el pecho. Integraban aquel conjunto Francisco Robles, Lindao Fernández, Fausto Lazo, Juvenal Figueroa, José “Palacho” Cabrera, la cabeza visible de este grupo era Pancho Robles, en el primer campeonato llegaron a terceros.
Luego vendrían los años de apogeo cuando al  equipo corsario se incorporaron los norteamericanos Samuel Wilson y Richard Enlow, cercanos a los dos metros de estatura,  este último había sido integrante de la Selección de Costa Rica, eran pastores de la Iglesia Alianza Cristiana Misionera, hecho que atrajo al equipo a Raúl Diaz; también se integraría Nolberto Montellanos.
A partir de este momento el Corsarios asumió el liderazgo del baloncesto huanuqueño, donde junto al aporte yanqui estaba la presencia destacada de Francisco, que además era capitán y figura importante de la selección del colegio, sucediendo a la generación de  Carlos Chávez, Acucho Figueroa, Rafael “Palito” Fernández.
Luego vino el nuevo receso y con él también la desaparición de muchos equipos, entre ellos el Corsarios, quedando entre los añejos el Banco Popular, mientras surgían otros como el Círculo San Pedro, Sherekhan;  retornaban el Bielovucic y el Lawn Tenis, Pancho se puso la divisa del Cristal que presidía Serafín Cornejo.
Siguió por varios años, inclusive integrando y capitaneando el seleccionado huanuqueño, vino un nuevo receso, mas él nunca dejó la práctica de su deporte preferido en el que era figura visible e importante en todo equipo que integraba.
Inclusive estuvo a punto de jugar en la División Superior del Básquetbol capitalino con la divisa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el cariño al terruño pudo más y prefirió seguirnos regalando con su juego vigoroso y con su efectivo lanzamiento.
Así llegamos a los años ochenta y vimos a Pancho Robles con la divisa verde y blanca del Picapiedra, habían pasado más de treinta años y él seguía vigente en el escenario basquetbolístico huanuqueño.
Fue con este equipo que lograría la canasta más espectacular que se recuerde en nuestros escenarios, con un lanzamiento desde la línea de fondo de su campo.
Agregaría  un título regional a su palmarés, el campeonato en la ciudad de Tarma en 1965 capitaneando el equipo que integraban con Adolfo Goliat Valdivia, Jorge Jara, Augusto Figueroa, Juan Sánchez Salmón, teniendo como entrenador al  Prof. Gilberto Bermúdez.
Hemos querido hacer una crónica sobre Francisco Robles o Pancho Robles como queramos llamarlo, y solamente nos hemos referido a su paso por los diferentes equipos en los que militó, pero considero necesario remarcar las virtudes que lo hicieron destacar, era un jugador espigado bien dotado físicamente para el deporte de la canasta, dueño de buen dribling, rápido, excelente servicio, pero por sobre todo una gran potencia para la penetración unida a un efectivo lanzamiento; estos atributos se potenciaban con el gran temperamento que siempre lució , era de los jugadores que daban todo en el partido, sus arremetidas casi siempre terminaban en el aro rival.
Así jugaba Pancho Robles, así jugó por más de treinta años, manteniendo su calidad, liderando su equipo, siendo figura , luciendo como arma fundamental su temperamento y gran efectividad, fue un caso único en nuestro básquetbol, alternó con varias generaciones de todas aprendió y a todas enseñó.
Por eso a su retiro silencioso de los campos se le recuerda como la figura legendaria del básquetbol huanuqueño, con un lugar prominente en la historia de este deporte.






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