Era un vendaval de
disparos. Balones que iban arriba, había que elevarse y sacarla con los dedos o
con la palma de la mano cuando era necesario. Remates abajo, arrojarse a rastrón y buscarla en uno de los
rincones del arco. El asunto era que no debería pasar una más. Ya muy temprano,
antes de los diez minutos de iniciado el partido, a su compañero de puesto, los
limeños lo habían vencido tres veces.
A mí no hacen ninguna
decía el “Cholo”, con el entusiasmo de sus diecinueve setiembres. Y el equipo
se fue para adelante, a buscar que descontar el marcador.
-Vamos Cruz, rompe “Pañaco” (David Rodríguez)
gritaba a su pareja de backs.
Desde su cabaña
contempla como Chussing centra desde la derecha y el remate de Tomás Rozales es
detenido con dificultad por Hubby.
Así, dominando Huánuco y con tres goles en contra,
termina la primera etapa.
Hay confianza, a pesar
del marcador, en el rostro de los muchachos huanuqueños. Un grupo de hinchas
huanuqueños rodean a Walter en su ruta hacia los vestuarios del Estadio
Bellavista del Callao.
Sigue la tarde del
veinte de octubre. A mí no me las hacían. Por Dios que no. ¿Qué habrá pensado
el entrenador que no confió en mi ‘ , monologaba mientras se hacía la promesa
de seguirse jugando entero.
José Cáriga –halve
derecho- mostrando la dureza de su rostro espera sentado en un rincón del camerino
el inicio de la segunda etapa. El “Gallo” Villar, otro de los volantes que
acompañaban a Severo Berrospi en el mediocampo, alienta a los delanteros,
conversa con Pujais y “Chapla” Doria.
Vuelven al terreno, el
primero en salir es “Sampacho” Caldas que ingresa por Ernesto Cornejo, al igual
que Guido Ronquillo por Rozales.
Los huanuqueños en el
campo. El último en salir es el guardaredes. Corean su nombre. Levanta la
diestra y baja el rostro. Se santigua. Mira el campo, aprecia paradójicamente
cortos e inmensos los cuarenta y cinco minutos restantes.
Tengo que taparlas
todas, musitaba. Preguntándose si alcanzaría el tiempo para empatar.
Se arranca Lima con
todo y “Chicha” Morales, ganador de grandes jornadas con la selección nacional, la
para de pecho, gira y saca su característico zurdazo, un nudo en la garganta.
Las tribunas callan, mientras el golero huanuqueño cruza el arco en un plangeón
y el balón que se pierde dando piques en tiro de esquina. Se ahogó el grito de
gol en la ansiedad capitalina, mientras la pequeña pero corajuda barra
huanuqueña estalla en un ¡buena “Cholo” ¡
-Esta tarde es mía.
“Negro” le dice a Cruz, no sueltes al nueve. Baja “Gallo” ayuda atrás, le grita
a Villar.
Viene el corner, casi
al punto de penal, se decide por la salida y revienta el balón con golpe de
puño hasta medio campo, donde la recibe Augusto Doria para arrancarse sobre el
arco contrario.
Pasó el susto, otro
ataque limeño, remate desde la derecha y nuevamente, cuando parecía que el
balón acariciaría la red, la mano del “Cholo” haciendo la imposible, eso que
sólo pueden hacer los cracks, los señores del arco. Había dado un paso adelante
antes del remate para cerrar el ángulo, el delantero cazurro lo vio adelantado
y lanzó el disparo al segundo palo y hasta ahí llegó con mano cambiada.
En ese ir y venir de
pelotas, de balones que no llegaban a ingresar, una corrida de Guido Ronquillo
por la derecha, sirve a Doria y éste a Pujais que ingresaba por el centro,
avanza unos pasos, cubren su avance, sale por la derecha, mide al internacional
Hubby que abandonaba su pórtico y con un remate rasante y fuerte, pegado al
poste, anida el balón en la red, para arrancar de su ronca garganta su grito de
¡gol carajo!, mientras Walter subido hasta su medio campo arenga
-¡Buena gordo, al empate ¡
¿Cuántos minutos irán?-
Se preguntaba el “Cholo”, mientras continuaba batiéndose en el arco. El tiempo transcurría lento para los locales
pero marchaba aceleradamente para los visitantes, hasta en eso el fútbol
refleja el drama de la vida: la angustia larga, la esperanza breve.
Huánuco con todo sobre
territorio limeño de vuelta los limeños sobre el arco huanuqueño, rematando de
todo ángulo y Walter atajando todas. Entra Morales solo frente a él, se arroja
arrebatándole el balón de los pies, sigue en carrera el delantero local y lo
lesiona.
Se detiene el juego, el
golpe es serio. – Mi pierna – le indica a Juanito Delgado, el popular
“Rompehuesos”, kinesiólogo oficial de la Federación.
Otra vez el ataque del equipo de Lima respondiendo
eficiente el arco de Huánuco.
Va a terminar el
partido, el público reclama más goles al equipo de casa. Los huanuqueños no se
resignan ni en el campo ni en las tribunas y son sorprendidos por el pitazo
final del juez. Walter dirige su mirada al suelo, mientras su corazón
huallayquino se desangra en dos lágrimas sobre el raleado césped. La barra
huanuqueña lo alza en hombros, convirtiendo su actuación individual en una
victoria colectiva.
“El Comercio”, con su entonces característica
parquedad para lo deportivo:
“El conjunto visitante
dio muestras de gran entusiasmo, particularmente en el segundo período, en que
logró que su valla no fuera batida, y señalar un gol de buena factura...”.
“La Prensa”... “Se suceden ataques hacia una y otra portería
siendo el arquero suplente de Huánuco quién destaca con sus buenas
intervenciones, llegando a salvar hasta dos goles hechos. Asimismo su alero
derecho y half del mismo lado.” Se referían al “Cholo” Cáriga y a Teófilo
Chussing.
“La Crónica”, hace
justicia a lo que aconteció en el campo y pone en su titular: “Lima eliminó a
Huánuco por el score de tres a uno. No mereció la derrota el team visitante que
se mostró muy superior a su rival”... “especialmente su guardavalla Walter
Pérez que fue el héroe de la contienda y que por un error al formar el cuadro
lo dejaron fuera... pero a partir del ingreso de Walter Pérez las cosas cambiaron...
la reacción huanuqueña fue maravillosa, de defensor a atacante, imponiendo
condiciones”.
El día martes “La
Crónica”, en toda una página tamaño tabloide, aparece una fotografía de Walter
arrojándose a los pies de un delantero y una versión amplia del cotejo,
destacando el siguiente párrafo:
“Huánuco, demostró que
si bien no es de alta clase de juego, pero sí es entusiasta y tiene coraje para
sortear e imponer condiciones a un adversario que jugaba en su casa y con su
público”.
Luego ofrece la conformación del equipo que jugó en
el Estadio “Telmo Carbajo”:
Joaquín Gayoso (Walter
Pérez ); Aquiles Cruz y David Rodríguez; José Cáriga, Severo Berrospi, Jorge
Villar; Teófilo Chussing, Pablo Pujais, Ernesto Cornejo ( Rubén Caldas), Tomás
Rozales (Guido Ronquillo), y Augusto Doria.
Goles:
Primer tiempo: 4’ Candiotti (Lima), 7’ Morales
(Lima), 9’ Candiotti (Lima)
Segundo tiempo: 41’ Pujais (Huánuco).
Y el cronista “Lolo”
Carrera concluye expresando: “También es justo reconocer que Walter Pérez, está
hecho todo un crack en los tres palos, siendo materialmente imposible
dominarlo. Lima encuentra una sombra: Walter Pérez”. El Cholo Walter, “La
sombra de los limeños”, entonces arquero y símbolo del huallayquino Sporting Tabaco,
aparecía como el arquero del Boys o el
Chalaco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario