lunes, 6 de abril de 2015

CONCLUYÓ LA COPA PERU 1997 - El balón no se detiene y el futuro espera




Es muy común decir, cuando no sé puede explicar algo o nos parece ilógico al hablar del más popular de los deportes: “así es el fútbol”.

Esto sucede generalmente en las derrotas, porque cuando se gana no se dan este tipo de especulaciones. Las victorias magnifican las virtudes y esconden los errores, como los seudos regionalismos o nacionalismos que nos generan un panorama ilusorio.

Vencer nos da alegría, nos vivifica, provoca el fenómeno contrario de las caídas, que a veces desata la ira contra el ídolo de ayer.

Es necesario considerar a los futbolistas como personas, son una posibilidad, nada más que eso. Como tal tienen un límite que está dado por su capacidad, desarrollo, preparación técnica, táctica, física, sicológica; además de otros factores de carácter económico, social, institucional, entre los muchos que podríamos citar. En suma un futbolista, por ende un equipo son producto de una realidad.

Cuando el León derrotó en la rueda de penales al Unión Naranjillo, en un artículo publicado el 18 de enero en “Expresión Regional”, dijimos:

“Ahora es necesario pisar terreno firme, ser concientes de que se ha pasado angustiosamente la semifinal, en un partido que no pudo ser más. La satisfacción egoísta de nuestra parte, está en que el club ganador es de nuestra ciudad, así como que hubieron muchos jugadores huanuqueños que lo dejaron todo en el campo. Para la final se tiene que mejorar mucho, seguiremos conversando”.

Pero hoy hablamos cuando los resabios de acritud todavía no han desaparecido de nuestros labios, el C.N.I. con un dos a uno nos ubicó en el sexto lugar de la tabla. Escribiendo igual que el día que derrotamos al Bolognesi. Como cuando sentimos rabia por la forma como fue arbitrado el partido que nos ganaron los “Gigantes del Cenepa”. La fustración del empate que no llegó frente al U.T.C. La desazón después de la goleada ante José Gálvez, dejando mar de fondo y especulaciones múltiples.

El fútbol no ofrece otra alternativa que la de ganar, perder o salir emparejados. El resultado es consecuencia de la posibilidad que ostenta cada competidor, no es posible ir más allá de ese límite. En la fecha inicial fue la de ganar, pero al final del evento de ocupar el último lugar.

Tenemos que admitir que esa es nuestra realidad futbolística, en un torneo que cada vez es menos, en un contexto nacional que a nivel sudamericano ofrece el mismo rostro.

Es indiscutible que escondíamos la esperanza de una sorpresa optimista después del partido inaugural, en el que Jesús Falcón fue calificado como el mejor jugador de la fecha. Esto también lo habíamos analizado desde otras perspectivas, teniendo en cuenta que la Federación está en un proceso de reversión centralista, reduciendo los militantes del llamado profesionalismo y buscando equipos provincianos que convengan a sus intereses económicos y financieros.

Y manejando estos mismos criterios están los denominados equipos profesionales o Asociaciones Deportivas Profesionales que no son si no entidades oligopólicas, sus empresas auspiciadoras, los medios periodísticos monopólicos y todo el entorno del microcosmos que constituye este negocio, producto de una nueva industria sin humo llamada fútbol profesional. Todo inserto dentro del contexto del capitalismo salvaje que estamos viviendo.

Siempre tuvimos una actitud crítica frente al denominado fútbol profesional, tratamos fundamentalmente de rescatarle lo social, deportivo, educativo y humano. En este tiempo ha sembrado ilusiones profesionalizantes o salariales en la juventud, constituyéndose en una opción ocupacional, como todas con su alto índice de precariedad. Ya no sólo es la recreación dominical de una masa que iba al rescate de sus esperanzas convertidas en goles que a veces nunca llegaban.

Pero, en el caso del León, la razón de esa colocación no está únicamente en la política impuesta en el balompié peruano. El retorno del León a los niveles de base también es consecuencia de algo concreto, que expresó claramente Carlos Chávez en una entrevista:

“El León tiene dos etapas distintas, determinadas por su ingreso al fútbol profesional. En la primera era una verdadera institución donde había un presidente, una directiva, responsables, identificados, donde todos trabajaban y respetaban un estatuto. Una plantilla de socios que cumplían sus obligaciones. Hinchas que eran un verdadero apoyo para el club. Siempre tuvimos un local lleno de niños, jóvenes y adultos cumpliendo diferentes actividades: voleibol, natación, tenis de mesa, ajedrez. Era una verdadera institución deportiva, sólo con trabajo y responsabilidad. Etra una verdadera familia, nos costó sacrificio llegar a la profesional. Después se convirtió en Asociación Deportiva de Fútbol Profesional y todo lo que fue el León institucionalmente desapareció. A muchos sólo les interesaba su beneficio personal, una vez que lograban lo que querían lo dejaban. Fue una gran oportunidad para ascender social y deportivamente, para abrir nuevas puertas de formación sana a nuestra juventud, pero lo primero que hicieron fue cerrar las puertas de lo huanuqueño ...”.

Eso nos dijo Chávez, una de las personas con más autoridad moral, deportiva y profesional para hablar del León con alegría, con dolor, con amargura, y así como recuerda con orgullo y felicidad su vida deportiva entregada a su divisa, tiene el pleno derecho de criticar con energía y claridad.

He citado su expresión porque considero que es necesaria para la reflexión, no solamente mirando al equipo crema, sino al deporte en general y al deporte nacional. Mientras acá se ha jugado mucho con el espíritu huanuqueñista, a nivel nacional se comercializa con el nombre del Perú, dando vida a un grupúsculo que desde siempre especula agitando un seudo nacionalismo deportivo.

Esta actividad constituye una muy buena muestra para el análisis de la realidad económica, social y política de nuestros pueblos.

Es justo que reconozcamos a quienes se entregan con honestidad, vergüenza deportiva e identidad, agotando todos sus recursos y posibilidades, enfrentando contingencias adversas, que con ellos de la misma manera que compartimos las victorias lo hacemos con sus resultados adversos, alentando su esfuerzo por mejores logros.

Desde 1997 Huánuco no volvió  a una  final de la “Copa Perú”.

La pelota sigue rodando, el futuro espera. Hagamos del deporte una escuela de vida.











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