Vi
jugar al “Gato” Chacón, desde cuando tenía diez o doce años, en la cancha de
“Shupe” Egoávil, ubicada en la cuadra doce del jirón San Martín, a media cuadra
de la Iglesia de San Francisco.
Se ingresaba por una de
las puertas del domicilio de don Andrés Egoávil Sánchez, entonces ponderado trabajador
del Concejo Municipal.
Nosotros accedíamos a
ella merced a la amistad con su hijo, también llamado Andrés y heredero del
apelativo familiar de “Shupe”.
Habitualmente este
campo era frecuentado por muchos de los integrantes de las divisiones inferiores
del Club Leoncio Prado, como Oscar Chacón, Lucho Quiñónez, Juan Quiñónez y con
ellos el aún infante César Chacón.
Pero, al que va a ser
buen vino se le ve desde cuando es uva, el “Gatito” César, como lo llamábamos
aquella época, mostraba ya sus aptitudes. Siempre gustaba jugar de defensa,
manejaba los dos pies y le encantaba hacer chalaquitas. No temía de enfrentar a
los mayores o más grandes. El “Cura” Salazar, habiloso puntero del Estrella,
tenía problemas para superarlo.
En ese entonces todavía
no se había fundado el San Francisco y César decidió incursionar aún púber en
el fútbol oficial, afiliándose al Sport Boys en la tercera división.
Después, su paso al
Prado donde se convierte en caudillo y empieza a lucir junto a su capacidad
técnica, el gran temperamento del que siempre ha hecho gala cuando está en el
terreno de juego, rápidamente y sumamente joven se encumbró como una de las
figuras de nuestro fútbol.
También defendió la
divisa celeste de los huallayquinos del Sporting Tabaco, fue titular en la zaga de la selección de
Huánuco en la etapa clasificatoria de los campeonatos nacionales de 1965 y
1966; con la divisa de la selección es
de importante recordación aquel partido que
ganó al Deportivo Municipal de Lima por tres a dos, que venía de
campeonar en el apertura, César cumplió a gran altura e interesó a los del
equipo de la franja. Llegó a constituir con Spencer Belgrano, Nilo Figueroa y
Manuel Murga una zaga digna de recordación en la selección de Huánuco.
En 1969 se incorporó al
León de Huánuco, convirtiéndose en titular indiscutible de la zaga junto a
Rodolfo Muñoz, jugando los torneos locales y la “Copa Perú” hasta 1971.
Eran evidentes las
posibilidades que tenía para emigrar a otras instituciones y buscar una nueva
perspectiva futbolística fuera de Huánuco, ya había dado muestra de ello en las
diferentes contiendas que le había tocado participar.
Así fue como el “Carlos
A. Mannucci” de Trujillo, entonces en la división profesional, contrató en 1972
los servicios de César Chacón, José Luis Cabanillas y Santiago Madrid.
Después de un breve
paso por tierras trujillanas, retornó a raíz de una lesión que sufrió en uno de
sus primeros partidos, incorporándose al club de sus amores el San Francisco.
Ahí continuó su carrera
deportiva como entrenador, función que ha desempeñado en diversas instituciones
como el Deportivo San Cristóbal y en más de una ocasión en el León de Huánuco
donde ahora cumple un importante trabajo en las divisiones menores. También ha
dirigido al Alianza Huánuco, habiendo conseguido significativos logros, en diferentes instancias de la
competición de la “Copa Perú”, como también en el nivel profesional.
César muestra en el
ejercicio de técnico la misma fibra que lucía cuando se paraba en el centro de
la zaga, mostrando una firme vocación por el ejercicio de esta difícil
actividad, donde la energía es una de sus principales características.
En realidad, César dejó
los campos cuando aún tenía mucho más que dar, las circunstancias se dieron de
esa manera, mas lo que nos brindó tuvo la calidad suficiente para poder
calificarlo como uno de los grandes zagueros que ha dado el balompié
huanuqueño.
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