Eso no lo digo yo. Lo decía asombrado José María Muñoz
cuando narraba los partidos por Radio Rivadavia y veía como Soriano salía de su
arco a los linderos del área. Lo comentaba Ricardo Lorenzo “Borocotó” en “El Gráfico”, en cuyas
carátulas apareció más de una vez cortando centros, achicando ángulos o
atajando un disparo con destino de gol. Lo repitió Ardizzone, presentándolo
como capitán del River, con su gorra bajo el brazo conversando con el árbitro.
En más de una oportunidad lo escribió Lucho Garro en “El Comercio”.
Y volviendo a Soriano. Se comenta mucho de que los
argentinos son los creadores de la escuela de atajar fuera del arco, que antes
de ellos todos actuaban bajo los maderos. Asimismo, expresan que quien salió
con este estilo fue Amadeo Carrizo, a quien los gauchos consideran el mejor
meta de todos los tiempos. En eso ellos sabrán porqué, nosotros también
admiramos a Carrizo, Mussimessi, Domínguez o Fillol.
Pero en lo primero, es necesario hacer una breve
referencia, no porque tengamos el complejo adánico de querer ser los primeros,
cuando al final no es sino una circunstancia cronológica, sino también porque
es necesario esclarecer que en el Perú han habido y creo que sigue habiendo
buenos arqueros: Pardón, Valdivieso, Honores, Soriano por citar los primeros y
justamente porque estamos conversando de él.
Se jugó el Iv Campeonato Nacional de Fútbol entre
noviembre y diciembre de 1937. Como siempre la final en Lima, uno de los
representativos llamados a disputar el título era el de Chiclayo, que traía en
el arco a José Soriano Barco que provenía de Chiclín.
Ya en el torneo anterior, en el II Nacional de 1936, los
norteños consagraron como el mejor jugador del certamen al arquero de Chicama
el “Chueco” Juan Honores.
Lo cierto fue, que Soriano impresionó, convirtiéndose en
una de las figuras del torneo. Su equipo subcampeonó, el título lo ganó Lima.
Ahí lo vieron dirigentes argentinos y sin más trámite al
Banfield, sin jugar por ningún equipo capitalino. Estuvo año y medio en este
elenco para pasar al River Plate donde permaneció más de cuatro años, llegando
a ser capitán del equipo, en una de las épocas doradas de la academia
riverplatense. Atajó por la selección peruana en 1942.
Pero, a que viene eso de que cambió el estilo de atajar a
los argentinos y con ello modificó la concepción de la función del arquero
dentro del fútbol. Dejemos que él nos lo cuente, tuvimos la suerte de
encontrarnos en el local de la Liga de Fútbol del Rimac y conversamos.
“Yo no jugué por ningún equipo en Lima. Recibí la
propuesta y quise demostrar que los peruanos no somos mediocres. Y lo demostré
con hechos durante seis años atajando por Banfield y River. Rompí los moldes
tradicionales de los sistemas que empleaban los arqueros de la época, todos
jugaban bajo los tres palos. Yo implante entonces la primera regla de
geometría. De palo a palo hice una curva de 45º, jugaba fuera cuatro metros y
siempre la pelota venía a mis manos, ya sea de la derecha o la izquierda”.
“Carrizo siguió mi estilo ...”
“Bueno, Amadeo Carrizo tiene declaraciones periodísticas
suscritas por él, en las que dice que lo que sabe me lo debe. En realidad esto
me honra, él estuvo cuatro años atrás mío, ahora está calificado como el mejor
arquero argentino de todos los tiempos. Cuenta en sus declaraciones, de que
cuando empecé a jugar fuera de las dieciocho, de libero, dice que la gente
comentaba que era una locura, que me iban a hacer goles. No, porque don José
sabía lo que hacía, porque River tenía ese sistema, no hay mejor defensa que el
ataque. Si todos se iban adelante entonces salía como libero, al comienzo la
gente se quedaba asombrada”.
“Carrizo empezó a fabricar Carricitos, por eso en todo el
mundo hay arqueros argentinos, con el mismo estilo naturalmente”.
“Antes que fuera allá nadie atajaba así en Argentina,
implanté un estilo de atajar. Rompí el sistema, todos jugaban bajo los tres
palos como leones enjaulados. Cambié el estilo y bajaron los goles, todos empezaron
a experimentar y se hizo escuela. Se despoblaba el área, más para adelante”
“Fue una época fabulosa, me quisieron nacionalizar ...”
“Me tocó jugar en River en la época de la máquina con
Reyes, Moreno, Pedernera, Labruna y Lostau. Era una barbaridad de fútbol,
Adolfo Pedernera es uno de los más grandes del fútbol argentino. Me enfrenté a
Tucho Mendez, Lángara, Pontoni, Martino. Fue une atapa hermosa de mi vida. Me
retiré muy joven a los 27 ó 28 años. El año cuarenta y cinco los argentinos me
tentaron para nacionalizarme para jugar por la selección argentina, no acepté”.
El “Caballero del Deporte”
Existe una fotografía clásica del balompié mundial. La de
un arquero, José Soriano, conversando con el árbitro con la gorra bajo el
brazo. Es utilizada como prototipo del respeto que debe observar el jugador a
un árbitro. Le pregunto por ella.
“El árbitro es una autoridad y merece respeto, lo mismo
el jugador. El capitán representa al equipo y también es una autoridad,
entonces uno tiene que ponerse a la altura de su responsabilidad, tratar
respetuosamente con el árbitro, entonces él también tratará de igual manera a
los jugadores. Fui casi tres temporadas capitán del River Plate, distinguido
por la prensa y la Asociación de Árbitros como el “Caballero del Deporte”,
honor no para mí sino para mi patria”.
Lo veo emocionado, hay energía en su expresión cuando nos
dice:
“Que hermoso es sentir en otras tierras digan ese peruano
es un señor, es un caballero. Te sientes más hombre y más peruano. El peruano
no es mediocre, el peruano necesita terreno propicio, el que encontré en
Argentina, por eso di esos frutos dulces para mi patria”.
Cuando no me lo imaginaba, me encontré con una de las
figuras más grandes que internacionalmente ha dado el fútbol peruano, con uno
de los arqueros sudamericanos más grandes de todos los tiempos.
Lima no vio a Soriano, triunfó en Argentina. Dejó sentada
su gran valía como futbolista, legando un estilo nuevo de atajar,
revolucionando internacionalmente la técnica y la función del guardameta, cosa
a la que ahora nos estamos acostumbrado a ver en nuestro medio. También
constituyó una escuela de caballerosidad deportiva, el solo hecho de haber
llegado a ser capitán de uno de los dos equipos más populares en un medio como
el argentino, nos expresa sus méritos como persona.
Fue breve la conversación, pero profunda y emotiva ...
nos honramos con este diálogo al “Caballero del Deporte”.
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