Campeones en el corazón del pueblo
Esta fue una jornada
envuelta en los tules de leyenda. Los vientos de gloria llegaron hasta nosotros
a través de relatos efusivos de muchos de los protagonistas, pero todos ellos
vestidos en el ropaje de sincera humildad supieron guardar sin arrogancia esa
vivencia cimera del balompié huanuqueño.
Fue el III Campeonato
Nacional de Fútbol. Gobernaba entonces el General Oscar R. Benavides, quién
supo combinar muy bien la promoción deportiva con la de su imagen política.
Huánuco, para llegar a
jugar la final a Lima tenía que superar la fase eliminatoria con las
representaciones de Casapalca, Canta y la Oroya.
Sólo tenemos noticias
de que nos enfrentamos a Canta, representación que dejamos en el camino. Pero,
para hacerlo, hubo que librar toda una
odisea para lograr recursos destinados a
financiar la participación.
El diario “La Prensa”
del 13 de noviembre de 1935, transcribe un oficio del Concejo Municipal
presidido por don Jorge E. Ruiz, en el que manifiesto que la Municipalidad “se
ve en la imposibilidad de atender a la Liga con el dinero que necesita para los
gastos de viaje, estadía y uniformes para el campeonato nacional”.
En el mismo medio, se
hace un llamado para que el pueblo de Huánuco brinde su cooperación, expresa
que “La concurrencia del equipo huanuqueño al campeonato depende, del esfuerzo
económico que le preste el pueblo de Huánuco. Su cooperación es indispensable
para que se haga representar. De otro lado no será posible que nuestra
delegación se mida con la de Canta”.
Tal parece que se
consiguieron los S/. 1500 que sumados a los S/
300 que tenía la Liga, cubrían los requerimientos para el viaje, porque
el día 18 a las diez de la noche, partieron 18 jugadores presididos por don
Heraclio Tapia León, para enfrentarse a Canta en la ciudad de Lima el día 24.
El resultado fue
favorable a los nuestros, por cuanto el equipo huanuqueño se clasificó para
jugar la final del III Campeonato Nacional de Fútbol, que fue inaugurado el 1
de enero de 1936. La delegación concurrió presidida por el Profesor Pedro
Egoávil Arteta.
Los equipos finalistas en este torneo fueron clasificados
de la siguiente manera:
Serie “A”: Chicama, Lima, Ica y Cusco.
Serie “B”: Sullana, Mollendo, Huánuco y Piura.
En cada serie jugaría
uno contra todos, clasificándose para disputar el título los dos primeros de
cada serie, que definirían también por el sistema de rueda.
El diario “El Comercio” dio especial cobertura al
certamen.
Se había conseguido estar en la final no sólo
superando la contienda deportiva, sino una serie de peripecias económicas,
problemas de viaje y todo aquello que sólo podía superarse cuando en el corazón
bulle el amor a la tierra. Con la consigna de que el nombre de Huánuco cubriera
el horizonte nacional, partieron en
medio de esperanzada expectativa, llegando a Lima con el optimismo de jugarse
enteros la final.
Así llegó el primer
partido, había que enfrentar a Mollendo. Ya se habían confrontado los equipos
de Sullana y Piura, habiendo vencido los primeros por dos goles a uno, mientras
Lima y Chicama terminaron con el marcador en blanco.
Huánuco en el alma. Por
primera vez una representación futbolística de Huánuco salía a jugar una final
nacional. Nerviosismo, pero a la vez resolución. Rostros tensos. Alejandro Sara
conversaba con Lucas Montaldo mientras Alberto Velez de Villa lo hacía con Mori
y Shamuco Ratto que se mostraba sereno. El “Congo” Morales saltaba, mientras
Lucho Dávalos alentaba eufórico.´
Llegó el instante de
salir al campo. Mollendo había ingresado en medio del bullicio que armó una
nutrida concurrencia de arequipeños.
Saltó al campo el
equipo con Alejandro Sara a la cabeza dando botes a la pelota, todos los demás,
uno a uno hasta formarse en el círculo central y dar las hurras respectivas por
el equipo adversario.
Al empezar el partido
los nuestros alinearon con Alejandro Sara en el arco; Lucas Montaldo y Alberto
Velez de Villa en la defensa; Soto, Cirilo Orihuela y Morí en el medio campo;
Guillermo López, Samuel Ratto, Luis Dávalos, “Congo” Morales y Ramírez en la
delantera.
Inicio del encuentro.
Corresponde el saque a Huánuco, pierde la pelota Mori, ataca Mollendo sale un
remate y las primaras palmas para Alejandro Sara, que en una lucida intervención
desvía el balón al corner.
Había arquero y bueno
desde el comienzo. Fueron tomando confianza. Empezaron a asentarse en el campo.
Los pases salían precisos de los pies de Cirilo Orihuela. Samuel Ratto prueba
de media distancia y el balón que remece el parante adversario. El ¡uhhh! de
sorpresa en las tribunas.
Fotógrafos que empiezan
a movilizarse. Sigue el partido, se arranca López por la derecha, la toca a
“Congo”, el servicio en callejón para Dávalos, entra elude a un defensa y saca
un derechazo que estalla en el grito de gol, que sacude el puente de Calicanto.
10’ y ya ganábamos por uno a cero. Se miraban contagiándose confianza, tomaron
conciencia de su capacidad. Pero al frente también había un equipo de agallas
que había sacado de carrera a la mismísima Arequipa.
Terminó el primer
tiempo. Conversan en el camerino. Hay que mantener el mismo ritmo, buscar más
goles. Ratto, desde que vieron su peligrosidad fue el delantero más golpeado.
Segundo tiempo. Los
mollendinos con todo sobre el arco huanuqueño. Alejandro Sara empieza a exhibir
sus virtudes. Balón que desvía, arrojada a los pies, rechaza con los puños
soportando carga adversaria. Hasta que llegó el minuto 14’ y Vergara con remate
dentro del área empareja el marcador. Hay desconcierto en las filas
huanuqueñas, Velez de Villa trata de imponer calma. Ataques a ambos lados. Uno
y otro arquero pasan por momentos de suspenso. Ambos muestran sus atributos de
excelentes porteros. Llegó el minuto 25’ y el extremo Saba lanza un fortísimo
shot de izquierda, cruzado al segundo palo, a donde no pudo llegar el golero
huanuqueño.
El pitazo final
sorprendió a los huanuqueños jugando sobre el área de los porteños del sur y
con un dos a uno en contra. Ellos no podían creerlo. No se imaginaban lo que
podía pasar en ese partido. Se enfrentaban a una situación que no conocían. Por
primera vez medían sus fuerzas a ese nivel. Y se dieron cuenta que podían, por
eso les marcó rabia la derrota. Se dieron cuenta que estaban para más. Que no
estaban ahí para ser el patito feo del campeonato.
El torneo continuó
desarrollándose. Lima goleó por once a tres al Cusco, mientras que en nuestra
serie Sullana superó a Mollendo por uno a cero.
Nuestro próximo rival
Piura, domingo 8. Ahora nos tocaba ganar, Lucho Dávalos desbordaba de
optimismo. Alejandro Sara había sido el más elogiado por los periódicos. “El
Comercio” publicó fotografías en acción de juego. Ya habían cobrado la
seguridad que necesitaban, tenían confianza en sus facultades, sabían de lo que
eran capaces. Esta vez no había piso que pagar.
Salieron al campo con
la misma conformación anterior. Se iniciaron las acciones, los huanuqueños se
lanzaron al ataque, avanza López, la juega para Shamuco Ratto quién saca un
derechazo desde fuera del área, uno a cero para Huánuco. El Huallaga empezaba a
desbordarse.
Vino la reacción
piurana y a los pocos minutos empata Correa en jugada individual. Los nuestros
no estaban para empates, se fueron adelante, nuevamente Samuel Ratto, esta vez
descuenta a dos adversarios y con remate medido decreta el dos a uno a los 21’.
Sorpresa entre los
dirigentes nacionales. Las tribunas asombradas. El pequeño grupo de huanuqueños
gritaban frenéticamente. Los piuranos buscan el empate, pero siempre encuentran
como barrera infranqueable a Alejandro Sara, hasta que a los 39’ se resigna a
ver caer su valla por segunda vez.
Alentados por la
igualdad los de la tierra de la chicha se lanzaron al ataque, “Piura dio la
sensación que rompería el empate sin conseguirlo, gracias a la labor defensiva
de Montaldo y Velez de Villa, que en los rechazos estuvieron muy acertados”,
expresa “El Comercio”.
Segundo tiempo. Los
piuranos otra vez con todo “obligando a Sara a jugar valientemente para librar
su arco”.
Huánuco tampoco estaba
dispuesto a dar tregua. Se arranca Ramírez, la juega para Samuel Ratto, remate
de éste, pelota que llega al fondo de las redes, de nuevo estábamos adelante.
Tres goles de Huánuco: tres goles de Shamuco Ratto ,que esta vez deja su sencillez y vencido por el
júbilo corre con los brazos en alto y la sonrisa al viento en busca del abrazo,
Dávalos lo alza, todos festejan el tanto con lágrimas en los ojos. Los
fotógrafos corrían tras este nuevo goleador,
que venía de allende los andes con un shot tan fuerte como su corazón.
Huánuco domina las
acciones. Hasta que un ataque piurano a los 36’ hace que Núñez empate el
tanteador.
Era un empate que no
soportaban los huanuqueños. Habían dominado toda la segunda etapa, tenían que
ganar el partido. A los 40’ Guillermo López se va por la derecha, supera a su
marcador y remata, no puede controlar el arquero y el Congo Morales que entraba
a la carrera anota el de la victoria. El
Conguito salta con los puños en
alto en su delirio, mientras que Vélez de Villa llama a defender el gol.
Con Piura buscando el
empate llegan los 45’. El pitazo suena y quedaba consumado el primer triunfo
huanuqueño en la final de un campeonato nacional y que triunfo, frente a un
rival como Piura. Era para gritarlo. Para abrazarse en el centro del campo y
hasta en los camerines. Para desbordarse de emoción. Celebrándolo con abrazos
de huanuqueña alegría con los hinchas. Ya se sabría en Huánuco por las
trasmisiones radiales. En Huánuco salieron a calles y se armó un bullicioso festejo
en la Plaza de Armas. El equipo no sólo había demostrado calidad individual y
colectiva, sino espíritu de lucha, vergüenza deportiva, amor a la tierra
lejana, al barrio de Calicanto, a la serenata huallayquina a la bravura de San
Pedro y San Juan, al garbo de Izcuchaca.
Viene una nueva jornada
y Mollendo empata con Piura a tres goles, mientras Huánuco jugaba su
clasificación frente a Sullana.
El equipo huanuqueño
salió al terreno de juego con Alejandro Sara; Alberto Vélez de Villa y Lucas
Montaldo; Mori, Cirilo Orihuela y Víctor Figueroa; Carlos Sara, Congo Morales;
Luis Dávalos, Samuel Ratto y Guillermo López.
El partido se insinúa
parejo. Ambas escuadras lucen argumentos técnicos. En esta serie son las que
mejor han impresionado. Al igual que Chicama y Lima en la otra.
Los ataques se sucedían sobre uno y otro arco. Un
tiro libre lanzado por Rivera exige a Sara que se gana aplausos del respetable.
En uno de sus ataques
salta Sara en busca del balón, Lucas Montaldo lo cubría y sufre en el rostro el
impacto de uno de los botines de su guardaredes, teniéndose que retirar del
campo con el tabique roto, el equipo se queda con diez hombres.
Se inicia el segundo
tiempo. A los 3’ Morales se lleva a dos defensas sullanenses, saca el servicio para Dávalos que envía un
remate bajo y cruzado, decretando la apertura en el marcador.
Las acciones se tornan
intensas. Los norteños ponen en juego todos sus recursos. Sus continuos ataques
propician el lucimiento de la defensa huanuqueña, especialmente de su golero.
A los 28’ tiro libre favorable a Sullana y Rivera
anota el tanto de empate.
Siguió el partido
jugándose indesmayablemente por ambos bandos, Huánuco luce sus
individualidades. Carlos Sara y Guillermo López desbordaban por las puntas.
Dávalos pone toda su fuerza por el centro. En el medio campo la fuerza corría
por cuenta de Víctor Figueroa y en el arco Alejandro Sara ya había conseguido
su consagración. Con este empate terminó la ronda clasificatoria.
En la serie “A”, los equipos quedaron: Chicama 6
puntos, Lima 4, Ica 2 y Cusco 0.
En la serie “B”, los equipos quedaron: Sullana 5
puntos, Mollendo y Huánuco 3, Piura 1.
De acuerdo a las bases
los equipos de Huánuco y Mollendo tenían que definir el segundo lugar. En caso
de empate, se jugaría tiempo suplementario y de persistir éste se tomaría en
cuenta los goles anotados por los contendientes en su enfrentamiento.
El 14 de enero, día de
la definición. Los mollendinos nos habían ganado el primer partido. Esta vez
las cosas serían diferentes anunciaban los protagonistas. Las lesiones de Lucas
Montaldo y Samuel Ratto, y situaciones de carácter técnico obligaron a realizar algunos cambios para este
trascendental partido. El equipo salió al terreno de juego con Alejandro Sara;
Alberto Vélez de Villa y Alejandro Salgado en la defensa; Octavio Herrera,
Cirilo Orihuela y Víctor Figueroa en el medio terreno; Guillermo López, Mori,
Luis Dávalos, Congo Morales y Carlos Sara en la delantera.
Se inician las acciones
y a los 2’ los mollendinos por acción de Alarcón anota su primer tanto, tomando
fríos a los defensores huanuqueños.
Los nuestros se fueron
al ataque asediando incesantemente la
portería adversaria, esta gestión recién
rendiría sus frutos cuando Mori a los 41’ consigue empatar de tiro libre.
Poco duró la alegría
huanuqueña. Un desborde mollendino por la derecha culmina con una sanción de
penal a los 44’. Reclamos huanuqueños, pero el mismo Alarcón vuelve a hacerse
presente en el marcador al ejecutar la sentencia.
Con el marcador adverso
y masticando rabia se fueron a los vestuarios. La consigna era voltear el
partido, mientras que los sureños de ampliar la ventaja.
Los nuestros empezaron
nuevamente a hacer su fútbol. El árbitro cortaba incesantemente sus avances.
Llegan los 17’ y Guillermo López se jugó la individual, superó a dos defensas y
cuando salía el arquero lo amagó, tocándole la pelota al lado contrario. Se
había conseguido el empate.
El partido se tornó
dramático. El asedio de Huánuco sobre la portería adversaria, obligando a un
máximo esfuerzo al equipo molledino totalmente replegado en su campo. El pitazo
final los sorprendió con el dos a dos.
Había que ir al suplementario de 15’ x 15’.
Se reinician las
acciones y Goycochea anota a los 5’. Vélez de Villa en un choque sale
lesionado, Huánuco queda con diez jugadores.
A pesar de eso se va a la ofensiva. López que juega
un gran partido se lleva a su marcador, saca un remate, rechaza el arquero y
Dávalos que entra a la carrera anota. El árbitro anula el gol por supuesta
posición adelantada. Los huanuqueños reclaman. Se suspende el partido por
largos minutos.
En la segunda etapa del
suplementario, cuando todo parecía que Mollendo se retiraría con la victoria,
Dávalos se jugó con todo en el área. Fue deliberadamente barrido por dos
defensas. El árbitro sancionó la pena máxima.
Dávalos recuperado
colocó la pelota en el punto de penal. Estaba en sus pies el empate y la
posibilidad de luchar por el triunfo. Recordó las viejas tardes en el campo de La Merced. Pasó por sus retinas la película del arco
huanuqueño. Al silbato tomó carrera y sacó un derechazo fuerte al ángulo alto,
que hizo imposible toda acción del arquero que alcanzó a tirarse. Una tarde me
contaría “patié con toda mi alma...”.
El empate no nos
servía, los mollendinos estaban clasificados. Seguimos atacando incesantemente.
Jugando sobre el área rival nos sorprendió la noche limeña y el pitazo del
árbitro. No habíamos perdido el partido, pero Mollendo se clasificaba por mayor
número de goles a favor entre ambos contendientes.
El cuarto equipo
finalista fue Mollendo. Al final el campeón del torneo fue Sullana que empató
con Mollendo uno a uno, derrotó a Lima (que presentó casi una selección
nacional) por tres a dos, e igualó a cero con Chicama.
En Huánuco quedó el
sabor del campeonato. Este equipo en las finales hubiera dado más que hablar.
Se había empatado con el campeón. Un gol de menos decidió nuestra situación, de
haberse jugado con el gol avereage o diferencia de goles la situación hubiera
sido diferente. Pero así fueron las bases.
Desde entonces esa trascendental
justa fue adquiriendo sabor de leyenda. Siempre se ha hablado de los campeones
del 36. No llegaron al título, pero para nosotros tiene especial significación
esa contienda.
Fue la primera vez que
participamos en un torneo nacional. Todos huanuqueños. Ninguno había jugado
antes en Lima. Y estuvimos cerca de ser finalistas, el campeón no nos venció.
Los otros partidos también fueron digna expresión de un equipo que demostró
capacidad futbolística, importantes individualidades y una vocación irrenunciable
de garra y pundonor.
Nunca Huánuco estuvo mejor ni más auténticamente
representado que en esa oportunidad.
Fue la más importante perfomance rendida por un
seleccionado de fútbol huanuqueño en un torneo nacional.
Salve
glorias del 36 campeones en el corazón del pueblo
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