Sabía de tus virtudes
futbolísticas por lo que siempre oía hablar en la casa, donde la palabra de mi
madre y de mi madre mayor se expandía con aroma bielista.
Escuchaba de tus
partidos con la divisa del Bielo haciendo línea con Lucas Montaldo, tu pareja
ideal en la zaga, así como de tus encuentros defendiendo la selección de
Huánuco.
También de tus trajines
en La Oroya y Cerro de Pasco, con las sedas del Team Cerro, institución otrora
representativa del fútbol pasqueño al lado del Rallway.
Asimismo lo escuché en
las reuniones de tus amigos, cuando ingresaba de intruso en ellas, porque no
era permitido a los niños participar en relaciones de adultos.
Algunas veces oía
mencionarte a quienes en algún momento fueron tus adversarios en el campo, ex
jugadores del Tarapacá y Prado.
Te admiraba cada vez
que contemplaba la fotografía en la que apareces con el brazo en alto, junto al
Presidente de la República Manuel Prado Ugarteche, acompañándolo junto con
Josué Malpartida del Tabaco a dar el Play de Honor, en el Estadio “Leoncio Prado”.
Así me enteré de tu
garra, de tu temperamento para asumir la responsabilidad de ser escudero del
arquero, así como de tus recursos técnicos.
Hasta que llegó un día,
fue programado un partido de veteranos entre los clásicos adversarios, Bielo y
Tarapacá. Fue en el mes de noviembre de 1956, organizado por los verdinegros de
San Pedro, que eran presididos por el Dr. Mario Rivera Céspedes. Luciste esa
tarde, desde tu entrada capitaneando a los blanquirrojos, observaba todos tus
movimientos, quería también gozar de tus excelencias futbolísticas.
Te saludaste con el
“Zorro” Bedoya en el centro del campo, luego un abrazo efusivo con Abico Velez
de Villa Lázaro y Roque Fernández.
Avanzaron hacia la tribuna oficial para invitar al padrino del partido.
Las tribunas vibraron,
cada uno lució, puso en juego sus argumentos, mostró sus virtudes,
reverdecieron viejos laureles y renació en ellos el calor que hizo de este
partido el clásico del fútbol huanuqueño. El desborde de Carlos Sara por la
punta. Los remates de Samuel Ratto que dejaban el ¡uhhh! en la tribuna. Esos
pases magistrales del “Zorro”, junto a eso quedaron grabadas en mis retinas tus
palomitas, sintiendo la emoción del aplauso del respetable.
El match lo ganó
Tarapacá por dos goles a uno, quedó en la tribuna la emoción y el sabor de la
nostalgia, especialmente en quienes vivieron el apogeo de los protagonistas.
Después siempre
oyéndote hablar de fútbol, de las jornadas duras, de los partidos con Tarapacá,
Prado, Crespo y el Minería. De la vez que hicieron un combinado llamado la
“Crema” para enfrentarles, porque no les podían ganar, ni tampoco lo hicieron
en esa oportunidad.
Llegó a Huánuco el
equipo de los olímpicos, entre ellos el más grande deportista peruano: Lolo
Fernández, junto a él Campolo Alcalde, Prisco Alcalde, Adelfo Magallanes,
Teódulo Legario, Cornelio Heredia entre otros; corrían los primeros años de la
década del sesenta.
El equipo de los
olímpicos se enfrentó a la vigente selección
de Huánuco, donde alternaron en el arco Bolarte y Augusto Berrospi. Y tú, a
nombre de tu gloriosa generación saliste capitaneando el equipo; se comentaba
que sólo jugarías diez minutos, conociéndote sabíamos que no iba a ser así.
En la conformación de
tres backs, ubicado al centro del área hiciste línea con Augusto Texeira
corrido circunstancialmente a la derecha y Pancho Gallardo a la izquierda.
Dejaste unas jugadas para el recuerdo, cruzándote para interceptar una pelota,
parándola, después de un amague salir tocándola entre el aplauso del público.
Y el partido siguió en
ti, no sé si más en nosotros. Llegó un momento en el que por el costado derecho
del campo te enfrentaste a Lolo, choque fuerte, leal, vigoroso, caíste, la
pelota quedó ahí. Muy a tu pesar tuviste que dejar el partido, luego de
abrazarte con el cañonero entre los aplausos del soberano. Era tu adiós de las
canchas.
El partido lo ganaron
los olímpicos por uno a cero, con gol de penal ejecutado por Lolo en forma
violenta, venciendo la resistencia de Bolarte que no alcanzó a embolsar el
balón.
Luego en las tribunas
del hoy “Heraclio Tapia”, hinchando al León, a veces con matraca en mano, con
tus gritos de aliento. Aplaudiendo, guapeando a los muchachos de la “crema”,
viviendo el fútbol. Sintiendo que más que el León era Huánuco el que estaba en
el terreno de juego, como una vez me lo dijiste.
Así te recuerdo, con el
brazo en alto, ingresando al campo risueño, altivo, con la boina al costado,
cortando el aire para despejar con preciso golpe de cabeza, parando la de cuero
para salirla jugando, siempre con tu temperamento aguerrido, luchador.
¡Así
era Shanti Lazo!
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