Fiestas Patrias de 1957, ya había pasado el furor del
Sudamericano de Lima, también el de las eliminatorias para el mundial de
Suecia, Brasil se clasificó y a la postre sería el campeón del mundo el año
siguiente.
El Deportivo Municipal
venía jugando el torneo apertura, en esos años este campeonato se circunscribía
a los cuatro primeros equipos del campeonato profesional del año anterior.
En el mes de marzo
habíamos tenido la visita del Mariscal Sucre, que goleó al León y a los
sampedrinos del Deportivo Municipal.
Ahora, el equipo de la
franja, el tercer equipo más popular de entonces, traía como figura estelar a
Tito Drago y a los seleccionados Willy Fleming, Manuel Rivera y Juan Seminario.
Esa vez, eran tres días
de feriado por fiestas patrias. Habría fútbol grande todos los días. La empresa
había sido hecha por Manuel Obregón Valverde.
El primer día, el 28,
el Deportivo Municipal se enfrentó al Leoncio Prado. Equipo que lucía uniforme
similar que el de la comuna, camiseta blanca con franja roja cruzada en el
pecho. El once huanuqueño salió a la cancha con su indumentaria habitual,
capitaneados por Angel Llanos Morales, mientras que el Municipal lo hacía
teniendo al frente al caballeroso marcador de punta César Brush.
Luego el equipo
huanuqueño se cambió de camisetas por unas rosadas, con las que jugaron el
partido.
El equipo visitante
presentó la siguiente conformación inicial: Heráclio Paredes en el pórtico;
Willy Fleming, Lelo Fernández y César Brush en la línea defensiva; Luján y
Castilla en el medio terreno; David Franco, Alberto Vega, Manuel Rivera, Tito
Drago y Juan Seminario en el ataque; alternaban en el transcurso del partido
Germán Colunga, Manuel Arce, César Peralta, Oscar Montalvo y José Carrasco. El
Director Técnico era Juan Valdiviezo Padilla.
Por su parte el Leoncio
Prado alineó con Rodolfo Olivares en el arco; Wilfredo Lombardi, Tomás Rozales
y Heraclio Barrueta en la defensa; Jorge Lombardi y Angel Llanos en el medio
campo; Rodolfo Lombardi, Roque Quiñónez, Víctor Quiñónez, Jorge Cabanillas y
Guido Ronquillo en la delantera.
En el primer tiempo a
los 20’ abrió la cuenta Arce, que había ingresado por Rivera, en la segunda
etapa a los 19’ anotó Seminario y Víctor Quiñónez descontó a los 26’.
Al final la jornada terminó
con el triunfo de los capitalinos por dos a uno, brindando un buen espectáculo
frente al aguerrido equipo local, donde destacaron Angel Llanos y Roque
Quiñónez.
El segundo encuentro
fue con el representativo de Huarón, que traía en sus filas al insider Jorge
Vásquez, que había jugado por el Tabaco en Huanuco; después de dejar el asiento
minero se incorporó a las filas del Sporting Cristal e integró la selección
peruana amateur, también la de mayores en el sudamericano de Cochabamba,
Bolivia en 1963.
Por el equipo cerreño también jugaban los huanuqueños
Víctor Jump y Rubén Caldas.
El partido fue
sumamente animado, vimos a un Municipal más resuelto a mostrar superioridad,
mientras que el equipo minero también trataba de ofrecer lo suyo, especialmente
el arquero Saavedra, que provocativamente le entregaba la pelota a Seminario
para que rematara, hasta que en una de esas oportunidades, a los 42’ del
segundo tiempo el extremo izquierdo de la franja lo hundió en su arco, quedando
el partido definido por dos a uno, Vásquez hizo el gol minero.
El tercer match fue
frente a la selección de Huánuco. Ese año la división se había oxigenado con la
presencia del Defensor Huallaga, que venía de la segunda con nuevos elementos.
El equipo huanuqueño
saltó al campo vistiendo uniforme celeste, con la siguiente alineación: Rodolfo
Olivares al gol; Heraclio Barrueta, Augusto Texeira y Augusto Mercado en la
defensa; Dicce Rojas y Emilio Mendoza en la medular; Raúl Rodríguez, Miguel
Mory, Jorge Cabanillas, Jorge Vásquez y Víctor Gonzales en la delantera.
El equipo de la comuna mantenía la conformación inicial
de las jornadas anteriores.
La noche anterior había
llovido. Durante la mañana realizaron el arreglo del campo, especialmente la
zona del arco que daba al jirón Mayro, donde se hecho material grueso.
El equipo huanuqueño al
iniciar ocupaba el campo que daba al jirón Ayancocha, obviamente el otro
correspondía a la visita.
Se inició el encuentro,
le correspondió salir al equipo de casa, Cabanillas toca corto a Vásquez y éste
alarga un servicio hacia la izquierda donde Tito Gonzalez coge el balón, supera
ene velocidad a Luján y saca de zurda un centro pegado al primer palo de
Paredes que salía, en momentos que corrido desde el otro extremo Raúl “Pasha”
Rodríguez se arrojó en palomita entre Fleming y Paredes, conectando el balón
que ingresó entre el parante y la sorpresa del arquero.
Una explosión de júbilo
se produjo en el estadio, todos sobre el autor de la conquista, que se levantó
con el rostro ensangrentado producto de la caída sobre el material con que se
arregló el campo; fue reemplazado por Afranio Figueroa.
El partido alcanzó un
nivel emotivo especial, el Municipal que trataba de empatar y los locales que
hacían todo lo posible por evitarlo, además de que salían también para
comprometer la portería rival, especialmente Vásquez que buscaba constamente a
Cabanillas.
Juan Seminario era el
hombre encargado de los desbordes, pero durante todo el partido tuvo la marca
implacable de Heraclio Barrueta, que se convirtió en el mejor hombre del campo,
terminando con una impresionante herida en la cabeza y la camiseta cubierta de
sangre, producto de un choque casual con el extremo izquierdo edil.
Manuel Rivera no encontraba forma de superar a
Augusto Texeira hasta que fue cambiado por Peralta, que a los 38’ de la
complementaria puso el tanto de empate.
El equipo huanuqueño
salió en busca de romper la paridad, Dicce Rojas estuvo a punto de lograrlo
cuando cogió un rechazo de Lelo Fernández y desde el borde del área lanzó un
zurdazo a media altura, que obligó al “Cholo” Paredes a realizar un plangeón
espectacular para enviar la pelota al corner.
Fue un partido
intensamente jugado, con mucha fibra, lleno de acciones emotivas; ambos equipos
pugnaban por hacerse de la victoria, Huánuco lucía una defensa aguerrida y una
ofensiva que había perdido el miedo,
olvidándose de los pergaminos de los visitantes.
Queríamos que terminará
pronto, pero también deseábamos ver más fútbol, estaba en el campo un equipo
como el Municipal de esa época, con importantes individualidades y una sólida
estructura de conjunto, dando todo de sí para sacar el encuentro adelante; al
frente tenía un rival que no se achicó en ningún momento y desde el toque
inicial salió resuelto a luchar el partido, poniendo fuerza y calidad en los momentos difíciles; Olivares
jugó un partido extraordinario en el arco huanuqueño.
Al final el empate fue
un triunfo, el público se lanzó al campo de juego, se olvidó de los visitantes
que habían sido asediados por los hinchas los días anteriores, y fueron en
busca de los suyos, alzaron en hombre a Heraclio Barrueta y así lo llevaron
hasta su San Juan querido.
Era el símbolo
victorioso de un resultado y una actuación tal vez inesperados, pero que tenían
la virtud de dar un aliento de optimismo al fútbol huanuqueño, quedándose entre
nosotros la imagen de ese gol de antología de Raúl “Pasha” Rodríguez.
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