ALBORES
DEL FÚTBOL HUANUQUEÑO
El fútbol llegó a
nuestras costas en los barcos de la armada británica, en los pies de los
marineros, en la época Victoriana, cuando los de la Rubia Albión eran los
dueños del mundo.
Ellos vinieron con la
finalidad de explotar el guano, el salitre, los minerales y construir
ferrocarriles, formando compañías como la Gube Croweel & Co., Peruvian
Corporation, Thowsen Boward, Graham Row, Duncan Fox, Lobitos Oil Company, Cerro
de Pasco Cooper entre otras; pero además trajeron su soccer, cuyo reglamento
había sido aprobado en 1863 en la Taberna de los Francmasones de Queen Street.
Los marinos ingleses en
todo puerto al que arribaban jugaban un partido de fútbol, convocando la
curiosidad y el interés de los vecinos, quienes se fueron incorporando
paulatinamente a su práctica.
El balón de esta manera
empezó a rodar sobre la caliente arena y paulatinamente esta práctica fue expandiéndose por el litoral, llevado por
los empresarios ingleses que llegaron al Perú a fines del siglo XIX, para
explotar nuestros recursos.
Al lugar donde se instalaba un enclave económico
llegaba el fútbol, así ingresó a cambio del algodón en la costa norte y en los
asientos mineros como Cerro de Pasco, donde lo cambiaron por oro y plata.
Los hacendados criollos
encontraron una forma de canalizar las inquietudes de los trabajadores y
propiciaron la difusión de este nuevo deporte, que ganaba cada vez más adeptos,
por la facilidad que ofrecía para su práctica y por la satisfacción que genera
el golpear y hacer rodar una esfera o dirigirla a un lugar determinado o
tenerla segura entre las manos, sintiendo que es como tener el mundo rodando a nuestra
disposición.
Y de pronto cualquier
terreno baldío o espacio disponible en Lima o en otras ciudades, se fue
convirtiendo en campo de fútbol, en el lugar propicio para la práctica del
balompié y cualquier objeto esférico se convirtió en el instrumento que se
tenía que patear para adelante, hasta que se dieron cuenta que su manejo implicaba
el descubrimiento de una serie de secretos, que con el correr de los años han
venido a constituir las técnicas.
Así también ingresó a
los claustros educativos y la universidad fue un centro propicio para la
naciente actividad futbolística.
A comienzos del siglo
veinte, el viaje de Huánuco a Lima o
viceversa era una tarea de titanes, tenía que hacerse a pie o a caballo, hasta
que en 1906, fue culminado el ferrocarril central que llegaba hasta Cerro de
Pasco, entonces la ruta se hacía menos dura y más factible.
La llegada del fútbol a
Huánuco sugiere dos hipótesis no excluyentes, pudo haber sido traído por los estudiantes
huanuqueños residentes en la capital en los períodos vacacionales de sus
estudios universitarios o llegó desde el Cerro de Pasco, a través de los
huanuqueños que accedieron a trabajar en
las minas o por los empresarios o mineros que venían a nuestra ciudad en busca
de descanso.
Bien pudieron haberse
dado las dos situaciones o quizás otras que no preciso. En cuanto a la primera
vamos a encontrar una referencia de don Heraclio Tapia León en un artículo
publicado en la revista “Perú al Día” de febrero de 1945, así como en
“Valoración” de 1949, en el sentido de que don Pedro Figueroa San Miguel le
relató en una conversación realizada en Lima en 1936, con ocasión del III
Campeonato Nacional de Fútbol, la circunstancia en que llegó a Huánuco la que
podría ser la primera pelota de fútbol que rodó en nuestros predios.
Indica que fue traída
en la segunda quincena de agosto de 1899 por el entonces Diputado por Huánuco
Baldomero Fernández Maldonado, habiendo sido shoteada en el ahora atrio de la
Parroquia de “Nuestra Señora del Patrocinio” con Antonio Sara, Adolfo Matos y
Pedro Roque Vargas, esta es una de las muchas circunstancias que se pudieron
dar del arribo del balón a nuestra tierra.
En cuanto a la segunda
referencia existen testimonios periodísticos de que en Cerro de Pasco se habría
jugado el primer partido de fútbol internacional oficioso, entre los
trabajadores mineros y los empresarios de las minas.
Así el fútbol fue
entrando en Huánuco junto con el nuevo siglo. En cada período vacacional los
estudiantes huanuqueños residentes en Lima, que también trajeron su pelota,
hacían sus aprestos futboleros en cualquier lugar abierto que permitía su
práctica, principalmente en la conocida como la Plazuela de “La Merced”, que
existía en forma contigua al hoy Mercado Antiguo. Ahí participaban los
estudiantes y vecinos de la zona, entre los que figuraban Andrés Quintana Gurt,
Albino Benedetti, Gregorio Sara, Enrique Lafosse, Luis Debarbieri, Germán Pozo,
los hermanos Maximiliano, Adolfo y Elías Cavalié. Heraclio Tapia León entre
muchos.
Gozaban de esta novedad
por períodos cortos, hasta que después se fueron haciendo menos distanciados,
llegando a ser permanentes por la inquietud de los huanuqueños de la época.
El afán de organizarse
fue haciéndose creciente hasta que en 1909, los estudiantes huanuqueños
residentes en Lima, unidos con los entonces alumnos del Colegio de Minería y
jóvenes de la ciudad, fundaron en 1909 la que podría haber sido la primera
organización deportiva de Huánuco, con el nombre de Leoncio Prado, que no
guardaría relación alguna con el Club Leoncio Prado, que se fundó en 1917 en el
barrio de Huallayco.
La naciente institución
estaba constituida por Teobaldo Pinzas, Germán Pflucker, Juan Sheput, Juan
Ruiz, Mario A.Oneeglio, Benedicto Reyes, Germán Pozo; Adolfo, Elías y
Maximiliano Cavalié, Manuel Taboada, N. Taylor, Albino Benedetti, Prospero
Ríos, Isaac Miranda, Miguel Cáriga, Juan Gallardo, Ramón Matos, Abraham
Caballero.
La directiva estuvo
conformada por Teobaldo J. Pinzas, Presidente; Germán Pflucker, Fiscal; Mario
Oneeglio, Secretario; Benedicto Rojas, Tesorero; Juan Sheput, Capitán.
Lamentablemente no tuvo mucha vigencia y al poco
tiempo de fundada desapareció.
La práctica del fútbol
seguía siendo espontánea y cada vez más creciente en cualquier espacio abierto,
especialmente en la Plazuela de “La Merced”, que sólo dejaba un espacio para
jugar, porque el resto del área era un hacinamiento de tierra y desperdicios
del mercado. Para patear no era necesaria la pelota, si ésta había bien, sino
también era factible shotear una vejiga inflada, una naranja, una pelota de
trapo; así fue haciéndose el fútbol en el valle del pillco.
“Jesego” , seudónimo
con el que suscribe sus acuciosas crónicas Jorge Espinoza Egoávil, hace una
importante referencia que entre en los años 1915 y 1917 se habría realizado el
pudiera haber sido el primer encuentro oficioso de fútbol en Huánuco, entre los
equipos “Rojo” y “Azul”, la fotografía
de los contendientes podíamos verla en el local del Instituto Peruano del
Deporte.
Ésta ya fue una clara
señal de organización para la práctica del fútbol, fueron varias las veces que
se enfrentaron estos equipos en el campo de la Plazuela de “La Merced”, luego
muchos de sus integrantes conformarían las instituciones que nacieron en 1917.
Pero esta fase auroral
no termina acá, aún va a continuar con el nacimiento de organizaciones
deportivas de corta existencia, así nos refiere el mismo Heraclio Tapia León,
que en 1916 bajo su presidencia nació el “Asociación 28 de Julio” y con la
batuta de Amadeo Lambruschini el “Sport Huánuco”, estos equipos se enfrentaron
en dos oportunidades, en 1916 empataron y en 1918 ganó el Asociación por uno a
cero.
Ambos clubes
desaparecieron al cabo de dos años, siendo absorbidos por el “Alfonso Ugarte”,
que a la postre también se disolvió.
El año 1917 sería
trascendental para el fútbol huanuqueño, pues se produjo el nacimiento de tres
de las instituciones de más dilatada vigencia en la historia del deporte
huanuqueño, el “Juan Bielovucic”; el “Sport Progreso”, cuya actual denominación
es Centro Cultural Deportivo “Tarapacá”,
hasta ahora los decanos de nuestro deporte, y el “Leoncio Prado”, que se
disolvió después de más de sesenta años de existencia.
Reitero, estos equipos registran en sus filas
a muchos de los integrantes de los equipos “Rojo” y “Azul”, como es el caso de
Encarnación Isán Fernández Olórtegui en el Tarapacá y Fausto Castro Garcés en
el “Leoncio Prado”.
Este año es sumamente
importante en el desarrollo de la práctica del balompié en nuestra tierra, pues
termina la fase auroral y empieza una nueva etapa, la de la institucionalidad
duradera y consolidada, de ahí que tenga especial significación en la historia
de nuestro fútbol.
Así llegó el fútbol a
nuestro país, ingresó por los puertos que iban surgiendo en el litoral peruano,
el primero fue el Callao, luego en los lugares donde los ingleses habían
establecido enclaves económicos, como en el norte de donde extraían algodón para su
floreciente industria textil y también Arequipa de paso al altiplano, así como
los asientos mineros.
Si bien las
instituciones eran constituidas por los sectores sociales altos, la práctica y
la afición habían prendido en los estratos sociales populares, quienes fueron
los que hicieron el verdadero efecto multiplicador de la práctica de este
deporte.
El balón empezó a
correr en la arena, siguió rodando desde la playa hasta las gélidas punas y
encontró un espacio en medio del verdor amazónico, por eso es fácil encontrar
en el Perú un campo de fútbol en los lugares más remotos de nuestro territorio
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